En
uno de los muchos claros que había en aquel bosque se encontraba la
cabaña de un joven leñador. Estaba marcado con una maldición: cada siete
días debía dar rienda suelta a su espíritu salvaje.
En una de aquellas noches, vio a una bella doncella que paseaba tranquilamente por los senderos del bosque.
En
cuanto la vio, supo que sus destinos estaban tejidos por el mismo hilo
de la rueca del destino. Habían nacido el mismo día, eran Géminis y se
atraían.
Ella llegó a la
cabaña justo cuando comenzaba a tronar una fuerte tormenta. Él no se
encontraba allí en aquel momento, estaba dando rienda suelta a su bestia
interior.
Cuando llegó a
la mañana siguiente, se la encontró durmiendo en su cama. No osó
despertarla y se mantuvo en las sombras para ver su reacción.
El hilo que los unía era más férreo que el temor que podía causarle. Así que siguieron viviendo en la cabaña del bosque.
M. D. Álvarez
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