viernes, 22 de mayo de 2015

Equipaje ligero, de Francisco Javier Illán Vivas (Reseña nº 722)

Francisco Javier Illán Vivas
Equipaje ligero
Editorial ADIH, febrero 2015

Es habitual que cuando leemos poemas de amor nos quede la sensación de que la mayoría de los poetas son unos auténticos desgraciados que no paran de dársela una y otra vez contra la misma piedra. La explicación es bastante sencilla. Cuando uno está disfrutando las mieles del amor es raro ponerse a escribir para recrearse en la alegría. Se dedica uno a disfrutar su moneda todo lo que pueda hasta que acabe la canción. Así de sencillo.
Habrá lectores que tengan una sola historia de amor pero lo normal es que esas historias se vayan sucediendo y que sea cuando se pierde a esa persona con la que se han vivido cosas que marcan, más todavía a un espíritu poético, cuando se ponga uno a escribir. De ahí que el caldo que rezumen los versos de amor sea un caldo nostálgico, triste, a veces resentido; otras atónito por no terminar de entender quien escribe qué ha pasado realmente.
Dicho esto, si uno lo mira fríamente, el número de palabras que se refieren al amor es relativamente escaso frente a la cantidad de palabras que hacen referencia al resto del universo. Uno puede contar una historia de amor con muchísimas palabras pero, a la hora de la verdad, se vuelve una y otra vez sobre los mismos escenarios, con términos muy similares en los que varía muy poco el mensaje.
Por eso entendemos que el minimalismo del libro que hoy recomendamos, les recuerdo, Equipaje ligero (o ligero de equipaje), de Francisco Javier Illán Vivas –Editorial ADIH / Poesía ADIH 6- es el más acertado a la hora de apuntar sensaciones que se presentan como breves aforismos o reflexiones con una escena omitida. Es casi a la luz del suspiro del poeta donde el lector debe encontrar los detalles de esa historia que quedan condensados en ese breve haiku que lo dice todo con muy pocas palabras.
Sería pecado mortal no terminar un libro tan breve y condensado como el que hoy recomendamos. Además, las metáforas que más me han gustado aparecen precisamente al final del libro, cuando se nos presenta a ese amor que uno reprime como un volcán lleno de lava candente que no termina de aflorar. Me recuerda a un poema del libro Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca en el que hay una niña ahogándose, si mal no recuerdo, que no termina de salir. Allí la imagen era muy similar y la metáfora mucho más oscura ya que según concluimos en la reunión del Club de Lectura podría referirse a la orientación sexual del autor. En cualquier caso, me parece una imagen esa del volcán que no termina de ponerse en erupción, una metáfora magistral que expresa de la mejor manera la tensión del amor reprimido que no se puede expresar más que en un papel en blanco.
Formalmente, estamos ante una edición acorde con el contenido, es decir, se trata de una edición sobria y minimalista. Tan ligera como apunta el propio título y, sin embargo, en un formato algo grande para meter en un bolsillo. En todo caso, el bolsillo de un chaquetón, de un abrigo, de un bolso o  de un maletín. La cubierta no presenta ilustración, un fondo color magenta –un color muy de moda en el contexto electoral actual que bien nos puede remitir a formaciones como UPyD o a Podemos- con título y autor en tipos blancos y la información editorial en azul. Entendemos que ese color magenta, como mínimo, es un canto a lo nuevo, lo diferente, lo alternativo y que no se ha elegido de manera aleatoria. Que lo disfruten.


Adolfo Caparrós Gómez de Mercado

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