La cripta de las estrellas
Appaloosa Editorial, 2013
La cripta de las estrellas es una novela a la que llegué gracias al Club de lectura de Blanca, donde asistí invitado por dos buenas amigas, Ángeles Cano y Ángeles Molina.
Allí conocí a su autora, la cartagenera de nacimiento, Chus Sánchez, y parte de los entresijos de esta novela de aventuras, pues no podía ser de otra forma transcurriendo en el Egipto de 1798 y años posteriores. Pero es más que eso, es un entramado de relaciones personales entre dos personajes, Louis y Próspero, soldados del, por aquellos años, invencible ejército de Napoleón Bonaparte, quienes se verán separados y vivirán destinos muy diferentes cuando los aires del tiempo cambiaron contra el emperador francés. Y tendría que ser un capricho de ese juguetón destino quien les volviese a unir nuevamente, en París, en 1840, gracias una vez más al corso nacido en Ajaccio.
Los personajes aprenderán que "el tiempo en el desierto era como el viento sobre la arena, pasaba porque tenía que pasar" (Pág. 107), y que no hay peor cárcel que él, pues el "desierto es una cárcel sin rejas" (Pág. 85), donde hay que luchar con toda la voluntad para escapar y evitar así que ese tiempo y esa cárcel te aplasten bajo el peso de la interminable arena.
Aventuras teniendo como fondo la lucha de dos hombres y una mujer por escapar de una existencia sin futuro, sin sentido; creando entre ellos, Próspero, Mehmet y Kalitza, unos lazos más fuertes que los de la propia familia.
¿Qué ocurrió para que el fiel soldado Próspero Moreaux perdiese la fe en Napoleón I, su ídolo de juventud, a quien tenía en "un pedestal de gloria" (Pág. 250) y comenzar a pensar- "el peor destino que podía esperar un soldado" (Pág. 64)- y necesitar "comprender el porqué de las órdenes que recibía, el motivo que escondía cada misión" (Pág. 63)?
Egipto tiene muchos secretos, desconocido lector de estos no tan abruptos Acantilados de papel. Tú lo tendrás que descubrir adentrándote en La cripta de las estrellas, en la tumba de Seti I, allá, en el Valle de los Reyes.
Mientras, yo, es éste cálido verano de 2013, te esperaré sentado en una mesa de Le Procope, en París. ¡Ah! Me pediré un calvados, como mi admirado Maigret.
Francisco Javier Illán Vivas
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