Te puedes hacer de oro, pero literalmente, sus
precursores le advirtieron de que si no cumplía con las reglas, su
fortuna, tal y como había llegado, podía desaparecer. Todas las noches
se escabullía entre las callejuelas en dirección al norte.
¿A
dónde irá?, se preguntaban sus amigos. Una noche, deseosos de conocer
su secreto, lo siguieron a distancia hasta un gran descampado, donde lo
vieron desvestirse y, tal y como vino al mundo, lo vieron danzar de
forma frenética y acompañada alrededor de un gran tejo. Cuando terminó
de danzar, se hizo un corte y regó las raíces del árbol que ofreció sus
frutos de oro.
M. D. Álvarez
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