Revista de creación literaria en busca de creadores del mundo

sábado, 20 de julio de 2024

1927 caído de este lado, de Ildefonso Vilches (Reseña nº 1073)

 


Ildefonso Vilches
1927 caído de este lado
Editorial Adarve, 2024

Breve, muy breve cada uno de los capítulos, de esta novela publicada en la colección Biblioteca de Narrativa Breve, en la que se habla de unos años perdidos en la memoria, de un país decadente y de una guerra que marcó a una generación para desgracia de ellos y del país donde vivían.

Es el relato de un perdedor, cuyo nombre llevó su abuelo, y su padre, y su hijo, como marcándoles a fuego cual era su destino en el sur de una España en declive.

Sirva esta reflexión del personaje: "Toda una vida, la mía, de trabajos y pesares, de malos tragos y deberes, de disposición plena muchas veces a otros intereses distintos a los míos; de cuida, de velar, de ver salir el sol por las mañana y esconderse por los cerros sin haber visto más que fanegas de trigo todo el día.

Toda una vida detrás del almendro en flor al que le sale pulgón y no fructifica. Detrás de la oliva con la muestra, en una vega, pendiente de si le hiela o no le hiela, expuesta a que la escarcha eche a perder la cosecha en mitad de octubre o a primeros de noviembre, cuando aún no se esperaba que se estaba desprevenido.

Así ha sido la vida, casi siempre malgastada en siembras imposibles, en matas de tomates colorados llenas de bichos y en fanegas de naranjos plagadas de cochinillas; y con la cintura partida por la azada.

¿Quien me recordará? ¿Quién se habrá de acordar de mí?"

Me ha parecido una novela muy triste, pero que no he podido dejar de seguir leyendo, página a página, pensamiento a pensamiento, reflexión de una generación que aún tendría que pasar por una guerra civil después de aquella catástrofe africana que les marcó.

Unos hombres y unas mujeres que se decían "no eran nadie", que no hicieron nada distinto, que pasaron por la vida en silencio, "sin generar estropicios ni besar a la princesa. Que la prudencia fue mi condición, que muy pocas veces me revolví, que los arrestos los echaba en el campo, o en la siega, en el vareo, o con la azada". Pero que se inflaban de orgullo de sus padres cuando los mencionaban.

Una novela para leer despacio, a pequeños sorbos, como lo son cada uno de los capítulos.

Francisco Javier Illán Vivas

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