viernes, 15 de junio de 2018

Diez voces de la poesía actual 2018, de VV.AA. (Reseña nº 841)

Puri Martins, Carmen Juan Romero, Luis Hervás Cuartero, Guillermo Sastre, José Siles González, José Antonio Olmedo López-Amor, Paquita Dipego, Sara Monsalve Soriano, María Ángeles Lonardi y Manuel González
Diez voces de la poesía actual
Editorial Trirremis, junio de 2018


Escribí en febrero pasado que pronto llegaría la primavera, que es, según el tópico, la estación de los poetas. No querría incurrir en el tópico, al menos en esta ocasión, sino en el concepto de primavera y poesía como un «renacer». Renacer de la naturaleza con su permanente ciclo de la vida, y renacer de la creación literaria, que surge cada vez que la voz o que la escritura de un poeta se plasma en unos versos sobre el papel (o la pantalla, que en estos tiempos tecnológicos disputa su campo al folio y la cuartilla).
            Poesía que nace por vez primera, en el caso de algunos poetas jóvenes noveles, o que renace como la savia de un árbol viejo (maduro) en el caso de otros poetas más veteranos, como Guillermo Sastre, castellano viejo (en el mejor sentido) y sabio. Verso firme como el roble, la encina o el olivo centenario. Exigente siempre con el verso y el lenguaje más auténtico, salpicado por palabras que son ya verdaderas reliquias del lenguaje. Soberbios los versos de Puri Martins, dominadora del arte clásico del soneto… Y sentidos los de Paquita Dipego Díaz: «Un cuerpo abrazado a otro cuerpo / es un acomodo de pájaros en el nido».  Paquita también aporta una prosa dialogada en un contexto festivo y la añoranza se hace patente a lo largo de estas historias. Poesía desgarrada por momentos la de Manuel González, que cree «en los bares de buena muerte/ llenos de gente con la verdad esposada./ En las cartas sin postdata/ porque ya está todo escrito.». M. Ángeles Lonardi es un argentina afincada en Almería que confiesa: «Aprendí a leerle los labios a la vida/ en la dura escuela de la calle». Luis Hervás Cuartero nos habla de un futuro impregnado de idealismo: «Un día dejaré de escribir versos/ y mi mano dibujará sueños/ en el silente cristal de mi ventana». Y Heberto de Sysmo (José Antonio Olmedo López-Amor), autor experimentado, nos habla de este caos organizado que es la creación literaria: «Esta jerga de nadie y para todo;/  arquitectura afín a la conciencia./ Este modo de creer que somos y decimos». Tenemos también a un catedrático de la Universidad de Alicante, José Siles, que nos regala su peculiar versión de la poesía, plagada de capitanes y surcadores de mares para dar cuenta, al fin y al cabo, de este nuestro periplo vital a través de la palabra escrita. Y nos dibuja en unos pocos versos la (gran) paradoja: «La muerte,/ esa fulana maldita/ con fama de puta,/ es la asalariada peor retribuida/ por la vida,/ causa y fin de su existencia…/ y su principal explotadora».
            Y Carmen Juan Romero, que también es música, como una moderna Euterpe, y nos dice-canta o, tal vez, nos susurra: «Esta casa que dice ser mi casa y/ miente y juega/ a estarse bien callada y/ me devuelve un golpe seco e c o  e    c       o/ esta casa me puede y su silencio/ esta casa me hiere y su silencio/ esta casa me pierde».
            Un juego, un arte, una fiesta de poesía que celebramos con esta antología intensa. Y como dice Sara Monsalve Soriano, poeta o poetisa joven: «Seamos sueño y hagámonos realidad».
            Porque esta selección es como el decálogo de la poesía escogida con dedicación y esmero, con el amor con que se recoge un ramo de flores en el sentido rilkeano aquel: «Estas flores, en su efímero ornato, son portadoras de un sentido eterno». En este sentido de belleza perenne que convertirá estos versos en perdurables, permanentes, con la firmeza de lo escrito y de lo sentido.
            Pasen y adéntrense en cada uno de los poetas aquí presentes y hallarán, a la par que belleza poética, esa Luz capaz de hacernos vislumbrar el camino, a pesar de los contratiempos del destino. Vale.

Marta Núñez Delegido

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