Javier Hernández Velázquez
De un país en llamas
M.A.R. Editor, septiembre de 2021
Conforme voy avanzando en las obras que leo, supongo que como a todo lector, voy ganando ese plus especial de saber que estás ante una novela, un poemario, un ensayo, una obra teatral o, en general, una obra que va a merecer las horas de soledad que requerirán sus páginas.
Lo digo porque en la novela de Javier Hernández Velázquez me ha costado encontrar el punto que me situara en la trama. Son tantos los personajes, los momentos históricos, la trama policiaca, que temía no iba a situarme, aunque los breves capítulos y tan visuales, me animaban a leer más, a seguir adelante, y encontrarme finalmente con su personaje fetiche, con Mat Fernández (del que dicen se le parece tanto al autor que podría ser un trasunto suyo).
Tal vez ese sea el acierto de la novela que nos ocupa: que no da tregua al lector. Amante él del cine, del baloncesto, del fútbol también, de la música, adorna cada capítulo y cada conversación con anécdotas que acercan la ficción a la realidad tan cercana que parece sea una novela histórica, ¿o acaso no lo es? Y la sitúa en lugares conocidos, ciudades vivas, que conoce, que ha vivido, para que el lector siga avanzando sin apenas esfuerzo como si visionase postales de viajes.
He tenido la suerte de conocer al autor, y de charlar con él en varios lugares que hemos coincidido. En Tenerife, en Gijón, ... y, sí, reconozco con Mat Fernández se le parece, pero el plus que le da es ese personaje clásico de la novela negra, de las películas de detectives, que lo hacen cercano, conocido, heredero de tantos otros que nos han acompañado a lo largo de nuestra vida como lectores y como cinéfilos.
Intriga y política. O lo que es lo mismo, investigación y corrupción. Aquí Mat Fernández se desenvuelve como pez en el agua, recordándome al investigador Lew Harper, lo interpretara o no Paul Newman.
Francisco Javier Illán Vivas
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