martes, 6 de agosto de 2024

Angkorg, de M.D. Álvarez

 


Eran las ruinas mejor conservadas de todo Camboya. Los bajorrelieves más maravillosos y mejor logrados se encontraban ocultos en la profunda selva. Pero lo verdaderamente extraordinario e inexplicable fue cuando los descubrieron. El templo Bayon, donde los rostros con la sonrisa más enigmática eran idénticos al de mi esposa, Li Wang. Ella quedó petrificada ante la magnitud de mi hallazgo.

Lo que nunca me contó es que ella pertenecía a la casa real de Jayavarnam II, que reinó a comienzos del año 802 d. C. El rostro tenía una enigmática sonrisa que representaba el rostro de Indra Avalokiteshvara mirando hacia los cuatro puntos cardinales.

Cuentan que la sonrisa de las cuatro faces transmitía una paz increíble e insondable. Las 54 torres con cuatro rostros en cada torre le daban a la ciudad un aspecto inquietante. 

Las ceibas habían tomado la ciudad, engulléndola casi por completo, dejando a simple vista uno de los enigmáticos rostros que daban paso a los más intrincados misterios. 

En sus muros se hallaban los bajorrelieves más largos y mejor conservados del mundo, donde se cuentan las historias de grandes batallas entrelazadas con diosas bailarinas. 

Todo el conjunto de bajorrelieves se puede comparar con la Ilíada, aunque de mucha mayor magnitud. Podría tratarse de una de las mayores representaciones del Mahabharata. Y mi mujer era descendiente de los grandes reyes de aquel imperio de guerreros y dioses.

M. D. Álvarez

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