lunes, 25 de marzo de 2013

Arrebol sonoro

Ignoto Tú,
Dios Póstumo
que vive.

Extática costumbre
de contemplar
tu ironía de hondura
divina y misterio
incomprensible de mi sed.
Como foso me ciega
el vacío urgente
de tu presencia en las cosas,
limita mi tiempo,
trocea mi risa
—¡mi alma extinta!—,
ante el horizonte inmóvil
donde baten tus horas.

De los caminos sin rostro
y quietos de tu boca
dejo el olvido
en la promesa
sedienta
del rastrojo que me abruma
y me asusta
sorprendido
ante tu muerte,
permanencia vieja
del dolor fácilmente
prendido a los ojos.
Sabes que no sé
y que no comprendo
tan tortuoso ejemplo
en tu presencia invicta
o terrible
si no fueras hombre.
Humano sentir
proclamo.

Tu soledad es la mía.
Son templo y dominio
de velada luz
de tópicos ante la nube
exacta en la hora,
inmensa
y silenciosa
que me ha de cesar.
Azota insistente
necesidad de la muerte
para tu gloria.
Ven, pero no me abrases,
perdido afán
sin límites
en la mirada triste
y desprendida
del viejo roble amigo
del sagrado bosque hendido,
¡Marana Tha!”,
en arrebol sonoro.

Jesús Cánovas Martínez 
De su libro Kyrie Eleison

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