Tratado de egoísmo
Cuadernos del laberinto, 2018
Siempre que me enfrento al comentario de un libro de poesía tengo la impresión de que no voy a saber qué escribir sobre él. Ya me ocurrió en el anterior comentado, y en este era casi miedo enfrentarme nuevamente a los versos y contaros qué he encontrado.
Y todo fue volver a leerlo, es tan breve que merece esta segunda lectura, más tranquila, como dejándote llevar, para encontrar lo que antes había quedado simplemente mostrado. En 2016 ya leí su Paseos o derivas y creo que Tratado de egoísmo es la continuación de aquél sentimiento poético que nos mostró hace dos años: existencialismo, sí, pero desorientación, buscando quién es, de dónde viene y, aunque no lo muestra tan claramente, hacia donde va.
Juanma Ruíz Prieto mira en su interior y en lo que allí encuentra trata de dar respuestas a lo que le rodea. Algo que podría aplicarse al común de los humanos, preguntas que todos nos hemos hecho, respuestas que todos hemos buscado... o buscamos.
¿Es un pesimista existencial el poeta? Algo de eso emana de su poesía, pues busca su lugar en este mundo y, como si caminase con cada nuevo verso, ir hacia el amanecer para encontrar la luz que dé claridad a su caminar.
Quienes desconozcáis su poesía encontraréis un poeta que bebe de la tradición poética española. Y lo demuestran las métricas que usa. Tal vez ya no sea normal encontrar endecasílabos y alejandrinos en un poemario, aunque él también usa el verso libre y sonetos de una calidad que harán las delicidas de mi primo Antonio Palazón, enamorado de esta forma poética.
Pero, bebiendo de esa tradición, busca y encuentra su propia voz. Tratado de egoísmo lo pone de manifiesto.
Francisco Javier Illán Vivas
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