Revista de creación literaria en busca de creadores del mundo

sábado, 31 de agosto de 2024

El renacer del guerrero, de Germán Hernández (Reseña nº 1079)

 


Germán Hernández
El renacer del guerrero
Ediciones Auri, 2023

De un tiempo a esta parte, y gracias a haber organizado una feria de autores en San Pedro del Pinatar el pasado mes de abril de 2024, estoy leyendo a autoras y autores locales, a los que aprovecho también para que el club de lectura Salicornia, de la Concejalía de Igualdad, y el club de lectura del Hogar del Pensionista les vayan conociendo.

La obra que nos ocupa, escrita por el autor de San Javier, Germán Hernández, tiene como colofón la batalla de Uclés lugar, donde, curiosamente, la historia ha conocido dos importantes batallas: en 1108 y en 1809, una contra los almoravides de Alí Ibn Yusuf (que perdieron los cristianos comandados por Alfonso VI de León), y la otra contra los franceses.

Nos ocupa, por tanto, la de 1108, donde el autor, a lo largo de la novela, para llegar a ese momento culminante, nos narrará las circunstancias que motivaron la atormentada vida de Rodrigo de Castro. No trata la novela de la batalla que citamos más arriba, sino que es el momento culminante, hacia allí dirigen todos los pasos los protagonistas, de un hombre, Rodrigo, que era hijo de un maltratador, y donde tiene mucha incidencia la Iglesia, como no podía ser de otro modo en aquellos tiempos.

No estamos ante una novela histórica, no. A pesar de que aparezcan muchos personajes históricos. Una trama que va bordeando la licencia creativa del autor con personajes históricos, desde León a Roma, desde Alfonso VI de León al papa Urbano II a Pascual II.

Como anécdota, el protagonista, posiblemente el mejor guerrero de su tiempo, así nos lo describe el autor, no tiene clara su sexualidad, y eso le llega a graves problemas con sacerdotes y cardenales.

Una interesante novela de ficción histórica para conocer a Germán Hernández.

Francisco Javier Illán Vivas

martes, 27 de agosto de 2024

Cartas y rosario, de M.D. Álvarez

 


El cabo Hopkins repartía las cartas con la izquierda, mientras que con la derecha pasaba las cuentas del rosario que le habían regalado.


Un secreto que le obligó a no mostrar a su derecha lo que hacía su izquierda.

Era famoso por su maestría repartiendo, como por su beatitud rezando, y no era de extrañar que mientras jugaba recitara el rosario.

Por eso sus amigos se sorprendieron cuando lo encontraron muerto en su habitación con la baraja en su mano derecha y el rosario en su mano izquierda.

¿Había descubierto su derecha lo que hacía su izquierda?

M. D. Álvarez

domingo, 25 de agosto de 2024

Frenopatía, de Samuel Moreno (Reseña nº 1078)

 


Samuel Moreno
Frenopatía
Editorial Mirahadas, 2023

Decidir si lo que estás viviendo es la realidad, un alucinación o un sueño, es lo que le ocurre al protagonista de esta novela, Antonio, un caló que decidió matar a sus padres y que se despierta, una mañana cerca de Navidad, en la planta psiquiátrica del Santa Lucía.

Nos contará su historia, en primera persona, de los días que transcurre en el hospital, para él una cárcel, hasta que el Xeplion haga su cometido y pueda volver a la realidad, si es que soporta esa realidad, pues conforme va recobrando "la cordura", tiene más miedo a lo que hay fuera de aquellas cuatro paredes.

¿Qué le llevó allí? Alcohol y drogas, todas las que pudiese meterse, esnifar o inyectarse. Además de creerse la reencarnación de Jesucristo.

Pero se va dando cuenta que no, no es el Jesucristo gitano. Conocerá a otros internos con los que irá abriéndose poco a poco, especialmente con su último compañero de habitación, un Mayú; pero también con Celia, con la Canicas, con Josefa... y con los profesionales, Juan Pedro, Marina, Carlos... 

El autor nos adentra, con su relato, en la vida diaria, en las rutinas, en las costumbres, de una planta psiquiátrica y en conocer a los asistidos, desde el punto de vista de estos.

Un acierto del autor, y del editor, la brevedad de la novela y la brevedad de cada capítulo, lo que facilita mucho la lectura casi seguida hasta terminarla.

Francisco Javier Illán Vivas

jueves, 22 de agosto de 2024

Selección poética de Samuel Moreno

OLE

Derribé el muro
y aparece ahora
esta selva sin podar,
esta bandada de buitres
que no quieren carroña;

¡Mi cola por delante
rechinando contra la paranoya!

Replegaré en mi vientre
los aullidos del cajón de mi padre
y mataré la sospecha
del pie que trastabilla
y la boca que vomita
vinagre y bicarbonato.

 

2:10 de la madrugada

Acurrucado en mi cama, candente por una voz.

Dice el cantaor que somos dos viejos mohosos;

yo, arrugándome y arrebolándome en mi cama,

una nube ácida; él, en su cante, cayendo

de un grifo oxidado, un chorrillo medio—congelado.

 

ÉL ha salido por un agujerillo del auricular derecho

y ha ido caminando por mi oído para llegar al cerebro

y cambiarme de sitio todas esas arrugas sangrantes

que deben ser el pensamiento, así se asegura

de que vaya con ÉL a un sitio muy variopinto

lleno de blancos pastilla y azules enfermedad,

lleno de sillas de ruedas y mantas mugrientas

para artistas muriendo por siempre de brevedad.

 

ÉL anunciaba un ambulatorio cuyo aire indulgente

raspaba limerencias inmaduras y oberturas abortivas.

 

 — Y ante todo, buenas noches

y bienvenido a este asilo, ¡el asilo Malasangre!,

tenemos codeína retrospectiva y siempre hace fresquito,

buscamos qué quemar, echa tus pulmones al fuego;

aquí no se respira, el cuerpo nunca pide, tan sólo da.

Nuestro bisturí verbal te sacará el corazón

y tendrás sitio en el pecho para Lo-Que-Quieras.

 

Aquí están los grandes estilistas vitales,

aquí las celebraciones se sufren en comunión.


Y como todos aquellos ancianos en bucle,

ignoré los avisos que lucía

la puerta ajada de este sanatorio virtual.

 

Una joven peliazul con gritos de funambulista

lloraba y se masturbaba en un oscuro rincón,

sus lágrimas salían de sus azilas y de su coño.


-Niña, llórame sin decirme el porqué,

que yo ya lo sé, tu garganta aún no.

Yo cubriré de miel de melón y de tragos ligeros de ron

las heridas que no llegar a tapar el tinte de tu pelo.

 

-Niño anciano, dale a tus ojos la entidad de tu cabeza prepotente.

Ojalá tus pies te hubiesen salvado de esto huyendo de aquí.

Ojalá tus manos desgastasdas hubiesen acariciado en vez de lijar.

Hablo, niño anciano impenitente,

de que siempre cruzaste

umbrales sin mirar la puerta.

Y la puerta de este sitio, viejo inmaduro, lucía

advertencias mayores que las del tabaco.

 

"-illos -icos -itos,

no te canses que no hay nada tuyo.

 

Envejece rápido o muere recién nacido.


No hay cabeza que no quiera rodar por el suelo

estando en medio de tanto griterío

que en verdad no suena en las tres esferas.


Si no te emborrachas

te cegarán nubarrones

de espeso petróleo intenso."


-Niño, riéme sin decirme el porqué,

que yo ya lo se, tu garganta aún no.

 

ÚLTIMO POEMA DE AMOR

Ayer supe más del lío de tu cabeza:

de unos auriculares púrpura

autoasfixiándose, con forma

de nube enfurecida por el tiempo,

salen unos truenos terroríficos

que atraviesan el humo ofidio

de tu cerebro

y caen en tu frente brillante

brillante de pena.

 

Hoy se ha parado la música y

ya no hay letra que describa esto.

 

No sé si tus manos moribundas

han necesitado agarrarse a alguna anilla

de esas donde se atan los caballos

para que no los arrastre su naturaleza;

yo tengo un poema de Miguel Hernández.

 

No sé si en las otras bocas

buscas revivir un beso

o una palabra de cartulina roja

que se te hayan muerto

de jugar tan solos

entre tus labios morados

de amor violento.

 

¿Pero, reguapa, sabes qué sé?

A nuestros labios y voces

les convendría dejar de jugar

y empezar a divertirse como nunca

les dejaron hacerlo.

¿Cómo?

Pues mirando el sube-y-baja

de la vida a través del pozo

donde nos tiró la gente.

 

Tardarás demasiados momentos

esparciéndose desde aquí hacia delante,

como un arpón yendo a lo que no sabemos,

en darte cuenta de esto, como yo;

y aunque ambos estamos esperando

desde el día en que despertamos,

no tenemos mucha paciencia.

 

Hoy quiere mi voz

hacerte el amor sobre

ideas suaves e infinitas,

en las que tumbarnos

no es ningún esfuerzo

y cabe todo,

incluso nosotros.

Pero sabe el silencio

que hoy es su día

y le debo el respeto de callarme,

a cambio

el dejará que me bailen los árboles

y el aire vaya marcándome el compás.

 

Búscame ahí si algún día nos perdonas:

dentro de las cosas vivas

que te van cantando

respetando la distancia con tu oído.

 

PANTALÓN AJUSTADO

Te vi y creí deshacerme,

como se deshacía tu pantalón ajustado

a la orilla del sol

liberando tus piernas ilimitadas

y dejando, en su lugar, el motivo floreado

que tan bien descendió y se asentó

sobre tu carne terrosa.

 

CORAZÓN POR FUERA

Háblame con el corazón por fuera, regálamelo

en cada sílaba que tu lengua fecunde y para sola,

deja que tus mejillas reposen sobre ellas mismas

para que cobren la luz y el sonido verdaderos

y no los que los huesos fingen hacia la carne,

si tus piernas se lían a veces sigue caminando

y deja que el suelo te acoja como una monja

hecha de colchón y mezcolanza de colores.

 

No te ahogues si todo tu cuerpo se hace un nudo

y tu risa sale rota en cien pedazos de confusión.

 

No temas ni evites la risa, deja que salga a borbotones

de tus entrañas como si fuera tu garganta

un río de formas con el aroma y el brillo de tu aliento.

 

Samuel Moreno vive en San Pedro del Pinatar. Se propuso seriamente la idea de escribir en 2015. Ganó un concurso gracias a su primer poema. Más tarde publicó los libros Acmé (poemario) y Frenopatía (novela). Nació prácticamente en la orilla del Mar Menor y nos dice que poco más hay que decir.

 

 

 

 

martes, 20 de agosto de 2024

Mahalaleel, el aventurero, de M.D. Álvarez

 


Esta es la historia de un anarin llamado Mahalaleel, el cual vive en la ciudad de Aroer, que a se encuentra en el país de Bergal, que a su vez se halla en el planeta de Carión.

Los anarin son un pueblo muy tranquilo, no pelean, no discuten, no guerrean, en definitiva son un pueblo aburrido, pero a Mahalaleel le gustaba curiosear, era extremadamente curioso y en vista de que en Aroer nunca pasaba nada, decidió partir hacia la región de Gederati, en busca de aventuras.

Yendo de camino a la ciudad de Baser, Mahalaleel se encontró con un individuo al cual pregunto a cuantos días de camino estaba la ciudad, el extraño le respondió, que a cuatro jornadas, pero que era mejor que no se acercase por allí, pues estaban pasando cosas muy raras en esa ciudad.

Pero Mahalaleel no hizo caso. Como ya se dijo, él era muy curioso, y lo oído anteriormente le había intrigado de tal forma que hizo los cuatro días en dos.

Al llegar a Baser se encontró con algo muy extraño. No había nadie en las calles y las casas estaban cerradas a cal y canto. Tan sólo, a lo lejos se oían los ladridos lastimeros de los perros. El aire estaba cargado. La tensión se sentía en el ambiente, se intuían las miradas acechantes. Mahalaleel no sabían que hacer, así que, se acerco a una puerta y llamo insistentemente para que le abrieran; pero nadie contesto.

De pronto, tras él, apareció un gigante encapuchado de unos tres metros de altura. Mahalaleel le preguntó.

¿Quién eres? y ¿qué quieres de mí?

Me llamo Ahiram de Mara y no quiero nada de ti, tan solo te aviso, de que si te quedas aquí morirás.

Y ¿por qué he de morir?– Le interrogó.

Eso no puedo decírtelo, pero si osas quedarte, tendrás una muerte cruel.

A Mahalaleel le picaba cada vez mas la curiosidad, más optó por salir de Baser y vigilar todo lo que ocurría desde una cima, no muy lejos de la ciudad, la cual recibe el nombre de Pi-habirot, que significaba en anarin “Cima Pacifica”. Por suerte para él, se había traído un visor graduable, con el que podía ver todo lo que pasara en Baser. Desgraciadamente en las horas diurnas, nada ocurrió; ni siquiera volvió a ver al extraño gigante. Mahalaleel estaba a punto de abandonar, cuando de pronto, vio que algo se movía en el centro de la plaza, pero eso era imposible, ya que tan sólo unos instantes antes había mirado y no vio ni un alma.

Lo que Mahalaleel observó era una extraña forma, que comenzaba a retorcerse tomando formas distintas, hasta que se detuvo. Fue entonces cuando se dio cuenta que estaba ante un enorme fargún. Los así llamados son unos personajes de la mitología anarin, que representan a los poderes oscuros en las entrañas del planeta.

Aquel ser era grande, extremadamente grande. Mahalaleel se preguntaba. Qué hacía allí, en la ciudad de Baser. De pronto, surgió sin que el se diera cuenta de dónde había salido, una gran multitud de personas, que se reunió en torno a la criatura. Parecían adorarle. En ese instante se percató de lo que allí ocurría.

Mahalaleel recordó que los fargún son los enviados del “Señor Oscuro”, Hiramohab, en anarin. El cual había sido un rey tirano y cruel, que fue expulsado de Habheril, el paraíso, por el magnánimo Abbaras, cuyo nombre significa”Padre Creador”.

Y ahora parecía querer volver a reinar con la ayuda del pueblo de los urinibitas.
 
Por un breve instante percibió la mirada de aquel ser, pero eso era imposible, nadie sabía que estaba allí. Más no se podía mover, pues realmente el fargún le seguía mirando. Transcurridos unos segundos, los cuales le parecieron una eternidad, el enviado desvió la mirada y Mahalaleel quedó apesadumbrado, pues como dicen los anarin, “el que mirase fijamente a un fargún, tendrá dolor de corazón”, más el no temía esas habladurías, ya que leyó en el Canaf, libro escrito por Abbaras, en el que dice, “el que estuviese expuesto a la mirada de un fargún, podrá salvarse, bebiendo del agua de la fuente de Obhadyahu”, la cual se encontraba no muy lejos de allí.

Mahalaleel bajó de Pi-habirot y se encamino hacia dicha fuente. Mientras iba caminando, sentía como un gran pesar le llenaba el corazón, era la mirada del fargún que le había herido muy profundamente. Tardo en llegar unas doce horas y una vez allí bebió todo lo que pudo, hasta que le abandonó el pesar.

Una vez recuperado, fue a la ciudad de Hadhramelech, cuyo nombre significa “Circulo del Rey”, a solicitar ayuda al gran señor de Bergal, descendiente directo del magnánimo Abbaras, conocido por Adonhiram, que significa “Gran Señor”.

Mahalaleel fue recibido por éste, que tras saber que Hiramoab pretendía volver de su encierro subterráneo, ordenó que se preparara a todo su ejército, para atacar Baser al anochecer; y le dio a Mahalaleel el rango de teniente general de todos sus ejércitos. A las tres horas de haber llegado, partió de nuevo hacia Baser al frente de 200.000 melech. Estos eran fieles servidores de Adonhiram, al igual que lo fueron de Abbaras, cuando se enfrentaron por primera vez a las huestes de Hiramohab, en la batalla de Sikhron y en la que perecieron alrededor de unos 600.000 melech.

Antes de atacar la ciudad, subieron a Pi-habirot, desde donde pudieron acechar sin peligro a Hiramohab y a todo su sequito de abominables criaturas. Desde allí se hicieron todos los preparativos para entrar en combate. Adonhiram le entregó una coraza de krelún (el krelún es un material virtualmente indestructible), mientras que él llevaba la cota de malla y la coraza de Abbaras, con el mítico Tharem en la frente.
 
El Tharem es un regalo de Ebhiathar, nuestro dios, que le entregó a Abbaras y de éste paso a padres y a hijos, hasta llegar a Adonhiram. Se trata de una lágrima de Ebhiathar, una perla de unos cinco centímetros, la cual posee el poder de destruir todo el mal que hay en Carion.

La ciudad de Baser fue rodeada por los melech, pero Hiramohab sintió la presencia de Adonhiram y había hecho preparar calderos de kehal, un ácido muy corrosivo.
 
Adonhiram sabia que tendría algo preparado, advirtió a sus fieles y les mando que avanzaran camuflándose con arbustos cortados. Cuando se hallaban a menos de 30 metros de las barbacanas de la ciudad, fueron vertidos los calderos con el kehal, por los toboganes abiertos sobre el portón de entrada, por lo que no hubo bajas en el ejército de Adonhiram. Con un enorme ariete que habían construido comenzaron a golpear el portón del baluarte de la ciudad. Protegiéndose con los escudos, de las flechas que disparaban, por las aspilleras, los arqueros. Hasta que cedió bajo el ímpetu de los melech, que comenzaron a pelear contra los urinibitas.

Mahalaleel se defendía como un gran guerrero, a pesar de pertenecer al pacifico pueblo de los anarin, lucho cuerpo a cuerpo contra Abdeh-Mohab, la mano derecha de Hiramohab, cuyo nombre significa “Servidor Oscuro”y al que logro matar en arduo combate.

Adonhiram mientras tanto se batía con Hiramohab, que rehuía enfrentarse con él, y le enviaba a sus terribles secuaces, los cuales iban cayendo, bajo su mirada, hasta que al fin se encontró rodeado de unos quinientos cadáveres y frente a él se hallaba el tan temido Hiramohab, cuyo nombre era símbolo de horror para todos los habitantes del planeta Carión y al que ningún melech se había atrevido a enfrentarse y los que lo había intentado, yacían muertos a sus pies asesinados por su sequito de abominables esbirros.

Adonhiram pronuncio las siguientes palabras que devolverían a Hiramohab a su encierro en el Bhakjhálum

-Ebhiathar, Ebhiathar, Señor de los Ejércitos, acude a mi llamada y escucha a tu humilde siervo que clama justicia. Te suplico encierres a esta mala bestia en el Bhakjhálum, el Infierno de los 100.000 tormentos, para que pague por el horror causado en nuestras vidas y que nunca jamás vuelva a morar fuera de el.

Una vez hubo terminado, Hiramohab fue tragado por la tierra con todas sus criaturas, entre temblores y relámpagos, para no volver jamás.

Hubo grandes celebraciones en todo el planeta, pero Mahalaleel ya había partido hacia las oscuras regiones de Khublarhek, donde encontraría muchas mas aventuras, que serian narradas por él mismo, puesto que volvió a la ciudad de Hadhramelech, para contar todo lo acaecido a su buen amigo el rey de Bergal, Adonhiram.

M. D. Álvarez

domingo, 18 de agosto de 2024

Sbataisso, de José María Álvarez (Reseña nº 1077)

 


José María Álvarez
Sbataisso (escenas de Venecia)
MurciaLibro, abril de 2024

El 7 de julio de este mismo año nos dejó José María, y con él una ausencia fundamental de la literatura española, no ya de la Región de Murcia o de Cartagena, si seguimos descendiendo en el localismo tan de moda en la actualidad.

Para mí fue una enorme sorpresa, pues tenía pendiente la lectura de estas escenas de Venecia y, soñaba que incluso podría comentarlas con él, como hice con otro libro sobre la misma ciudad, Días de Venecia, de mi amigo Santiago Montobbio. Pero ya no es posible.

Tal vez septiembre nos lleve a Venecia, o Venezia, como a José María le gustaba escribirla, con z, y seguro que estos dos libros citados nos acompañarán durante los días que allí estemos. Porque, y centrémonos en el que nos ocupa, es un libro de callejeo por la ciudad y por la Laguna, como bien puntualiza Alfredo Rodríguez, autor del prólogo y de la edición de esta obra.

Pero no sólo eso, es también una guía de arte, de los museos, de las iglesias, de las fachadas, de los palacios, de toda la belleza que se une en una ciudad que él ve decadente, vetusta sin llegar a rancia.

Sabremos también de sus gustos por la belleza, no sólo de la mujer, sino del arte, de la arquitectura, de los amaneceres, de los atardeceres, y del bon vivant, en el más concreto de los significados de esta expresión francesa, nunca más oportuna.

Unas memorias que ahora son imprescindibles leer para conocerle mejor y saber de sus "contemplaciones".

Francisco Javier Illán Vivas

jueves, 15 de agosto de 2024

Selección poética de Mercedes Tormo

ENTRE ODAS.

Y entre odas gozosas surgió,

sin dudarlo,

el límpido y sugerente amor

furtivo,

por los amantes derrochado.

 

Y entre odas bailaron

y se besaron

sin prisa, muy despacio,

cogidos,

sin pudor, de las manos.

 

Y entre odas hubo silencios,

minutos

eternos que suspiraron

los cuerpos

sudorosos y muy pegados.

 

 

ACELERADOS LATIDOS

Amor que brota del vientre

y muy abultado asoma,

entre notas musicales

y acelerados latidos.

Anuncian bellas flores

de escarcha derretida

por ávidos y palpitantes

corazones que regalan,

generosamente,

vestigios de nueva vida.

 

LA CASA DE CAMPO 

La casa de mi infancia está vacía,

aunque todavía mis oídos escuchan

las risas de cuando éramos muchachos,

y el eco de los tacones de mis padres

por el largo y blanco pasillo.

El olor del arroz de los sábados

impregna los azulejos de la cocina.

 

Necesito que, tras la copiosa lluvia,

las gotas de agua acaricien las hojas

de los árboles que la abrigan.

 

Mercedes Tormo. Nació en Alicante. Licenciada en Derecho. Es amante de su familia y los libros. Ha publicado relatos en diversas antologías. Coautora de “Cuentos de nube y miel”, ECU.
Ha recibido algunos premios: Primer Premio X Certamen de Literatura Infantil y Juvenil Ciudad de Andújar, Primer Premio de relatos Hoguera Gran Vía-La Cerámica, finalista en Certamen de terror ESMATER, finalista en Certamen de relato Café Compás de Valladolid y Accésit en XXX Certamen literario Villa de San Fulgencio. Uno de los finalistas de poesía de la Asociación Numen. Autora de “Contando Estrellas” poemario infantil editado por el Instituto de Cultura Juan Gil-Albert.