Salvador Navarro
Huyendo de mí
Algaida Editores, 2015
Salvador Navarro nos presenta una novela muy actual, si no fuese porque la propia actualidad ha destrozado todas las previsiones tras los asesinatos que se están produciendo, cada poco tiempo, en París.
Un gabinete de arquitectos con cierto prestigio, el mundo de la construcción, de las subvenciones públicas, de vivir por encima de toda probabilidad económica, el mundo de la droga y la moda, de las fiestas sin fin, del alcohol... y la cruda realidad que se produce cuando el globo inmobiliario estalló en las propias narices de quienes lo crearon.
Además, la llegada a esos años difíciles en el que el hombre y la mujer hacen balance y comprueban que, en el 99,99 % de los casos, nada de lo que soñaron se ha cumplido y que ya la vida comienza a reclamar el pago de los excesos.
Leo, el personaje, no sé si principal de la novela, encuentra, inesperadamente para él, a Virginia, su primer amor, en una galería de arte regentada por Rodolfo, el amigo de su mujer Carmela. Un personaje, Rodolfo, que tendrá su importancia en la trama final de la novela. Desde ese momento se suceden los acontecimientos a una velocidad que agradece el lector.
Enrique, Alicia, Vlado, el resto de componentes del gabinete de arquitectos, Pilar, Carmela, la hija de Leo y Carmela, todo ello a una velocidad sin pausa hasta la muerte de Enrique, socio de Leo en el estudio de arquitectura, y la huida de Leo hacia ningún lugar, tras conocer a Pablo, amante de Víctor, pareja de Virginia.
Tal vez a partir de ese viaje a París de Pablo y Leo el autor se haya enredado en el desarrollo de la novela. A mi entender, le sobran unas cuantas páginas, pero retoma el interés del lector casi al final, cuando comienzan a descubrirse los secretos de Enrique, su relación con Rodolfo, cuando aparece Levallois, cuando...
Una buena y entretenida novela es la que nos presenta Salvador Navarro, pero que le hubiese venido bien un recorte de páginas. Por eso de que estamos en época de recortes.
Francisco Javier Illán Vivas
¡Muchas gracias por la reseña, Francisco Javier!
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