Júbilo en la casa de Dios
Casa sacerdotal de Murcia, 2019
Que Vicente García Hernández es, de lejos, el poeta más relevante de la historia de Molina de Segura y uno de los más de la Región de Murcia, eso ya pocos lo ponen en duda y quienes aún dudan, es porque jamás han leído ni un verso de su obra poética.
Pero además es un dramaturgo de larga carrera, con varias obras en su haber, alguna de ellas premiadas, y otras tan jubilosas como la que nos ocupa, una obrita muy pequeña (apenas trece páginas), de un solo acto, que fue escrita para homenajear, como cada año, el aniversario de la Casa Sacerdotal de Murcia.
Cuatro son los personajes de la obra: Don Julio, Don Augusto, Don Celedonio y Don Metodio, que él mismo nos contó, entre pícaras risas, son compañeros suyos, muy reconocibles, en ese lugar tan especial que es la Casa Sacerdotal.
Se desarrolla en una estancia con libros, alrededor de una mesa redonda, alguna revista y periódico sobre ella, una lámpara centra su luz en la mesa, una tenue penumbra alrededor, toda decoración sencilla y acogedora.
Pero creo que con las palabras del propio autor (y personaje durante su representación, pues la obra fue representada el 2 de diciembre 2019), entenderemos más de qué va Júbilo en la casa de Dios:
Hace ya tres años que llegué a esta Casa de Dios, con el deseo de descansar y escribir. Y he descubierto que, además, se puede reir y llorar, y subirse a las estrellas y tener sueños, y horizontes, hasta casi tocar la utopía, y todo, en compañía de gente buena, que reza. Por la mañana, esta gente pone en la señal de la cruz su esperanza y su caminar jubiloso de andar por la vida. Con pasos torpes, apoyados en su bastón lazarillo, pero con fe de columna gótica, mira el futuro y lo ve abierto y celestial, con Dios al fondo dándoles la bienvenida, y el abrazo paternal, y el aplauso de ángeles.
No creo que deba añadir nada más.
Francisco Javier Illán Vivas
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