viernes, 13 de junio de 2014

La mujer loca, de Juan José Millás (Reseña nº 656)



Juan José Millás
La mujer loca
Seix Barral, 2014


En esta última novela de Juan José Millás nos encontramos algunos temas de gran profundidad pero que son abordados con sencillez, honestidad y llaneza.  Y sobre todo, con un estilo y pulcro que hace que la novela sea consumida con voracidad y sin pausa. El autor, como Velázquez en Las Meninas, aparece en un margen, como un personaje secundario de la trama.

Julia, una mujer extraña (loca, bastante loca), que tiene visiones de palabras y frases que le hablan. Una anciana, Emérita, que desea morir aquejada de fuertes dolores. Un escritor que se llama Millás, que pretende escribir un artículo sobre la eutanasia. Todos estos personajes se encuentran en casa de Emérita, la enferma que desea abandonar el mundo. Pero lejos de ahondar en el drama, Juan José Millás (el autor de la novela, no el personaje) nos presenta una indagación en el lenguaje y sus paradojas, y en la capacidad  de este para dificultar la comunicación, para evocar malentendidos. 

Con mucha ironía esboza un juego con el lenguaje, reflexión y sarcasmo incluidos, y a través de la visión distorsionada de la mujer loca nos sitúa a nosotros los lectores en la tesitura de si es posible que todo nuestro mundo, todo el soporte lingüístico que rige nuestra comunicación sea tan estable y sólido como en realidad solemos creer.

La escritura de Millás se caracteriza por su cristalina y transparente fluidez. Una  prosa sin estiramientos que trata de contar una historia, o varias historias. Un argumento bien estructurado y uniforme, un retazo de la vida. Pero la vida que nos presenta Millás en La mujer loca está atravesada por la mirada de un escritor que vive por y para la escritura, la imaginación y la influencia casi demiúrgica de las palabras. Y además, la trama puede desembocar en secretos inconfesables, en itinerarios inesperados al pasado que hacen recobrar viejos fantasmas.

Más allá de nuestra realidad, tras la aparente capa de lo consuetudinario, Millás nos hace barruntar otra realidad esquiva y frágil, pero que puede llegar a formar parte de esta que habitamos con acostumbrada  normalidad. Porque si algo caracteriza este libro es su destreza para hilvanar ficción y realidad. Ambas no se contraponen, sino que se solapan como categorías intercambiables en un juego de espejismos, preciso y muy divertido.

Es recomendable este libro por varias razones que se desprenden de las notas arriba expuestas. La historia es  interesante, está contada con las palabras exactas. Además, los asuntos del suicidio voluntario o la demencia, que a priori podrían resultar  de un patetismo hiriente o dramático, son tratados con cierta distancia, ironía e incluso con mimbres de  bondad. Hasta tal punto que la historia nos deja un poso de amabilidad y hasta de diversión. Es este el rasgo de los grandes autores: el tratamiento de temas profundos con aparente sencillez.

Además de la indagación en el lenguaje. Grandes ideas, expresadas con claridad.

Pedro Pujante

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