Amigos míos:
le eché fugaz la mirada,
casi casual a la descalza.
Somnolienta,
atravesaba el vaivén:
la puerta bailaba.
Ajustada de cuerpo
en pantaloncitos cortos,
azul de Francia.
Le veo la espalda
absurda vacilante
de tacos altos sobre
piececitos Cenicienta,
quizá los pies fueran planos,
tal vez era el instante inestable
de la telaraña: el tropezón
ínsito del gesto. La imagen
de proyecto casero (de todos
modos), restaba soledad
e invitaba a trabar la cintura
sujetando la renguera ficta
para el sostén diurno
de la maraña de anoche.
La sensual renguera loca, ahora reclamaba
el pago del flete impropio del transido vital.
Su voz retumbaba en lo irrisorio, enloqueciendo
a mi amor, cada mañana, inexplicablemente.
Carlos Tobal, escritor argentino, novelista, “Morir en París”; “Por Ahora, Meta-historia de una Revolución Inconclusa”; cuentista, ensayista, abogado del equipo de lesa humanidad de la Asamblea Argentina de Derechos Humanos (APDH), y de la Asoc. Americana de Juristas. Fue presidente del Centro Cultural de la Asoc. de Abog. de Buenos Aires.
Dios mío es llegar y acariciar ese torrente de letras, que caprichosas se advienen a mis ojos...
ResponderEliminarSaludos cordiales