sábado, 8 de abril de 2017

Trabajan con las manos, de Pascual García (Reseña nº 807)

Pascual García
Trabajan con las manos
Raspabook, 2017

Reencontrarnos con los versos de Pascual García es volver a los recuerdos, a sus recuerdos, pero, en muchas ocasiones, a recuerdos compartidos, a vivencias semejantes. Padres trabajadores, con la espalda molida, desconocedores del descanso que no fuese con la noche ya bien entrada. Manos duras, callosas, del padre. El acogedor olor de la madre, del hogar, de los guisos de cuchara, de tantas cosas que quedaron atrás y permanecen en la memoria.

El autor de Moratalla nos las revive, una vez más, como viene haciendo a lo largo de su obra; ahora, es mi impresión, más centrado en dejar testimonio de una época que no volverá, porque ese trabajo de sol a sol va muriendo con los "padres" que aún trabajan con las manos.

Un poemario dividido en cinco partes, repleto de belleza lírica, y os podría destacar, desconocidos lectores, muchos versos, pero quiero quedarme con estos:

Ese hombre es el único dios justo,
el que hunde su azada en la tierra dura
en el amanecer del primer día
y nos da la comida con sus manos.
El resto es sombra, frío.
Todo lo demás, sombra.

Me ha traído enormes recuerdos esta obra de Pascual García, porque he identificado a ese hombre único dios justo con mi padre; a todos esos olores del hogar con mi madre; ese pan, ese vino, ese aceite, con aquello que tanto me gustaba en mi primera infancia.

Sí, es cierto, he leído Trabajan con las manos tres veces desde que lo tengo, y cada una de ellas lo he disfrutado descubriendo algo nuevo.

Gracias, Pascual.

Francisco Javier Illán Vivas

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