La poesía es un fondo de agua marina
Los libros de la frontera, diciembre 2011
Conocí a Santiago Montobbio en la extinta Ágora papeles de arte gramático y alrededor de ella, y de mi interés. primero como codirector y después como director, por saber de las novedades de quienes habían publicado en ella, llegué hasta el libro que nos ocupa, la muestra de que existe la fiebre creadora.
Santiago nos cuenta el proceso personal y creativo que le llevó, en los primeros meses de 2009, pero sobre todo en marzo de ese año, y después de veinte años de silencio, a escribir de "manera constante y copiosa" poemas y más poemas, de tal forma que se decidió a dejar que aquella erupción creadora se extendiese por todo su mundo, sin reparos, escribiendo donde se encontrase en cada momento: en la Vía Augusta, en la Diagonal, apoyado a un árbol, sentado en un banco del paseo, sin poner traba alguna brotaron "438 en tres semanas de marzo y unos días de abril. Luego, en verano y otoño, volví a escribir otros 500, hasta alcanzar un total de 942".
El presente libro tiene una muestra de aquellos 438, en concreto, si no he contado mal, 283 de ellos, titulados con el número que les fue otorgando conforme brotaban en aquellos vertiginosos días creativos.
Sorprendente. Más aún para alguien, como quien os escribe estas líneas, que se ha planteado retos creativos y conoce la dificultad de crear ¡un poema al día! Un poema que, después, resista el paso del tiempo y tenga suficiente calidad para no terminar en la papelera de reciclaje.
Santiago Montobbio nos muestra en este libro ocho, diez, doce... poemas escritos en un mismo día, casi como un inesperado diario a través del cual podemos conocer al autor y lo que sentía casi en cada momento del día.
Poesía, por tanto, que nos mostrará lo cotidiano de cada momento del poeta, a la vez que lo más inusual, lo que siente, y lo que sueña, lo real y la irrealidad de tan turbulentas fechas de marzo.
He hablado de creación volcánica, de un libro que reflexiona sobre la poesía, sobre su sentido, preguntándose a veces qué es ella, qué es la palabra, el arte, para ser capaz de inundar pasillos, calles, avenidas, para iluminar vidas y para, respetando y abrazando el silencio, hacerse más fuerte en cualquier camino que emprendan los pies del poeta... pero, como digo, podía haber hablado de mares de "oleajes inesperados", como escribe Angelina Muñiz-Huberman en la contraportada.
Un poeta que se muestra y que se nos muestra "como un temblor me escribo...//... No busco más explicaciones a la exploración/ de los pozos y recodos más finales de mí mismo".
La palabra es, en este fondo de agua marina, incontenible.
Francisco Javier Illán Vivas
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