De
allí nadie volvía, y si lograba salir de aquel oscuro agujero, sus ojos
antes llenos de vida ahora se encontraban sumidos en la desesperación.
Lo
que vieron en el umbral de las sombras los aterrorizó de forma brutal y
salvaje. Por eso, los que hallaban la salida reflejaban en sus ojos
vidriosos las condiciones de aquel pozo sin fondo al que habían sido
desterrados por sus crímenes.
Los pocos que sobrevivían al enclave inhóspito de aquella mina nunca volvían a ser los mismos.
La criatura inhumana que los esperaba abajo exigía su diezmo, y si no cumplías, se llevaría tu vida.
M.D. Álvarez
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