De sol a sol
La Rosa de Papel, septiembre de 2019
Un libro de poesía, una flor para el espíritu. Quien no se enfrenta a la tarea de comentar los libros que lee no sabe de la dificultad de hacerlo sobre un libro de poesía. Y, más aún, un libro de poesía que desea ser como una flor para el espíritu; como decía Goethe, que podamos encontrar al menos una flor que enriquezca nuestro espíritu; o Proust, inmovilizar el instante de un relámpago. Ese, pienso, que es el objetivo de la poesía bien escrita, de la poesía que consigue detener el tiempo en un instante, el del verso, y ofrecértelo para tu deleite.
Isabel Ascensión creo que es de esas poetas que, sin pretenderlo, consigue alegrarte la mañana de cada día, y de ahí el título de su poemario De sol a sol, que tiene una bellísima introducción escrita por otra persona que acaricia las palabras: Juan Tomás Frutos, amigo de los amigos, que engrandece, si es posible más, este bello momento poético.
De ahí, como os digo, el reto al que se enfrenta el comentarista de una obra poética bien escrita: ¿cómo explicar al desconocido lector de estas líneas el contenido de la verdad, tan efímero como el lenguaje de las mariposas?, y copio esta bella expresión de Magdalena Sánchez Blesa en la contraportada.
Difícil, muy difícil. La luz ilumina el poemario de Isabel Ascensión, pero, para que exista esa luz, ese relámpago que ella ha conseguido detener en un instante, debe existir la oscuridad, la sombra. Una sombra que me recuerda a una fuga tocada en el órgano de una inmensa catedral. Es sombra, pero es tan bella que necesita dar a luz la luz.
Y, otra vez, cuando avanzamos poema a poema, descubriremos la luz que ese sol en verso, encuentra la realización en la verdad, y en el amor.
Te lo recomiendo, lector.
Francisco Javier Illán Vivas
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