miércoles, 1 de abril de 2015

Hablando de libros con Fernando López Guisado


Fernando López Guisado (Madrid, 1977) es un poeta inquieto de amplios registros. Tras la publicación de su segundo libro, “El altar de los siglos” (Ed. Huerga&Fierro), mantuvo un largo silencio editorial hasta su retorno en 2012 con “La letra perdida” (Ediciones Vitruvio), un regreso con gran impacto. Su voz propone lirismo y una lucidez poco convencional que fusiona diferentes tendencias poéticas contrapuestas (que oscilan entre la tradición y corrientes como la nueva poesía americana) e introduce elementos muy recientes de la cultura alternativa (en especial la literatura y el cine de terror) en búsqueda de lo que él denomina “la captura de lo invisible”. También escritor de relatos, ha participado en numerosas antologías, bien de poesía como de terror, ciencia ficción o literatura infantil solidaria, centrándose en los dilemas humanos más universales en lugar del efectismo. Realiza, además, una intensa labor de gestión cultural, organización de eventos artísticos, coaching literario y crítica de libros en diferentes medios. Preside la Asociación Cultural Letras Vivas y forma parte de la directiva como vocal en otras como Nocte y Esmater. Su poemario recién publicado, “Rocío para Drácula (Ediciones Vitruvio), reúne en un solo tomo de más de cien páginas tres libros interrelacionados. No obstante, también se trata de una persona cercana, familiar y amigo de ayudar a los demás en un mundo literario que cuenta con múltiples claroscuros. Un escritor que se sale de lo corriente en pluma y en corazón.

Una entrevista de Francisco Javier Illán Vivas.
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Pregunta.- Ha pasado algún tiempo desde el anterior libro “La letra perdida”. Ahora llega “Rocío sobre Drácula” ¿Hay una evolución?
Respuesta.- Estoy muy contento con el trote de “La letra perdida”. Segunda edición, finalista del Premio de Asociación de Editores de Poesía, cabida en medios importantes y ahora viaja a Ecuador para publicarse en la prestigiosa “El Quirófano Ediciones”. Creo que, respecto al nuevo libro (un ejercicio extenso) se mantiene un espíritu de oscuridad luminosa, como les ha gustado definir mi voz a varios lectores, compañeros y críticos. Pero este conde nos lleva a otras cosas, otras experiencias, otras formas de contar. Algunas más sutiles, otras igual de directas… También cierta entrada de un lirismo poco usual.

P.- ¿Tiene pensado realizar algún acto de presentación más fuera de Madrid?.
R.- Alguna cosa hay pensada, pero mi movimiento, por mis mellizos que acaban de cumplir el año, es limitado. Estoy atento a ofertas que van llegando y considero si son factibles. Me gustaría aprovechar y visitar así a los buenos amigos… Por ahora, la próxima lectura que daré será en el Ciclo “Vergüenza Ajena” a principios de marzo.

P.- Y, aunque no lo había buscado, la llegada de tu nuevo libro ha tenido una enorme repercusión y éxito entre los círculos poéticos, en medios como ABC, parabienes de la crítica. Desde luego, no ha “fracasado lejos de la meta” como dice una de las secciones del libro. ¿Drácula lo hubiese querido así?
R.- Supongo que Drácula prefería el anonimato y esconderse en las almas de los hombres. Pero el éxito en realidad es el polvo que llega tras la estaca en el corazón. Todo, en la vida, es un arma de doble filo. No sabremos si hemos alcanzado lo que deseamos hasta desvanecernos y, entonces, ya no tendrá importancia.

P.- Su poemario no sólo es Drácula y monstruos, ¿no tiene miedo de que la gente se quede en eso nada más?
R.- Los monstruos y los mitos más “pop”, o casi de subcultura, son una excusa simbólica, pero parece que es lo que más ha llamado la atención. Espero que, de todos modos, la gente se quede también con la mirada del gato.

P.- Hay toda una sección en la que se juega entre el relato chocante y la poesía. ¿Dónde está el límite?
R.- Me interesa mucho ese límite y creo que, en el fondo, no existe salvo en la predisposición del poeta a encajonar sus obras dentro de un género u otro. Hablamos de aquello que el buen amigo y poeta Antonio Daganzo ha bautizado de mi libro como “epifanías negras” y que se engloban en su mayor parte dentro del apartado “Tren Fantasma”. Dentro de la cotidianidad a veces tiene cabida algo que nos transforma, nos alerta, nos inspira. En ocasiones también abre las “puertas de la consciencia” y da entrada a un mundo invisible, luminoso o tenebroso: el Otro Lado. Tiene mucho de mística mezclada con carretera secundaria. La gente pasa por la vida como de puntillas, sin fijarse. Me fascina observar a los otros, el entorno, dejar que penetre en mí y me trastoque.

P.- ¿Cómo aliar influencias tan dispares como el cine, el blues, los hospitales, la fantasía, el terror, Mark Strand…?
R.- Supongo que no teniendo miedo a mezclarlo en una coctelera y trabajarlo mucho hasta que el resultado no sea una mayonesa que se ha cortado. Todo, en realidad, canta a una misma cosa. Lo importante es el “canto” que decía Claudio Rodríguez. Ahí nace el poder de la lírica.

P.- Ha citado de pasada, en una de las preguntas anteriores, lo que podría significar la diferencia entre un relato y un poema. También escribe relatos que se han definido como poéticos. ¿Se mueve en los mismos parámetros?  
R.-  Cuando escribo (relatos, poemas, artículos…) suelo perseguir las premisas de Poe de cuidar al máximo el detalle y eliminar lo que no aporte. Soy un recortador extremo. Salvo en la crítica literaria, que debe realizarse una labor analítica con su propio lenguaje, procuro centrarme en el poder de la expresión y de la emoción cuando realizo una labor creativa. Hay que contar algo, algo que sea importante, algo que mueva las tripas y seque la garganta… Y se debe contar bien. Si alguno de los términos en la balanza falla, falla todo.

P.- En sus relatos te mueves en los géneros de la ciencia ficción y el terror. ¿Por qué?
R.- Quizá por tendencia natural de cabra que tira al monte… Hay que escribir sobre lo que a uno le gusta leer. Aún más, hay que escribir lo que a uno le gustaría leer y aún no ha leído. La creación tiene una parte lúdica muy importante que es lo que da oxígeno a la catarsis. Si no, viviríamos en un mar de almas asfixiadas de sus propios sentimientos. Cada uno tenemos nuestros mitos, nuestras leyendas. Hay quienes disfrutan con películas románticas y literatura histórica. Yo encuentro grandes verdades poéticas en otros géneros, me conecto con el mundo a través de “El color que surgió del espacio”, “La guerra de las galaxias” y, por supuesto, todo buen libro que caiga en mis manos y los versos de otros poetas que saben mucho más que yo...

P.- Por lo que nos cuenta más arriba, al final las cigüeñas han traído motivos para no aborrecer la primavera.
R.- Mis hijos, en efecto, cumplirán un año el día 21 de febrero. Siempre hay esperanza. Quede ese poema como testimonio de los sueños que se transforman en realidad, el poder de la magia que contiene la palabra. En el libro, aun así, ya hay un poema dedicado a ellos: “Dragón y Fénix”. En la mitología china se denomina así a dos mellizos de distinto sexo. Señal de buena suerte. Hay mucho de profecía universal en este poemario.

P.- En su blog nos narra las aventuras cotidianas que vive como protagonista acompañado de seres “imaginarios”. Los ha llamado “Esperpentos líricos en un país de las Maravillas” Uno de ellos, el busto de Lovecraft. ¿Se percibe una necesidad de desdoblamiento?   
R.- Es otra manera de escucharse, de cambiar la perspectiva y darse a uno mismo la réplica. El símbolo de Drácula tiene mucho de eso también: el mal en nosotros, nuestra parte oscura, el “doble necesario”. ¿Por qué contentarse con ser uno si se puede ser muchos que se llevan bien? Además, sirve para añadir humor a la vida, aunque sea muy ácido. Resulta necesario para viajar por la madriguera de conejo hacia un lugar que nos permita sentirnos felices. La imaginación es una fuerza tan poderosa como el miedo. Quizá más.

P.- ¿Dónde se encuentra más a gusto Fernando López Guisado?
R.- Realmente no sé si Fernando puede llegar a encontrarse a gusto del todo, quizá eso empuja a alguien a escribir ¿no? Pero soy muy feliz cerca de mi familia y mis amigos.

P.- Cuéntenos cómo llega a Vitruvio, una editorial de referencia en la poesía en España.
R.- Tras un largo parón en la publicación, les remití “La letra perdida” a finales del 2011. El editor había quedado muy impresionado con mi libro previo “El altar de los siglos” y me llamó unas semanas después. Todo vino rodado… Ahora, nuevo poemario, que en realidad son tres unidos.

P.- ¿Cómo está funcionando “Rocío para Drácula” en las librerías?
R.- Lleva en las librerías desde diciembre y las ventas, al parecer, son buenas. Es un libro que por el título resulta atrayente. El interior, ya que no he escuchado quejas, parece que responde bien al reto.

P.- Entremos ahora en un apartado más general, que tal vez pueda ayudar a nuevos autores que intentan abrirse paso en el mundo de la poesía. ¿Cuándo sabe si un texto es bueno o malo?
R.-  Es cómo diagnosticar si un melón o un jamón es bueno o malo… Creo que la mejor forma de saberlo de antemano es leyendo muchos de calidad, probando muchos melones y jamones de excelencia. Siempre hay detalles que los delatan. Ningún texto, aun así, es perfecto.

P.- ¿Cómo agrupa los poemas?
R.-  Se agrupan solos. Procuro que todos formen un canto completo que, en ocasiones, puede leerse como si de un relato se tratara: una evolución de su narrador. Algunos de mis libros podría decirse que son un largo poema extenso. Eso ocurre en la primera parte del nuevo, que lleva por título “El beso del Demiurgo”. Generalmente se colocan muy cómodos, con su propia entidad, cierto tiempo después de haber sido escritos y se cogen de la mano con sus compañeros.

P.- ¿Es verdad eso que dicen que hay pocas cosas más espantosas que un poeta malo?
R.-  Creo que hay muchas cosas más espantosas. Prefiero un poeta malo a un niño enfermo, un amor no correspondido, un suicidio, un desahucio, una familia con hambre. Un poeta malo siempre será breve. Y, si nos ponemos literarios en exclusiva, un poeta malo suele pasar más desapercibido que un mal novelista.

P.: ¿La buena literatura está hecha por gente desobediente?
R.- La buena literatura la hace gente que se preocupa por esforzarse en realizar buena literatura. Algunos serán desobedientes, otros serán indolentes. Pero la buena literatura debe contener, al menos en poesía, “música y tripas”. Una intención por transformar la inspiración que atrapas de un sentimiento en algo que merezca el nombre de arte. Creo que es la Musa quien puede definirse como “desobediente”. Preguntémosle a ella por qué es una amante tan compleja.

P.- ¿Usa mucho la papelera? Se lo pregunto por qué en una anterior entrevista Blanca Andreu nos decía que publicar un libro al año a toda costa para estar en el candelero va en detrimento de la obra, que ella usa mucho la papelera: hay que pensárselo mucho para poner en el papel algo que merezca la pena ser leído.
R.- Hay que llenar millones de papeleras. Una vez le das forma física a algo que es perfecto en las ideas es como acostarse con el diablo. Tienes que ser muy buen amante para que la pureza no se vaya por los sumideros. Eso y saber que no todo vale. Aparte, desconozco qué significa “estar en el candelero”.

P.- Anuradha Roy, la escritora hindú, declaró que escribir es al mismo tiempo un regalo y una opresión. ¿Cómo lo ve usted?
R.- Como una enfermedad. Mucha gente llama a esto un hobbie. Cuando escucho ese tipo de cosas sobre el abandono de la escritura de la misma forma que uno deja de bucear o de quedar a jugar a algo, me viene a la idea pedirle a esa misma persona que se corte una oreja, una oreja es un hobbie, entonces. Eso sí, una cosa es escribir, otra publicar.

P.- No me resisto a añadir esta reflexión de Francisco Gijón pone en boca de uno de los personajes de una de sus novelas: nadie que es feliz escribe, como tampoco nace el arte de ningún ser pleno.
R.-  Respondo con Oscar Wilde: ser feliz es ser limitado. Cuando uno es plenamente feliz ya no tiene metas en la vida, debe ser una sensación de llegada al Nirvana para unos, de quemarse en el infierno para otros. Yo siempre quiero más.

P.: Haruki Murakami dijo una vez que escribir novela es un reto, escribir cuentos un placer, que es la diferencia entre plantar un bosque o plantar un jardín. ¿Cómo lo ve Fernando López Guisado, también escritor de relatos?
R.- Un relato es un ejercicio aparte con reglas propias. Me dijo Ramón Hernández que en comparación con hacer una novela sería como cultivar bonsái. Supongo que hay placer en todo. La novela, no obstante, requiere de una predisposición diferente, de un estudio previo, de una constancia que quizá no consiga alcanzar nunca… Pero ahí está: en mi escritorio del ordenador. Empezada. También dice Murakami en “Tokio Blues”, dentro de la voz de uno de sus personajes, que necesita escribir para comprenderse.

P.: Cristina Fernández Cubas definió el cuento como “algo misterioso y titánico, que va siempre más allá de la extensión que tiene”. ¿Cómo se soluciona el enigma?
R.- No sólo el cuento, eso también es la poesía. Ya lo hemos indicado en esa definición sólo teórica y dogmática entre géneros. Ir más allá de lo dicho y que a cada lector (en el caso de la escritura) le provoque una emoción distinta que sume a sus experiencias (y, es más, una emoción distinta cada vez que relea lo escrito) es el verdadero misterio y objetivo del Arte. No hay solución al enigma. Por favor, que no la encuentren. La belleza del enigma estriba en ello. Demasiada luz puede hacer mucho daño a los ojos.

P. Esta pregunta la suelo plantear a casi todos los poetas que entrevisto. En el mundo de las prisas, de los iLoquesea, del cambio climático, de la corrupción política, inclusos del ISIS, ¿qué sentido tiene la poesía?
R.- ¿Qué sentido tiene todo lo demás? ¿Realmente vivimos en un mundo con sentido? No hay un por qué, que diría Yoda… Lo malo es que el ser humano necesita encontrar una forma o un origen a todo por sistema. Vemos el rostro de la virgen en una tostada quemada, encontramos formas en las nubes, descubrimos caritas en el mobiliario urbano. Sombras de la caverna de Platón. No trato de darle sentido. Si tiene un sentido se revienta el misterio y la poesía, es precisamente, misterio. No lo digo yo, lo decía Bécquer. Pero vale, sigue valiendo.  

P. Guillermo Carnero manifestó que la poesía puede y debe ocupar en el mundo de hoy el lugar vacante que antaño ocuparon en Occidente las creencias, los valores y las utopías. No para sustituirlas como tales, decía, sino para inducir al hombre a preguntarse quién es.
R.- Bueno, creo que no es sólo papel de la poesía, sino del Arte en general, no obstante, y aunque para mí resulte casi una religión (¿no lo ha sido siempre, no entronca el acto poético con las raíces de la magia y los encantamientos ya desde que el hombre comenzó su tradición oral?), también debe llevar una parte de entretenimiento. Lo peor para pensar mal, y en el Mal, es aburrirse, caer en el tedio. Debe cumplir la faceta lúdica, y en lla está incluida la imaginación como poder irresistible frente a la angustia de lo desconocido.

P. Escribía Eduardo García que un solo verso feliz puede permanecer durante siglos, mientras toneladas de poemas fallidos se pierden para siempre. ¿No desanima esa realidad al poeta?
R.- Bueno, si nos desanimamos porque las cosas puedan ser complicadas mejor entonces no intentarlo. Creo que la fila de los entusiastas está llena de buenos escritores. Siempre se puede “Fracasar lejos de la meta” como dice una de las secciones de mi poemario. Pero si no se escribe con entusiasmo (el motivo que genere esa escritura es bien distinto, claro, y su diapasón oscila entre la denuncia, el dolor, la pérdida, la alegría, etc.) es quedarse en los vestuarios antes de cambiarse para la carrera.

P.- No sólo de letras vive el hombre o la mujer. ¿Dónde podemos encontrar a Fernando López Guisado en la red? ¿Le dedica mucho tiempo a ella?
R.- Estoy en las principales redes sociales y lo que utilizo más, sin duda, es Facebook y mi propio blog: Buenas Noches Nueva Orleans. Un cajón desastre de mis andanzas. Colaboro también con diferentes medios y magazines culturales. Me gusta estar cerca en las redes, pero me gusta mucho más tomar un café con los lectores que quieran hacerlo. Si alguien me busca, resulta sencillo encontrarme. Sobre el tiempo que le dedico a las redes sociales, bueno, ahora con los teléfonos inteligentes no es sencillo de medir y va por temporadas. También hastían. Mucho ruido que puede distraer de lo importante.

P.- Aconséjenos una película.
R.- Estas cosas me gustan poco, no puedo elegir una… Me lanzo al mar antes que al ataúd del vampiro: “Tiburón”.

P.- Una obra de teatro.
R.- “Esperando a Godot”; empero, por nombrar una que me guste.

P.- Una música.
R.- Imposible escoger… Por decir, la banda sonora de “Conan el Bárbaro”.
(NOTA DEL ENTREVISTADOR: No puedo evitar sonreír, ya que esta película, del personaje de Robert E. Howard forma parte de mi vida). 

P.- ¿Un libro?
R.- Milllones, todos, cualquiera. Me quemaría en un incendio en una biblioteca. Pero mi biblia de cabecera es “La Diosa Blanca” de Robert Graves.

P.- ¿Cuál son los últimos poemas que ha leído?
R.- “Gafas especiales” de Bill Collins y “Retratos” de Hughes. 

P.: Y como esta sección se llama Hablando de Libros, ¿qué proyectos literarios podemos esperar en el futuro?
R.- No publicaré poesía por cierto tiempo, mientras Drácula siga volando. Estoy realizando ahora mismo una traducción. Trabajo en una novela a dos manos con mi socia Elena Muñoz. Por supuesto, ahí están mis relatos, esperando un buen editor con arrestos para ello… A ver si sale alguno.

Muchas gracias.

A ti, por la entrevista, lo he pasado muy bien, me he divertido mucho. 

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