martes, 27 de agosto de 2013

No me preguntes como frío un huevo

No habrá ocasión para comer de nuevo,
si tienes hambre, come de inmediato;
mete el dedo en la herida de mi plato
y rebaña el dolor del que me cebo.


Tarde o temprano tomará el relevo
de este triste menú mi asesinato.
La mesa estará puesta solo un rato:
no me preguntes cómo frío un huevo.


Cuando el tiempo me dé su sopa fría
-juez que excluye al gazpacho de su yugo-
elegiré por ley la hipocresía.


Con mis modales rudos, sobre el jugo
continuaré soplando así se ría
del caldo helado mi mayor verdugo.


Luis Miguel Rubio Domingo

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