martes, 1 de septiembre de 2015

Equipaje de amor para el silencio, de Ángela Hernández Benito (Reseña nº 739)

Ángela Hernández Benito
Equipaje de amor para el silencio
M.A.R. Editor, junio 2015

El equipaje con el que nos encontramos en la obra de Ángela Hernández Benito son veinticuatro relatos intimistas, algunos extensos, otros breves, como la brevedad de lo que nos ha tocado vivir a cada uno, y así comienza su libro: con una copa de vino brindando por la brevedad de la vida, no un vino cualquiera, sino el considerado el mejor y en las mejores copas, aquellas que unos pocos privilegiados pueden permitirse. Y un brindis, porque polvo somos y en polvo nos convertiremos.

No todo va a ser amargo en esta brevedad que nos ha tocado, hay momentos dulces, aunque los caramelos sean sin azúcar. Y eso, el tener unos caramelos al alcance de la mano puede convertirse en el mayor de los misterios, cuando hoy uno, mañana otro, van desapareciendo, llevando a la protagonista del segundo relato a pensar que está sufriendo los primeros achaques del Alzheimer. Con ella nos empeñaremos en descubrir el misterio de los caramelos desparecidos.

En estos relatos, como podemos leer en la contraportada, hay "de estructura y estilo clásico, con temas cercanos, como la brevedad de la vida y la fugacidad de nuestras pasiones, nuestros miedos cotidianos, la incomunicación..." el cuento, o el relato, como se les quiera denominar, tiene esa magia, puedes encontrar de todo en ellos y son breves, precisos, preciosos. Como ese consejo de Robert Herrick: coged las rosas mientras podáis, veloz el tiempo vuela.

Veloz el tiempo vuela entre dos amigas que han tardado más de treinta años en reencontrarse, demasiado veloz, porque el futuro siempre es una entelequia y el miedo a de fatal enfermedad siempre permanece solazado.

O la espera de él, de Abél Sánchez, el mismo nombre del personaje de Unamuno, y que cuando lo tienes a unos metros de distancia, la inexorable impide plantear todas las dudas de décadas de separación.

Pero, si tuviese que quedarme con un relato, por su contenido, sería el de "Señor en estado sólido". Porque una promesa es una promesa, y cuando se promete a un hombre leerle todos los libros de la biblioteca, eso, hay que cumplirlo.

El libro de relatos de Ángela Hernández fue accésit del IX Premio internacional Vivendia-Villiers de relato. Os invito a leerlo.

Francisco Javier Illán Vivas

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