Sólo os diré que estoy vivo
Ediciones Vitruvio, 2016
Llevo años leyendo, y disfrutando, de la poesía de Eduardo López Pascual, a quien conocí gracias a ella, y con el cual, desde entonces, me une una profunda amistad y un enorme respeto. Ahora he tenido la oportunidad de disfrutar de su último poemario publicado, el que nos ocupa esta semana, y recupero esos momentos íntimos de unión entre el poema y el lector, que os aseguro no había encontrado desde hace bastante tiempo, demasiado tiempo.
Eduardo, quien dice que "siempre ha tradado de hacer poesía dsde mi condición de testigo y testimonio de una vida que asumimos con toda su diversidad...", quiere, aquí, ser testigo, pero también hacérsenos presente, que sepamos que hoy, aún, está vivo y escribe. Ah, cuánto tendrían que aprender esos hacedores de antologías que olvidan poetas tan profundos, tan de verdad como el que nos ocupa. Estos errores deberían pagarlos con el destierro durante una década, al menos.
Porque el poeta nos lo confirma:
Estoy vivo. Se que es cierto porque
he bebido de las entrañas más hondas,
de todas las horas de ensueño y de martirio,
de la gloria y del fracaso.
El presente poemario tiene, además, a mi entender, una separación por partes muy apropiada a cada uno de los poemas que la componen y que, os aseguro, no es fruto de la casualidad, sino de un estudio a conciencia del mensaje que el poeta quiere darnos.
Testimonio de una vida, que no se acaba, afortunadamente, que llega a su madurez creativa, para nuestro placer como lectores, es la poesía actual de Eduardo López Pascual.
Francisco Javier Illán Vivas
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