Revista de creación literaria en busca de creadores del mundo

domingo, 4 de agosto de 2024

Descifrarte, de Alejandro Pérez Guillén (Reseña nº 1075)


 

Alejandro Pérez Guillén
Descifrarte
Ediciones Alfar, 2023

Hay autores con los que he disfrutado durante años de sus obras, y que son casi fijos en esta sección de acantilados no tan abruptos, aunque puedan parecerlo.


Uno de ellos es Alejandro Pérez Guillén, el albaceas testamentario de mi entrañable biblioteca personal que podéis visitar en Benalup-Casas Viejas gracias a su empeño y a su amor por los libros y por que estén al alcance de cualquier lector interesado.

Como nos seguimos en Facebook y otras redes sociales, hace un par de días publicó en su muro una entrada que titulaba "Amor a borbotones..." y me dije que era la entrada perfecta para el poemario que he tenido el placer de leer durante esta semana y, por cierto, del cual también yo os he adelantado algo en mi muro facebookiense.

Pues creo que así es Alejandro, un poeta enamorado a borbotones, y aquí lo interpreto como hirviendo, permanentemente volcánico. Y lo dice en uno de los primeros poemas "...la vida se enciende en tus caderas./Desde entonces no he sabido apagarme", ni creo que lo haga nunca. Pero este poema también nos habla del mar, ese mar que tanto amamos: "quiero vivir/ en una casa cerca de la playa/ y pasear contigo por la orilla,/ como olas de espuma que no se cansan/ de lamer el corazón de la arena.", un corazón que es el del poeta de la eterna sonrisa.

En estos años que conozco al poeta le he visto en buenos momentos, pero también en otros menos buenos. Lo que nunca ha faltado en su rostro es esa perpetua sonrisa, como la vehemente nieve de las altas montañas, que nunca desaparece, pase el tiempo que pase. "... el tiempo se detiene/ si te miro, como se mira el mar", y allí, junto al Mediterráneo, disfruté con cada verso del poeta.

Alejandro nos presenta, insisto, un poemario que es un regalo para los sentidos, como apunta Eva María Márquez Roldán en la contraportada: "donde es posible conciliar la pasión con la ternura", y él, nos lo recuerda una y otra vez: "Me miro las manos. ¡Qué hermoso/es tenerlas manchadas de caricias!"

Leedlo, se os llenarán también los ojos de amor a borbotones.

Francisco Javier Illán Vivas

jueves, 1 de agosto de 2024

Selección poética de Francisco Saura Pérez

XXIII
En otro tiempo recogimos chapinas esparcidas como estrellas al azar,
entreabrimos una senda en el carrizal,
construimos un refugio para protegernos del viento y de la lluvia,
columpios y helechos, una barcaza vuelta del revés,
cigarrillos y la seguridad de un mundo que nunca cambiaría
porque era inabarcable de tanto amor que desdeñaba.
De aquello nada queda,
solo la madera podrida flotando en la muerte
que se nos anuncia como el mar que fue,
¿de qué más podemos mentir?:
para eso están las leyes que hablan de la resurrección.


XXIII
Allí hubo un mar.
Las leyendas lo recuerdan amortajado de sal y de luz,
y ahora que solo es pasado,
lo sentimos como lugar de encuentro
de un futuro de dignidad serena.
Y si los poetas no mienten,
y por la hierba alta suena la música
(acaso un piano o un violín o una orquesta
dibujando susurros en el baile de los flamencos),
y si unos niños pasean en bicicleta y recogen caracolas,
y escuchan el plañir del universo
contemplando el nacimiento de la luna,
veremos el día vestido con su mejores galas,
caballos trotando sobre las crestas de las olas,
y a los bucaneros enterrando tesoros
en la dorada arena de una bahía danzante.

VI
La luna,
la luna dibujando serpientes en la mansedumbre del mar,
recorriendo con su boca la luz de los senderos de las algas,
revelando en la mirada los secretos que tu silencio oculta.
Anoche te amé bajo la luna de agosto,
abrí los ventanales de la madrugada para que su luz iluminara todo tu cuerpo,
disipé las nubes, y la humedad del cielo, y el aire mismo,
me susurró que descorriera los cortinajes de tu corazón,
para que su luz iluminara tu rostro,
y tus senos,
y el silencio de tus ojos.

VIII
Creemos que no hay obstáculos,
que la luz ilumina el camino,
estela de luciérnagas que asciende
y se hace miel cuando un grito unánime
pide y no claudica.

XI
Desperté con hambre en la mirada,
anhelo de un cuerpo
que no pude acechar en la madrugada.
La tempestad nos devolvió a la penumbra de las velas,
al vaho de los ventanales cerrados,
al brillo de la sal,
y a las sábanas húmedas.
Me dejaste por un libro
de agua, por una estrofa de Conde,
por la cera caliente goteando en el papel,
por un paisaje de lluvia torrencial.
Regresaste al alba
para beber de las fuentes del romanticismo,
pero la tormenta ya solo era lejano recuerdo
de un mundo salvaje donde todo era posible.


Francisco Saura Pérez.  Murcia, 1964.
En 2021 publicó en la editorial digital Abismos del Suroeste "Primer cuaderno de Praga". Repetiría, en septiembre de 2022, en la misma editorial con "En la piel de un Dios". Colaborador habitual en diarios y revistas digitales.
El menor de los mares” (septiembre de 1923) es el tercer libro de poesía que publica, una exposición sentimental, de reflexión consciente y de bosquejo de las inquietudes formuladas sobre una verdad troncal: el convencimiento de que somos realmente hijos de esos mares que nos sobrevivirán a todos a pesar de nuestro profundo maltrato.
Los poemas aquí seleccionados forman parte de este último poemario.




martes, 30 de julio de 2024

El calendario maya, de M.D. Álvarez

 


¿Qué se encuentra tras el calendario maya?Parecía fácil la respuesta, pero tras deliberar ampliamente la posible respuesta, he de decir que la resolución a esa pregunta iba a ser ardua y enigmática. Aunque trataré de aclarárosla lo mejor que pueda. 


Al parecer, conocían los secretos más profundos y aterradores del planeta y, por lo visto, tenían la intención de transmitirlos con todo lujo de detalles, pero tuvieron a bien transmitirlo en su calendario sagrado en el que separaban por épocas las cinco edades del planeta. 

Se habían cumplido cuatro de las cinco predicciones de su sagrado calendario. El único problema fue que lo grabaron en su idioma, totalmente desconocido para nosotros y del que no había constancia alguna.

¿Cómo íbamos a suponer que ya habían pensado en eso? No se nos ocurrió mirar tras el bloque de basalto olivino, donde fue grabada la transcripción en nuestra lengua. 

Si lo hubiéramos sabido, a estas horas ya conoceríamos nuestro futuro, pero puede que ya sea tarde para nuestra civilización. En cuanto a la pregunta del principio, ya dije que intentaría aclarárosla... 

La última profecía viene a decir que el final de nuestro futuro era ser abrasados por una gran tormenta solar. La fecha no la precisaban, pero estaba muy próxima.

Quién sabe si hubiéramos podido descifrar este entramado en la época en que fue descubierto el bloque de basalto olivino; quizás habríamos tenido alguna oportunidad. 

Y antes de que preguntéis: soy el quinto sacerdote que escribió tras el bloque lo que ocurriría en nuestra época.

M. D. Álvarez

sábado, 27 de julio de 2024

Días en Venecia, de Santiago Montobbio (Reseña nº 1074)


 

Santiago Montobbio
Días en Venecia
Ònix Editor, 2024

Durante estas más de mil reseñas, o comentarios de diferentes libros que voy leyendo, os he hablado mucho y bien de la obra de Santiago Montobbio, quien ha tenido a bien honrarme con su amistad casi desde el primer momento.

A lo largo de las dos últimas semanas os he venido comentando, en las redes sociales, diferentes aspectos de este libro, que no es un libro de viajes, pero que podría pasar, sobre todo su comienzo, por un libro de viajes para conocer Venecia como ninguna guía turística, ningún viaje programado, ninguna agencia, nos la haría visitar. Es mucho más que eso. 

Dos etapas que el autor nos narra con su acostumbrada vehemencia: una en diciembre de 2011, donde estuvo en la ciudad cuatro fechas, más unos días previos, y la segunda tres años después, en julio de 2014, del 16 al 22 y que mira cada rincón, en uno y otro viaje, casi con ojos nuevos.

Santiago nos dice que no hay que leer nada de Venecia, "Venecia hay que pasearla. Perderse en ella. Y con ella. Y es verdad. Así hay que hacer con una ciudad, y más con Venecia", pero yo os digo que tras leer estas primeras páginas, pasearé por Venecia de la mano de  Días en Venecia.

Dos momentos, tres años de diferencia, pero Venecia une ambas partes, como une sus islas y sus calles inundadas.

En estos tiempos en que las voces se alzan contra la masificación del turismo, contra los miles y miles, o millones de turistas que visitan ciudades, islas, mundos, el autor se pregunta si se puede decir algo nuevo sobre Venecia, y se responde así mismo que hay que escribirla, que afortunadamente escribimos y que Venecia hay que escribirla

Santiago Montobbio nos descubre lugares, y repito que no es un libro de viajes, que puedes pasar por su lado, y que si no lo sabes, no lo ves. "En Venecia hay que ir libre, todo esto. Y sí, es así, y así lo digo. Pero da miedo la ignorancia -como el olvido. Y la vez pasada vimos- indico- la Scuola Grande di San Rocco porque lo leí en un libro", y sirva este comentario como ejemplo.

A diferencia de las anteriores obras que he leído de Santiago, esta actual está escrita en prosa, y eso hace más interesante leer estos Días en Venecia, que os recomiendo, por sus reflexiones sobre la escritura, sobre el oficio de escribir, de la traducción de las obra a otro idioma y, sobre Venecia.

Siempre os quedará Venecia.

Francisco Javier Illán Vivas

jueves, 25 de julio de 2024

Selección poética de Guillermo Molina

Mi cabeza
es un renglón torcido,
un verso derrumbado,
un escenario vacío
donde la función ha terminado.
¿Qué me queda dentro?
Si hasta en mi vacío me pierdo
y buscándome no me encuentro,
si parezco el laberinto,
la verdad confundida,
encerrada en sí misma
que no encuentra la salida.
¿Qué hago?
Si estoy roto en mil pedazos
y ni uniéndolos todos apenas sano,
si el miedo me persigue
y me tiene
en un rincón acorralado.
¿Qué hago?
Si cada paso
es un paso equivocado,
si sigo esperando, quizás,
en el andén equivocado,
quizás el tren llega tarde,
o quizás ya ha pasado,
quizás tan solo soy el vagón vacío
de un tren descarrilado.
Dime,
por favor,
¿qué hago?
Si tan solo soy la certeza
que en un mar de dudas
ha naufragado.
Para mis adentros

***

Los recuerdos
se escapan de la memoria

como agua de mis manos,

mis manos,

arrugadas y temblorosas,

mi voz, como mi mente,

confusa y desconocida,

y a cada palabra

me pregunto si soy yo

esa persona que habla.

Y tú que lloras

y me coges de la mano,

preguntando cosas que no sé,

que no conozco,

que no sé si quiero saber,

y entre sollozos te marchas,

no sé quién eres,

ni a quién vienes a ver.

De nuevo sola,

en silencio,

en la calma de mi reflejo,

sin saber si soy yo

la persona que está

al otro lado del espejo.

Me siento como

un reloj averiado,

marcando la hora

de un momento equivocado.

A veces despierto

a solas en mi habitación,

intentando luchar contra el olvido,

que me tiene

acorralada en un rincón.

Un monstruo llamado Alzheimer

***

A dos centímetros,
yo de ti,
tú de mí,
casi pegados,
sin llegarnos a tocar,
el uno frente al otro,
tus ojos, mis ojos,
mirándose, apenas sin pestañear,
deleitándose con la música,
dulce melodía, calma,
que resuena en la mirada
queriéndose rozar el alma.
A dos centímetros,
tu boca de la mía,
rezando deseo,
suspirando te quieros
que nos roba, bandido, el silencio,
queriendo susurrar, decir, hablar,
gritar, sentir, volar,
tocarnos, como nadie
nos ha tocado jamás.
A dos centímetros,
yo de ti, tú de mí,
casi pegados,
sin llegarnos a tocar,
separados
por los dos centímetros,
que separan
el sueño de la realidad.
A dos centímetros

***

No veo, no hablo, no escucho,
apenas si me puedo mover,
apoyado en un bastón,
o empujando unas ruedas,
que mueven el sueño
de poder volver a usar mis pies.
Unas veces
parezco estar despierto,
mientras me ausento
y estoy en otro lugar
intentando salir de mi laberinto.
Otras estoy sonriendo,
mientras que por dentro
algo me come,
y me voy muriendo.
Cada día es solo un obstáculo más,
nos dieron puertas,
pero no las llaves
para poderlas atravesar.
Somos guerreros sin armas,
luchando en batallas,
mientras nos dicen
que no podremos ganar.
Pero imposible, no es imposible,
imposible tan sólo cuesta
un poquito más.
Guerreros de la vida

***

Secretos de buhardilla,
tristes sonrisas,
bocas que gritan silencio,
heridas que traspasan la piel,
tristeza que te come por dentro.
Sexo, maldito sexo,
que no define
quién quiero ser.
Una vez más
ante el cristal,
yo, solo yo,
y mis ganas
de no mentirme más,
de abrirme el pecho,
sacar el alma,
y gritar: ¡libertad!
Y que grite conmigo
quien quiera gritar.
Qué bonito sería,
si no cayese la noche
cuando se apaga el día.
Si dos hombres
que pasean de la mano,
no llamasen la atención.
Si dos mujeres
no tuvieran que mirar atrás,
cada vez que se quieren besar,
Si por la manera de vestir,
o la forma de caminar,
no se le negase a nadie
el derecho de poder vivir en paz.
Si el amor
fuese tan solo amor,
y no lo definiese
la persona con quien estás
bajo el edredón.
Si mi cuerpo fuese
una extensión de mi alma,
y no una cárcel,
donde vive encerrada.
Si mi vida
fuese tan solo mía,
y yo decidiese
como quiero vivirla.
Si el mundo fuese un lugar mejor,
donde no importase la clase,
el sexo, el género o el color,
un lugar, donde sin temor,
todos pudiéramos disfrutar
del sabor de la libertad.
Qué bonito sería,
si se apaga la noche,
que nos ilumine el día.
Si se apaga la noche, que nos ilumine el día



Guillermo Molina (22/03/1981) natural de Blanca (Murcia), pero afincado en San Pedro del Pinatar.

Poeta tartamudo, que comenzó a escribir por la necesidad de gestión emocional tras el fallecimiento de su padre, encontrando en la poesía un refugio y una herramienta para la mejora de su tartamudez.

Sus poemas han tenido reconocimiento local y regional, así como repercusión más allá de las fronteras de España, se caracteriza por una poesía sencilla, directa y juguetona, con finales que hacen resonar en los adentros más profundos. Su poesía toca temas muy diversos, tanto enfermedades, condiciones, reivindicativos, como de otras índoles.

Su característica más notoria es que habitualmente el título del poema se sitúa al final del mismo, para no dar pistas al lector e intentar brindar una experiencia más inmersiva.

Su primer poemario "Ventana al alma" auto-editado y publicado, ha tenido más repercusión de la por él esperada, y ya está.