Me
recuerdo cuando era jovencita muchas tardes de sábado viendo
películas españolas de Marisol y Rocío Dúrcal junto a mis padres.
Esas muchachitas alegres y risueñas representaban un modelo de
adolescente a seguir que el antiguo régimen propugnaba, buenas hijas
y buenas ciudadanas en tiempos de pensamiento único y censura
férrea, ni por asomo debían cuestionar la realidad política y
social.
Debo
confesar que funcionó durante un tiempo hasta que pude comprobar que
otras películas realizadas en otros países no eran tan
complacientes con su entorno, me refiero a títulos como Rebelde
sin causa (1955, Nicholas Ray) que aborda temas como
conflictividad y delincuencia juveniles, Semilla de maldad
(1955, Richard Books) anticipo de otra cinta muy reconocida Rebelión
en las aulas (1967, James Clavell).
En
ambas los profesores se enfrentan a alumnos conflictivos logrando
ganarse su respeto.
No
todo fue rebeldía pues la industria cinematográfica también
deseaba contentar a aquellos espectadores que acudían al cine para
evadirse con románticas y edulcoradas historias de amor
protagonizadas por estrellas como Sandra Dee y Connie Stevens que
representaban el papel de jovencitas inocentes, ingenuas, recatadas,
comedidas en peliculas como En un isla tranquila al sur,
(Delmer Davis) y Parrish (1961, Delmer Davis).
Sandra
Dee llegó a ser tan popular que fue mencionada posteriormente en la
película Grease (Randall Kleiser ,1978) por Rizzo, la amiga
de Sandy (Olivia Newton-John). En cuanto a galanes, Troy Donahue
representó a un muchacho honesto y responsable en las antípodas de
James Dean y Marlon Brando en Salvaje (1953, László
Benedek).
No
se podría calificar de comedida a la adolescente Lolita
(1962, Stanley Kubrick) En palabras del maduro profesor enamorado
Humbert: “ella es mezcla de ingenuidad y engaño, de encanto y
vulgaridad, de deprimente malhumor y optimista alegría, Lolita podía
ser cuando quería una chiquilla exasperante “.
Kubrick
tuvo que hacer cambios en el guión para burlar a la censura
eligiendo a una jovencita de dieciséis años para el papel de una
adolescente que en la novela tiene doce años. A pesar de su
sutileza y empeño en no caer en la grosería para algunos sectores
fue un escándalo.
El
tema del amor intergeneracional ha sido llevado al cine en otras
ocasiones como en Verano del 42 (1971, Robert Mulligan,),
American Beauty (1999, Sam Mendes) en la que una jovencita
aparentemente segura de si misma juega a seducir al padre de su
amiga.
Una
de las manifestaciones más extendidas es precisamente el deseo de
imitar a los adultos eligiendo las actitudes menos ejemplares de
estos, como beber, fumar, practicar sexo a edades cada vez más
tempranas, experimentar con drogas.
Un
fiel reflejo de esto es la película Kids (1995, Larry Clark)
que trata de las vivencias de un grupo de adolescentes de Nueva York
que consumen drogas y mantienen relaciones sexuales con la amenaza
del sida cerniéndose sobre sus cabezas.
En
España ya en la etapa de la transición, El Pico (1983, Eloy
de la Iglesia) Deprisa, Deprisa (1981, Carlos Saura) tratan
temas como drogas y delincuencia.
A
partir de los años ochenta debido a una mayor libertad de expresión,
los cineastas airean los trapos sucios de una sociedad que margina a
personajes inadaptados como:
Dawn
protagonista de Bienvenida a la casa de muñecas (1995, Todd
Solondz) , una niña de once años que se siente incomprendida tanto
en el instituto como en su propia casa.
La
película constituye un relato ácido de la sociedad americana, que
valora el culto a la imagen, la popularidad y la respetabilidad
social.
Eduardo
Manostijeras (1999, Tim Burton) una ácida crítica social de
gran belleza formal nos cuenta la incapacidad de un muchacho
diferente para integrarse en la sociedad hipócrita manipuladora que
le rodea. Muchos adolescentes se sienten identificados con el
protagonista de ese cuento fantástico.
Derek
de American History X (1998, Tony Kaye), un joven neonazi
de conducta violenta en el pasado que trata de apartar a su hermano
menor del camino que le llevó a prisión. Otro rasgo de muchos
adolescentes es la admiración hacia personas adultas de la familia a
los que toman como referentes, adoptando una conducta equivocada que
si no se corrige a tiempo lleva a un amargo final.
Estos
son algunos ejemplos que ilustran la problemática adolescente. Es
una de las caras de la moneda, por suerte también el cine muestra el
lado más amable de una juventud desenfadada, vitalista, alegre en
cintas como American Graffiti (1973, George Lucas), Regreso
al futuro (1985, Robert Zemeckis), Los Goonies (1985,
Richard Donner) que muestra a un grupo de amigos que sueñan con
encontrar un tesoro, ¿Quién no ha deseado vivir aventuras
emocionantes en su adolescencia acompañado de sus mejores amigos?
Justamente
esa es la propuesta de esta simpática y entrañable película que
tuvo un gran éxito al igual que Cuenta conmigo (Stand by
me 1986, Rob Reiner) otro relato cinematográfico que subraya
importancia de la amistad, la cohesión y la comprensión en un
grupo que te anima y te consuela en los malos momentos. Con ellos,
con tus amigos vives experiencias que al recordarlas de adulto te
hacen sonreír con nostalgia como le ocurre al personaje de Richard
Dreyfuss.
En
Barrio (1998, Fernando Leon de Aranoa) trata un
acercamiento a los sueños., proyectos e ilusiones de unos
adolescentes que se expresan con tal naturalidad que nos parecen
creíbles y cercanos con ciertas dosis de humor para no caer en el
dramón lacrimógeno. Ellos forman un grupo inserto en una
realidad grisácea y vulgar de la que aspiran a escapar para llevar
una vida mejor.
Juventud
divino tesoro como dijo el poeta Rubén Darío expresión que hemos
oído en boca de nuestros mayores que tantas veces sirven de guía a
inexpertos jovencitos por ello las películas emplean a personajes
de mayor sabiduría como los abuelos. En La princesa prometida
(1985, Rob Reiner) un genial Peter Falk le enseña a su nieto la
importancia del amor verdadero que profesa la princesa Buttercup a su
querido Westley en un mundo mágico de cuento medieval.
Otro
abuelo distinto a la mayoría es el abuelo Hoover que mantiene una
relación peculiar con sus nietos, un adolescente que se aísla en
su mundo y una niña encantadora de entusiasmo contagioso, Pequeña
Miss Sunshine (2006 Jonathan
Dayton, Valerie Faris).
El abuelo Hoover nos regala esta sabia sentencia: «El verdadero
perdedor no es el que no gana. Es el que tiene tanto miedo a no
ganar, que ni siquiera lo intenta».
Es
imprescindible mencionar una serie de TV que marcó a toda una
generación “Aquellos maravillosos años” en la que un
adolescente nos hacía participes de los acontecimientos que le tocó
vivir a finales de los sesenta y en la década de los setenta, su
primer amor, la relación con sus padres, con sus amigos, sus
ilusiones, sus éxitos y sus fracasos y los presenta de una forma
tan natural que muchos se veían reflejados en sus vivencias
relatadas con grandes dosis de humor y optimismo.
Existen
muchas más películas en las que aparecen adolescentes pero he
reseñado unas cuantas que ilustran diferentes aspectos de esta
etapa vital de nuestro desarrollo.
En
ocasiones me invade la nostalgia al recordar aquellos maravillosos
años. El adolescente que fuimos se haya aun dentro de nosotros,
dejémoslo que se manifieste con su ingenuidad, su capacidad de soñar
y asombrarse, su adhesión a los amigos y así a lo mejor
conectaremos mejor con nuestros hijos, nosotros también transitamos
por ese camino.
Cuando
volvemos la vista atrás seguro que se dibuja una sonrisa en nuestro
rostro pues con el paso del tiempo recordamos la parte más emotiva
y positiva de aquel proceso que nos hizo madurar y convertirnos en
los adultos que somos a base de tropezar y superar obstáculos.
Josefina Pérez Amorós. Diplomada en
Magisterio. Sus grandes pasiones son el cine y la lectura. Es nuestra especialista en cine.
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