jueves, 16 de noviembre de 2017

Selección poética de Joaquín Marías Corbalán



SOLO ES UN SUEÑO

...Y de nuevo, el alba
nos mira con ojos de luz
que se abre a la mañana.
Tanto tiempo esperándote...
Fundidos en carne y sangre
puesta en pie,
en besos furtivos y piel.
Tu eres tú y yo soy yo
pero nuestros cuerpos son uno
y nos hace morir de luz.
Entro en tu sexo que ya es mi sexo
sin permiso, una y otra vez,
escucho los gritos de tu silencio,
y no me importa ya nada.
Abres los ojos, y la boca cuando sientes
el fluido de la vida que te inunda.
Tus dedos se clavan en mi espalda
por tercera vez esta mañana,
son los dedos azules de ángel del deseo.
No me pides ni te pido,
nos damos en silencio.
Solo miradas que no cesan de hablar.
No te vayas, no me dejes...
Solo existes tú, y existo yo.

EL ÚLTIMO TEMPLARIO.

A mis ojos donde acude el llanto
como sonido hueco de cuerno,
a mi llamada.
Prolongado lamento de ecos sordos
a las puertas de Catania.
Caballeros de almas de fuego
y de armas blancas.
Cruces rojas en el pecho,
guardianes del Arca Santa,
de fe inquebrantable como
el filo de una espada.

La proa de mil naves
rumbo a Tierra Santa,
sabiduría y poder
justicia y templanza.

Pero la envidia acecha,
la púrpura de Roma
y la corona de la tierra ancha.

El último caballero
arde en la plaza de armas,
lo queman, un rey sin honor
y un purpurado sin entrañas.
De Molay, maldice y su maldición no falla.

A mis ojos donde acude el llanto,
donde la historia está escrita
y el recuerdo no es vano.

DAMA SIN ROSTRO

En invierno, vuelve a sentirse solo el mar
y sus aguas se tornan oscuras y turbias.    
No tienen esa luz de tus ojos,
la claridad de tu lánguida mirada
y brama furioso en sus abismos.             
Presiente alejarse la seda de tu piel
que aún no ha sido mía, ni suya.
Él, como yo, te sueña tibia y dulce,
como el beso intermedio del crepúsculo.
Cuantos deseos ocultos en la insinuante
penumbra de la noche
sin edad y sin tiempo,
sin principio ni acordado final.

Amante amiga, dormida indolente
en las alas de una mariposa que se
desvanece como el sueño,
al alba de la sombra de mi deseo.

Escucho extasiado  el canto de las sirenas,
mienten a mi espalda a las oropéndolas     
del jardín de mi infancia.
Saben, que ya no poseo el poder
de separar las aguas de su mar.

De hacer que noche tras noche,
vuelvan a brillar las luciérnagas
del último verano que soñé contigo.
De que éste, sea el último poema
dedicado a ti… Dama sin rostro.
De: La senda amarga (2014)

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