viernes, 1 de junio de 2018

La paradoja del bibliotecario ciego, de Ana Ballabriga y David Zaplana (Reseña nº 839)

Ana Ballabriga y David Zaplana
La paradoja del bibliotecario ciego
Amazon Publishing, marzo 2018

Ana y David nos presentan en esta ocasión una novela coral, de tres familias que pueden parecernos normales, pero... de pronto, y para empezar: puñetazo en todo el estómago, para que sepamos a qué nos enfrentamos.

Ese puñetazo, violento, en la primera página de la novela (Amazon Publising numera las páginas de una manera especial: llevamos ya diez páginas pasadas cuando comienza la numeración). Tal vez esta sea una marca de la casa de David y Ana, que ya te pone sobreaviso, te adentra en la novela que vas a leer, en la violencia que rodea nuestra sociedad actual, en este caso tomando como ejemplo Cartagena, Murcia.

Tres familias que parecen modélicas, una de origen marroquí, las otras dos podemos suponer que españolas, murcianas, cartageneras. Y alrededor de todos sus personajes, que son bastantes aunque pueda parecernos que uno en particular es el principal, viven con la violencia como algo cotidinado, tanto, que determinados actos violentos ya no los ven como tales. Y ese es un reflejo de la sociedad actual, de la que todos los días recibe durante la comida, durante la cena, su dosis de violencia hasta que se acostumbra a ella.

Como os digo, podemos pensar que Camilo, el escritor, es el protagonista de la novela. Pero también lo es su mujer, Beatriz, y Martirio, y el padre de camilo, Ángel, ex miembro de las fuerzas de seguridad, que se suicidó; y Sergio, y Dani, y Turia, y Hassan... el lector va a avanzar por las páginas conociendo a todos y cada uno de ellos, y, a la vez, las diferentes formas de violencia que se pueden practicar en las familias, en los colegios e institutos, en la calle, con las personas, con los animales... Por supuesto, también hay crítica social en esta novela, como hay un acercamiento a la responsabilidad del escritor sobre lo que escribe.

Tres familias diferentes, en una gran ciudad como Cartagena, y donde lo que cada uno de ellos hace repercute en los otros, aunque no quieran verlo.

Y como hilo conductor, una llave encontrada en la culata de la pistola reglamentaria de Fulgencio, que dejó como herencia a su hijo, Camilo, el escritor.

Francisco Javier Illán Vivas

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