Ser o no ser
Plegarme a los deseos
sucumbir hurtada de mí
olvidar el todo de mi esencia
dejar en manos ajenas
la inviolabilidad del alma
ser mero receptáculo sin contenido propio
en ofrenda incruenta expuesta a la nada.
Triste destino, encrucijada mortal para el espíritu
que se deshace sesgado por el verdugo tenaz
tiempo y memoria, presente y pasado
ser o dejarse hacer
caer aplastada por la pasividad externa.
El volcán ruge con furia atronadora
y el tiempo se alarga incólume
dejando pasar las horas baldías
Sombras
Sobrevuela la muerte los espacios cercanos tocando con su ala rota los perfiles de cera.
Los durmientes alertan los oídos al batir quejumbroso que les cerca.
Huellas de sombra cercenan los gemidos que en la muerte esperan.
Nadie atienda la llamada. Que nadie entienda que el mañana se agosta entre los campos
Que puedan continuar con su danza de siglos, los vivos, a quien la muerte acecha.
Blanco y negro
Alternar los espacios de sosiego con el ritmo trepidante
cara y cruz, yin y yang
sin la comparación no existe armonía
sin la noche el día no sería luz,
sin guerra no existiría la paz
sin esfuerzo previo no sería posible el descanso
frío y calor
presencia y ausencia
blanco y negro
y en el centro, rellenando los espacios
el abanico abierto que acerca extremos
permeable al devenir del tiempo
donde la vida transita
de la noche a la vida
de la luz al viento.
Promesa
No te puedo asegurar que en tu camino no se crucen los lobos
o que afile su cuchilla la inclemencia
que te enfrentes a precipicios insalvables
que tu punto de apoyo se tambalee ungido en el miedo
que serpientes aladas se enrosquen en tu cerebro
que la vida traicionera te ponga la zancadilla
que a ratos, perdido el norte, perezca tu sonrisa
que las luces se opaquen y siembren desidia
que la ciénaga del tiempo emponzoñe las heridas.
No te puedo asegurar un camino de rosas, sin espinas
lo que sí te aseguro es que estaré a tu lado en la incruenta embestida
que sujetaré tu mano cuando arrecie la tormenta
que curaré tus llagas, alentaré tu alma, sembraré alegría
allá donde la vida imponga dolor yo seré contrapartida,
la que entone una canción, la que vestida de blanco te dé la bienvenida
la que aliente en la noche, la que brille en el día.
Cuando la vida te muestre su peor cara
maquillaré su rostro de carmín y verteré, henchida de amor
caricias de nácar sobre su frente marchita.
Cuando la cuesta se empine y lleguen las sombras
Excelente trabajo que se incorpora a una larga y fecunda obra poética. Te felicito
ResponderEliminarUn placer y un orgullo estar de nuevo con vosotros.¡Gracias!
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