Las
facturas de entonces
El
doctor confirmó ayer que estoy desahuciado. La insuficiencia
pulmonar que padezco es resultado, dice, de haber respirado por
encima de mis posibilidades. Eso cuando respirar aún resultaba
económico.
Y
aquí me tienes, comprobando las facturas del aire de aquella época,
temiendo que el doctor pudiera estar en lo cierto y tenga yo la culpa
de mi estado.
Cuestión
de tiempo
Desde
que nos despidieron a los dos, haces el amor con los ojos cerrados
como si renunciaras a ver la que nos ha caído encima. Eso cuando
encuentras el ánimo para hacer el amor. Quizás ya no me quieres.
Démosle tiempo al tiempo. Si seguimos así es, créeme, sólo eso:
cuestión de tiempo.
El buen
ladrón
-
Saca toda la pasta, que te rajo-.
Metí
la contraseña detrás de la tarjeta. Pulsé “sacar dinero” sin
esperanza alguna de que quedara algo. Seguía sin haber nada. Temí
que me rajara. Las piernas me temblaban no sé si de hambre o miedo.
Se
pagó las cervezas, me compró un bocadillo y maldijo su suerte: era
la cuarta noche que pagaba la cena a un parado del barrio.
La buena
causa
El
hombre que un día amé se ha convertido en un okupa que se cuela en
las camas ajenas, las camas que otros hombres desatienden. Al
principio la rabia me podía y no hacía más que llorar.
Pero
le quiero tanto que ahora me he convertido en una defensora de su
causa: en el hueco que él deja cuando se va a otras camas, yo
también pongo okupas. Con la escasez que hay en estos tiempos me
resulta egoísta dejar camas vacías mientras haya personas que andan
necesitadas.
Tácticas
imposibles
Rompió
todo contacto con sus padres, cortó con su chica, la de toda la
vida, cambió de identidad, cambió de sexo incluso, quemó su DNI,
huyó a otras tierras, estuvo en el desierto, vivió escondido un
tiempo, se convirtió al budismo, se hizo okupa, halló un trabajo,
fue sindicalista, voluntario, hippy, falsificó el perfil del
facebook, vendió su moto, se compró ropa usada y comprobó por fin,
decepcionado, que no hay táctica posible, cuando lo que se intenta
es escapar de uno mismo.
María José Villarroya Durá. He
colaborado en las revistas literarias Ágora,
El coloquio de los perros, Dáctilo o Acantilados de papel.
Lo que me gustaría es escribir una buena novela de esas con muchas
páginas. Como no sé, me conformo con escribir microrrelatos. Me
gustan porque son como fotografías, instantáneas precisas de un
momento. No tienen más pretensión que arrancar una sonrisa o una
reflexión.
Felicidades Maria José, me gustan tus retratos, en pocas y certeras palabras desarrollas historias y dejas a la imaginación del lector como completarlas. Yo de vez en cuando hago lo mismo, no sé si es el camino para escribir una novela pero estoy segura que de ser así escribirás una muy buena novela.
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