jueves, 21 de noviembre de 2024

Las montañas azules, de M.D. Álvarez

 


Habían transcurrido 10 años desde que su grupo desapareció en las misteriosas montañas agrestes. La expedición estaba encabezada por el mejor guía del mundo, su marido, aunque aún era joven. Tenaz en su haber, el descubrimiento del pasaje oscuro, el paso del diablo, el desfiladero carmesí y otros muchos más.

Ahora tendría 28 años y ella seguía esperándole. Cada vez que llamaban a la puerta, corría pensando que era él quien volvía a ella. Cuando abría, su desilusión era notoria, pero un día recibió un enigmático paquete que le había enviado él. Abrió el embalaje y se encontró con un fragmento de una saga nórdica del que nadie tenía conocimiento. Iba acompañado de una carta manuscrita de él.

Mi vida, siento no haberme puesto en contacto contigo antes, como te prometí. Ahora estoy aislado y perdido sin ti. Encontré este fragmento: la localización de mi habitación está interrelacionada con él. Si logras descubrir de dónde salió, me hallarás. Te quiero, vida mía; te echo muchísimo de menos.  
Tuyo para siempre,  
Stephen

Ella lo presentía; sabía que no estaba muerto. Tenía que descubrir de dónde lo había obtenido.

Al parecer, el paquete fue enviado desde Nova Kajovka, una ciudad de Ucrania. Era su oportunidad; debía ir a buscarlo.

Sus ancestros eran nórdicos y las runas no eran un problema, ya que pudo descifrar que era la historia de un joven montanero separado de su grupo, perdiéndose en las montañas azules cuando intentaba regresar junto a su amada.

La ubicación de su amado era en las Montañas azules de los Cárpatos.

Con el fragmento de la saga nórdica en una mano y la carta de Stephen en la otra, ella se preparó para su viaje a las Montañas Azules de los Cárpatos. Estas montañas, conocidas por su belleza y misterio, se extendían a lo largo de varios países de Europa del Este, incluyendo Ucrania

Al llegar a Nova Kajovka, se encontró con un pequeño pueblo pintoresco, rodeado de frondosos bosques y montañas imponentes. La gente del lugar era amable, pero pocos hablaban inglés. 

Afortunadamente, su conocimiento de las runas y la historia nórdica le permitió comunicarse con algunos ancianos que recordaban leyendas similares a la que Stephen había mencionado en su carta.

Uno de los ancianos, un hombre de barba blanca y ojos penetrantes, le habló de una cueva oculta en las profundidades de las montañas. Según la leyenda, esa cueva era el hogar de un antiguo guardián que protegía secretos olvidados. Con un mapa rudimentario dibujado por el anciano, ella se adentró en las montañas, decidida a encontrar a Stephen.

El camino era arduo y peligroso, con senderos estrechos y acantilados vertiginosos. Pero su amor por Stephen le daba fuerzas. Después de varios días de viaje, llegó a la entrada de la cueva. Las runas talladas en la roca confirmaban que estaba en el lugar correcto.

Dentro de la cueva, la oscuridad era total, pero una luz tenue emanaba de las paredes, revelando más inscripciones rúnicas. Siguiendo las pistas dejadas por Stephen, llegó a una cámara oculta. Allí, en el centro de la cámara, encontró una caja de madera antigua. Al abrirla, descubrió otro fragmento de la saga nórdica y una brújula antigua.

La brújula, sin embargo, no apuntaba al norte. En lugar de eso, parecía señalar hacia un punto específico en las montañas. Con renovada esperanza, ella siguió la dirección indicada por la brújula, sabiendo que cada paso la acercaba más a Stephen.

Siguiendo la dirección indicada por la brújula, ella avanzó por senderos cada vez más estrechos y empinados. La vegetación se volvía más densa y el aire más frío a medida que ascendía. Después de varias horas de caminata, llegó a un claro en medio del bosque. Allí, en el centro del claro, se alzaba una antigua torre de piedra, cubierta de musgo y enredaderas.

La torre parecía abandonada, pero algo en su interior le decía que estaba en el lugar correcto. Con cautela, empujó la pesada puerta de madera y entró. El interior estaba oscuro y polvoriento, pero la luz de su linterna reveló más inscripciones rúnicas en las paredes. Siguiendo las pistas, subió por una escalera de caracol que crujía bajo sus pies.

Al llegar a la cima de la torre, encontró una habitación pequeña y sencilla. La puerta entornada reflejaba una tenue luz danzarina. Ella se aproximó y abrió cuidadosamente la desvencijada puerta. Dentro, un hombre joven con una poblada barba negra escribía de espaldas a la puerta. Ella se acercó cautelosamente y colocó sus manos sobre el hombro, diciéndole al oído: "Te encontré, amado mío".

Él se estremeció. ¿Sería verdad que era ella o una de las muchas criaturas que poblaban tan dantescas montañas? Se giró cautelosamente y, al verla frente a él, su esperanza se renovó. La besó con pasión.

M. D. Álvarez

domingo, 17 de noviembre de 2024

Voces poéticas actuales en dialecto murciano, de VV.AA. (Reseña 1090)

 


VV.AA.
Voces poéticas actuales en dialecto murciano
Murcia, 2023

Con el subtítulo de Poetas actuales en panocho (Murcia capital y huerta) y en otras variedades comarcales del murciano, Pedro Antonio Martínez Antolinos reúne a 33 autoras y autores que escriben, pero sobre todo recitan, en el dialecto murciano, en las diferentes variedades que existen, en un intento de que no se pierda y muy alejados del folclore y la fiesta con que parece que siempre se recita el panocho, que es una variedad del murciano centrada en Murcia capital y su huerta.

Escribe el autor del prólogo, Juan José Navarro Avilés que "el murciano, o conjunto de las hablas murcianas, tiene una base mozárabe, que es la lengua que hablaban los cristianos durante la dominación musulmana, a la que se sumaría la influencia árabe, más las aportaciones repobladoras del aragonés, del catalán-valenciano y, sobre todo, y en definitiva, del castellano, de ahí su riqueza léxica, por la que es considerado como una `joya filológica`".

Y 33 autoras y autores muestran en esta antología esas afirmaciones. Alicia Moya Oliver, Andrés Nieto Conesa, Antonio López Vidal, Antonio Martínez Martínez, Antonio Roca Alfonso, Dolores Sevilla Pérez, Emilio Estrella Sevilla, Emilio Soler Poveda, "Facorro" Jusepe Escolar Montoya, Fernando González Marquina, Francisco Medina Ortín, Francisco Vidal López, Frasquito Fernández Egea, Joaquín García Box, Jose Fina Bermejo Martínez, José Javier García Moreno, José María Cecilia Rocamora, José Vera Lajarín, Juan Abenza Valverde, Juan Carlos García Hoyuelos, Juan José Navarro Avilés, Juan Tomás Frutos, Koki- María Jesús Marín, Lola de la Cruz, Manuel Marco García, Maria Dolores Orenes Bernabéu, María Jesús Lacarcel Carreteri, Nicolás Galiano Mondéjar, Pilar Egea Fernández y Teresa Hernández Martínez.

Francisco Javier Illán Vivas

jueves, 14 de noviembre de 2024

Convocado el II Certamen literario Carlos Valcarcel Mavor, de la Asociación de amigos de la capa de Murcia

 


 

 


 


La Asociación de amigos de la Capa en Murcia convoca el II Premio literario Carlos Valcarcel Mavor, con las bases que se reproducen en las imágenes de arriba. El plazo de recepción de originales comienza el 1 de noviembre de 2024 y finaliza el 20 de diciembre de 2024.

Los relatos deben ser inéditos, no pendientes de resolución de ningún otro concurso literario, de una extensión máxima de 3 páginas, con letra Arial tamaño 12, temática libre, sin olvidar que el concurso se convoca para dar relieve a la cultura de la Región de Murcia, al uso de la Capa Española.

La documentación que se cita hay que remitirla al correo electrónico que se menciona en el base 4ª de las bases.

martes, 12 de noviembre de 2024

Inif, hielo azul, de M.D. Álvarez

 


Su mirada era fría como el hielo, pero aún tenía algo de humanidad. A penas sentía el frío; era la última de su especie. Había luchado valientemente contra los que habían asesinado a su familia. 

Su aspecto era imponente y tenía una rara belleza. Su vida había transcurrido en los fríos bosques de la sexta Era Glaciar. Pertenecía a una de las grandes tribus del norte. Su nombre es Inif..

Su tribu fue diezmada por los de la tribu del Oeste. A raíz del ataque, los supervivientes, la familia de Inif, decidieron abandonar sus queridos bosques para unirse a otras tribus. 

Una de las avanzadillas de la tribu atacante les siguió para acabar con ellos. Pero cometieron un terrible error: no comprobar que todos habían muerto; Inif sobrevivió y juró vengarse de los asesinos de su familia.

Ella era ahora la portadora del secreto del hielo azul; su abuelo se lo había entregado antes de partir de los sagrados bosques del norte. Él era Onahok, gran chamán de las antiguas tribus del norte. Tras abatir a la avanzadilla, erigió un gran túmulo donde sepultó con todos los honores a su abuelo, su padre, su madre y su hermano pequeño. 

En el túmulo, clavó sobre estacas las cabezas de los asesinos de su familia, a modo de aviso. A quien profanara el túmulo sufriría la misma suerte..

Partió en busca del jefe de la tribu del Oeste, que trataba de dominar los territorios del norte antes del invierno, pero el tiempo se le echaba encima. El mejor aliado de Inif se acercaba; un viento glaciar del norte avisaba de que el invierno ya estaba en ciernes. Inif esperó a que las Ordás de Cratok se arrebujaran para pasar el invierno; cubiertos de pieles, eran como enormes focas fáciles de cazar. 

Su tribu la protegía; desde pequeños, se les enseñaba a no temer al frío y a que podían sobrevivir con tan solo una piel de lobo, incluso con temperaturas tan extremas como para helar los arroyos. 

En cambio, la tribu de los Cariuk estaba acostumbrada a sitios cálidos con altas temperaturas. De seguro que no sobrevivirían al invierno que se avecinaba, ni aun cubriéndose con todas las pieles que se agenciaran. Inif estaba segura de que, si dejaba hacer a su aliado, le libraría de la mayor parte de los Cariuk, pero al jefe lo quería para ella..

Empezó a urdir un plan para separar y diezmar a la tribu de Cratok. Simularía que quedaban supervivientes de su tribu y les obligaría a volver a los Sagrados Bosques del Norte, donde estaría en su propio elemento. 

Así que preparó una gran hoguera, que fuera vista por las ordas invasoras y así llamar su atención, para atraerlos hacia los bosques del norte. 

Pero algo iba mal; no la seguían más que una avanzadilla. Ella quería acabar con todos aquellos que masacraron a su tribu. Decidió esperar oculta en el hielo. Sabía que Cratok no era tonto y enviaba a sus peores hombres para debilitarla. Y tenía razón, porque tras la tercera avanzadilla iba su grupo de élite. 

Esa era harina de otro costal; cuando se enfrentara con ellos, tendría que ocuparse de uno en uno. Mientras tanto, se ocupó de las tres avanzadillas para ir calentando los músculos.

Había llegado el día. Se tendría que enfrentar a la tropa de élite de Cratok. Eran un grupo de siete hombres altamente disciplinados; sería difícil, pero no imposible. Además, se avecinaba una tempestad y eso la favorecía, pues se movía como nadie entre la ventisca. 

La tormenta le permitió liquidar a cinco de ellos. Los colgó frente a la choza de Cratok. Éste, preso de ira, ordenó plagiar el campamento de trampas, pero no contaba con el amuleto de Inif, que le avisó y pudo esquivar las trampas. A la mañana siguiente, todo estaba desierto; todos estaban muertos, salvo Cratok, que no sabía a qué atenerse. Sus dos escoltas yacían muertos a los pies de su cama y ni siquiera los había oído.

Por fin, Inif se hallaba ante el asesino de toda su tribu. Lo retó en un combate singular y este aceptó, menospreciando a Inif. No sabía lo que se le venía encima. Inif invocó al poderoso espíritu de su tribu., 

 Su poder fue tan aterrador que Cratok finalmente supo que no debería haber acabado con la tribu de los bosques del norte, de la que Inif era su última pobladora. Inif desató los fríos que atenazaban su poder y borró de la faz del planeta a Cratok, del que no quedó ni el nombre. Al fin había podido vengar a su familia. Tras lo cual se unió a la tribu de los moradores de los bosques del oeste.

M. D. Álvarez

domingo, 10 de noviembre de 2024

La granja de Laurita y La charca de la granja de Laurita, de Magdalena Cánovas Martínez (Reseña nº 1089)

 


Magdalena Cánovas Martínez
La granja de Laurita y La charca de la granja de Laurita
Diego Marín Editor, 2017

Un poemario doble para niños, donde la autora les irá dando a conocer, a un ritmo sencillo y algunas veces musical, a los diferentes habitantes de la granja: el mirlo (que no tiene nombre); Sombra, el perro vagabundo; Duque; al gatito Pegote, al asno Juanito y así sucesivamente, sin olvidar a la vaca Maravillas o al borrico Carabante o al gallo Perico.

Es un poemario muy educativo, y creo que con ese objetivo lo escribió e ilustró la autora. Os preguntaréis quién es Laurita. Pues es la nieta de Magdalena, y a quien va dedicado el poemario doble, "por su extraordinario amor a la naturaleza".

Terminada de repasarla granja, el segundo poemario se centra más en la naturaleza que rodea la granja, y en esta ocasión las ilustraciones son de Amelia Alberola Planelles. Empezando por los niños de la granja, conoceremos a patos, fochas, cisne, ranas, libélunas, abejorro... toda esa naturaleza que lucha por vivir a pesar de la intervención destructiva del ser humano.

Sencilla lectura. Nos recoge un rato en ese mundo de la inocencia de la juventud, algo que, como dice el autor del prólogo, Jesús Cánovas Martínez, siempre está dentro de cada uno de nosotros.

Francisco Javier Illán Vivas


martes, 5 de noviembre de 2024

El árbol sagrado, de M.D. Álvarez

 


El árbol solitario permanecía inamovible en aquella gran pradera donde tan solo crecía el grande y majestuoso. Como un guardián, permanecía expectante, único en su género.

Sus ramas albergaban multitud de especies, alcanzaban gran altura, llegando a tocar con sus ramas más altas los tenues rayos lunares. En las ramas más altas habitaban los seres de la luna, pues adoraban a su amada madre. Las ramas más bajas amaban a su madre, la Tierra. 

Un buen día, las dos especies dominantes discutieron; querían proclamar a sus respectivas madres como portadoras de luz. 

Tan cruenta fue la batalla que el gran árbol terminó por intervenir, diciendo: "¿A qué viene esta discusión? Si todos sois hijos de un mismo padre, vuestras madres os dejaron a mi cargo para cuidar de vosotros. Los de arriba son alimentados por su madre, la Luna, y los de abajo son nutridos por vuestra respectiva madre, la Tierra."

M. D. Álvarez

domingo, 3 de noviembre de 2024

Paloma y el corzo blanco, de Conchita Bayonas (Reseña nº 1088)

 


Conchita Bayonas
Paloma y el corzo blanco
Editorial Letra Minúscula, 2021

Me comentaba la autora que le extrañaba que leyese su novela infantil, pero le contesté que con mayor motivo, siempre hay que mantener la fantasía, la inocencia de esas niñas y niños que son capaces de leer tan delicadas historias.

En la que nos ocupa la protagonista es Paloma, pero también sus profesoras y compañeros de clase, ya que su colegio sale de excursión a lo que se conoce como Casona y Pabellón de Caza del Duque de Cerro-Blanco, que ya con ese nombre, podían imaginar lo que contenía: cientos de animales muertos y disecados. Algo que me recordaba viajes semejantes a un museo existente en la Comunidad Valenciana y cuyo nombre ya no recuerdo.

Paloma tiene una facultad, un sentido extraordinario, que ha heredado de su padre, y éste de su abuelo, y así en varias generaciones: puede entender a los animales, hablar con ellos. Y ellos, los animales de la finca que rodea la Casona, se comunican con ella para pedirle ayuda ante las costumbres cazadoras del administrador del lugar.

Y ahí comienza una aventura que hará las delicias de los lectores, sea cual sea su edad, hasta que Paloma consiga convencer a sus profesoras y a sus compañeros y compañeras de que los animales del lugar, especialmente los corzos blancos, están en peligro.

Esta edición que he leído está ampliada y corregida.

Francisco Javier Illán Vivas