Durante tres milenios los tipos más valiosos,
más fuertes y más listos de la especie
―la flor y nata de la juventud―
se fueron a la guerra
y murieron sin gloria
en los remotos campos de batalla,
mientras que los enfermos y los débiles,
los corruptos y los cobardes
se quedaban en casa y se reproducían.
De ahí venimos nosotros.
Llevamos tres milenios perdiendo a los mejores
para que los inútiles
salven la vida y sigan engendrando.
Por eso somos todos,
treinta siglos después,
lo peor de cada tribu:
desperdicios, basura irreciclable.
Luis Alberto de Cuenca
Cuaderno de vacaciones, 2014
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