sábado, 17 de noviembre de 2018

Cruzar el río, de Rosa Campos Gómez (Reseña nº 855)

Rosa Campos Gómez
Cruzar el río
Editorial Tres Columnas, mayo de 2018

Segisa, el pueblo que Rosa Campos nos presenta en su más reciente novela, puede ser cualquier pueblo de cualquier lugar, aunque su nombre nos pueda recordar a Segóbrida, por ejemplo; pero sobre todo, y no creo equivocarme, que a Siyasa, en antiguo nombre de Cieza, donde ahora reside.

Este dato debe orientarnos hacia donde va la trama de la obra que nos ocupa, y que se va a deslizar ante nuestros ojos con la placentera tranquilidad que el cauce de un río cualquiera desciende en terreno llano.

La protagonista es una mujer, Amalia Alcaráz, que desde muy joven renunció a sus sueños por el amor de quien, pasado un tiempo, la dejó para vivir en Londres. Pero la dejó con una carga de dos hijos, Desta y Carlos.

Y ella, lejos de venirse abajo, lucha por sacar a sus hijos adelante, sin más ayuda que su juventud y sus energías. Hasta que la crisis le obliga a desplazarse desde la ciudad al pueblo, el citado Segisa, a vivir con su padre, quien cobra una pensión no muy voluminosa.

Sin estridencias, como nos adelanta en la contraportada de la novela, Amalia representa la eterna lucha de la mujer por reivindicarse, por tener las mismas oportunidades que el hombre y, para desgracia de ella -si se puede decir así- que persevera en la esperanza de que él, Ricardo Ruíz, regrese.

Es una novela que huele "a lo grande y a lo pequeño de un urbanismo local, a lo sutil que anidaba en todo ello: la calle olía a sol, ya parapetado en los tejados, ya resbalándose por las fachadas que miraban al poniente, y a agua gris de fregar las baldosas con un punto de símil aroma a pino".

Amalia, Desta, Carlos y Pascual se convertirán, lector, en unos entrañables compañeros que revivirán recuerdos del pueblo del que todos, todos, procedemos.

Francisco Javier Illán Vivas

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