lunes, 7 de septiembre de 2015

La Venus de Milo, un misterio sobre otro misterio

La estatua de la Venus de Milo, que debe su nombre al hecho de haber sido encontrada precisamente en la isla griega de Melos, en 1.820, mide 2.01 metros de altura, tanto como algunas grandes jugadoras de baloncesto actuales.

Esta estatua se encuentra actualmente en París, en el museo del Louvre (que alberga una de las más ricas colecciones de arte públicas del mundo, con siete departamentos: antigüedades orientales, antigüedades griegas y romanas, pintura, escultura, objetos de arte y artes gráficas). Cuando fue encontrada poseía ambos brazos, uno de ellos tenía la mano derecha levantada con una manzana dentro (Melos significa en griego precisamente eso: manzana), y con la izquierda se cogía la ropa.

Nunca se ha sabido el verdadero significado de estos gestos, ni qué ocurrió de verdad con los brazos de esta estatua. En alguna parte he leído que los griegos se los rompieron, furiosos porque esta extraordinaria escultura hubiera caído en manos de los franceses. Los desveladores de enigmas pueden empezar a trabajar en ello. Todos se lo agradeceremos extraordinariamente.

Esta estatua, de la también llamada Afrodita de Melos, se cree que fue esculpida por un tal Agesandros entre 150 y 100 años a.C. ¡Ante usted, los amantes de la belleza femenina, nos quitamos el sombrero en señal de infinita admiración, señor Agesandros! Y qué maravillosas hembras existían en sus tiempos, amigo, sin necesidad de recurrir a la cirugía estética ni demás artificios modernos con los que consiguen nuestras féminas enmendarle la plana a la, en otros tiempos, sabia naturaleza. Tiempos en que la anorexia la conocían únicamente los prisioneros que eran sentenciados a morir de hambre. Pobrecitos, eran forzados, sin ellos quererlo, a quedarse sin carnes, víctimas de la maldad humana, no de la moda.


¡Avtio!

Andrés Fornells

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