jueves, 16 de julio de 2015

Con la luz de París

Me enredé a tu cintura
y caminé a tu lado
con la luz de París
recogida en los lienzos
de los pintores.

Recorrimos las calles
del barrio latino
con el viento soplando en la cara,
mojándonos la lluvia.

Te besé junto al Sena
mientras la noche acariciaba
el trigal de tus ojos
y las gárgolas
emprendían su vuelo
por encima de las barcazas.

Tu sonrisa era el astro
que iluminaba el atardecer gris
sobre la Torre Eiffel;
desde lo alto,
tu luz lanzaba destellos
a cada esquina
donde la música de un acordeón
susurra eternamente historias de amor.

Frente al Louvre tú me esperaste
mientras yo alimentaba a las palomas
 y cortaba de Los Campos de Marte
la rosa que adornó tu pelo. 

Me enredé a tu cintura
por los grandes bulevares
y la bella ciudad
ardía en tu mirada.
Tú, corriendo aquella tarde
 por Montmartre
con tus tacones altos,
 tu cuerpo erguido
bajo la ropa mojada
 por la lluvia.

Quise permanecer a tu lado
bajo la cúpula del Sacré Coeur,
como los ecos de los artistas
que resuenan del pasado.
Al contemplarte, París
me pareció más hermoso,
con una luz distinta
sobre el Notre Dame.

Me enredé a tu cintura
y no pude abandonarte
ni aquella noche
ni los días que siguieron
hasta que te marchaste
en la niebla
y sólo me quedó París
para recordarte.

Irelfaustina Bermejo

No hay comentarios:

Publicar un comentario