lunes, 28 de diciembre de 2020

La catedral de ébano, de Pedro González Núñez (Reseña nº 940)


Pedro González Núñez

La catedral de ébano
M.A.R. Editor, 2020

¿Por qué la Catedral de Nuestra Señora de la Mismísima y Realísima Gracia pasó a llamarse Catedral de ébano? ¿Qué horrendos acontecimientos acaecieron en aquel sagrado recinto para que la mayor de las maldiciones cayese sobre él? ¿Y por qué un anciano y casi santo sacerdote decidió inmolarse en su interior con los fieles que le acompañaban?

Tales acontecimientos el paso del tiempo los ha convertido en leyenda y, la leyenda, en mito. Pero un mito que, entre los habitantes de la ciudad donde se levantan los actuales negros cascotes de la catedral, tiene todos los visos de realidad y actualidad. Porque periódicamente algún ilustre habitante recibe una extraña carta avisándole de la próxima muerte de un vecino, dando unas precisas y breves instrucciones. No significaría nada si no fuese porque, quien recibe la carta, irremediablemente muere en el plazo de apenas unos días.

Hasta que una de esas epístolas la recibe Jacinto Masegosa un 18 de abril de 1888, un hombre de ciencia, instruido en la Universidad de La Sorbona, doctor en medicina y que ha conocido a ilustres mentes de su tiempo.

Él mismo está llevando a cabo experimentos que significarán una revolución sin precedentes en la humanidad, pues afectan directamente al ser humano, a su esencia, y que se verán, a lo largo de la trama, cómo su obsesión le lleva a combinar estas investigaciones con la resolución de la maldición que reside, que habita más bien, entre los muros de la calcinada catedral.

Ésta es la trama que nos propone el lorquino Pedro González Núñez en su más reciente novela, intensa a pesar de su cien páginas. En efecto, el mencionado doctor Masegosa admira a personajes relevantes que se irán citando a lo largo de las páginas: Tesla, Kepler, Spinoza, Kant, el Papa Alejandro VI, Pascal, Descartes o Tomas Alva Edison. Incluso se sirve de los descubrimientos de alguno de ellos para avanzar en sus investigaciones.

El lector no sabrá en ningún momento dónde se ubica la negra catedral, y el gran secreto se le ocultará hasta la última página, para sorpresa de propios y extraños. 

Sorprendente trama futurista, con trazas de novela histórica, y la más pura ciencia ficción... ¿o no?

Francisco Javier Illán Vivas

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