José María López Conesa (Molina de Segura, 1945) es uno de los autores
más destacados que ha dado la localidad molinense en los últimos años y
alcanza, con Crimen en La Torre de Montijo su novena novela publicada.
Ha sido, igualmente, un autor asiduo a la sección Hablando de libros, en
su anterior etapa, y podemos recordar que le entrevistamos un buen
número de veces, casi tantas como libros publicó. Durante su etapa
laboral, ahora está jubilado, se dedicó a la enseñanza en distintos
institutos de la Región de Murcia y ha publicado relatos, ensayos y
poesía en diferentes revistas literarias.
Pregunta.- Ocho novelas contemplan tu actividad literaria en
el campo del libro, pero la más reciente, Crimen en la Torre de Montijo,
es un salto de calidad hacia dar a conocer tu narrativa a nivel
nacional e internacional, gracias a Ediciones Irreverentes.
Respuesta.- Es un salto cuantitativo y cualitativo. El escritor
quiere que sus obras alcancen la mayor difusión posible y por eso
aprovecha cualquier circunstancia que contribuya a la expansión de sus
creaciones literarias. Ediciones Irreverentes, de Madrid, ha confiado
en mí y ha lanzado al mercado nacional e internacional una novela que
hace mucho tiempo tenía yo ilusión por sacar a la palestra.
P.- Durante ocho años consecutivos fuiste publicando una
novela. Después te tomaste no un año sabático, sino dos o tres. ¿Influyó
ese tiempo de reposo para decidirte para dar el salto a una editorial
con perspectiva nacional e internacional?
R.- Varias son las razones por las que decidí permanecer en la sombra
y no publicar en ese tiempo. Al ser ésta del escritor una vocación, más
que profesión, ralenticé la puesta en escena de mis escritos, a pesar
de que la cosecha seguía recolectándose anualmente. Guardé en los
cajones de mi despacho la producción a sabiendas de que, al ser fruta
que no se corrompe con el tiempo, le llegaría el momento oportuno de
salir de su ostracismo. Cuando tuve la ocasión de contactar con Miguel
Ángel de Rus, inquieto editor que conocí a través de ti, consideré que
había llegado el momento de publicar CRIMEN EN LA TORRE DE MONTIJO.
P.- Hablemos de Crimen en La Torre de Montijo. Tengo
entendido que está basado en una historia que te narró tu padre, Agustín
López Bernal, hace más de cincuenta años.
R.-La Torre de Montijo es un núcleo residencial que siempre, desde
muy niño, me atrajo. Incluso, me hubiera gustado vivir en este, para
mí, original paraje por la placidez y soledad de su ubicación
geográfica. Mi padre, colono y labriego, me llevó en numerosas ocasiones
a La Torre y, en los ratos de la siesta, en mitad de la jornada
laboral, me contaba historietas para pasar distraído y olvidarme de la
calima asfixiante del mediodía. Yo creía a pié juntillas los relatos
paternos. Y ni siquiera me detenía a pensar si aquellas narraciones
nacían de sucesos reales o, simplemente, eran producto de la imaginación
de mi progenitor. Parte de aquellas explicaciones han servido de base
para la novela. No es una novela histórica, sino costumbrista.
P.- Pero la acción de tu novela no la sitúas en aquellos
años, sino mucho después. Para que el lector se haga una idea, ¿en qué
tiempo histórico transcurre la narración?
R.-De ser cierto el crimen, hubo de acontecer en tiempos inconcretos.
Pero como La Torre de Montijo que yo conocí era la de mediados del
siglo XX, a esta época trasvasé el macabro suceso. Era un tiempo en que
la vida bullía con fuerza, la fuerza de aquellos labriegos movía la
tierra con legones y azadas que exigían un duro esfuerzo muscular y
que, acabada la peonada, se resarcían con la única posibilidad que les
brindaba el lugar: la taberna de “El Quemao”, donde yo mismo pude
saborear el arte culinario de sus dueños acompañando a los sudorosos
agricultores que, entre buenos cuartillos de vino comentaban, sin
tapujes, los más dispares sucesos del día. Lógicamente, hay añadidos
imaginados para que la novela tomara cuerpo y resultara más atractiva.
P.- En efecto, como dices, Torre de Montijo es un lugar que
aún existe, aunque languidece. Es un lugar al que no se va por
casualidad, sino que hay que ir a caso hecho, ya que el trazado de las
carreteras lo han dejado aislado. ¿Encontrará un visitante actual la
Taberna del Quemao, por citar un lugar emblemático de tu novela?
R.-Antes y después de sacar a la luz pública los acontecimientos que
relato en la novela, en numerosas ocasiones gusté de visitar este
lánguido paraje. He paseado, al ocaso, y lo sigo haciendo cada vez que
se me antoja rememorar aquellos años de mi niñez. Es una delicia
recorrer el complejo abigarrado de casas muy antiguas junto a otras bien
reformadas y que sus propietarios habitan en los días festivos y en
las largas temporadas estivales. De la taberna de “El Quemao” sólo
queda en pié la rústica fachada ante la que suelo permanecer, sentado
enfrente, en el restaurado horno de leña, para recordar las vicisitudes
que plasmo en la novela.
P.- El lector ya ha descubierto que estamos en un ambiente
rural, donde todos los vecinos se conocen (Florita, la personaje
femenino de la novela, llega a afirmar que todos en La Torre tienen
siete ojos), donde en unos doscientos metros podemos haber recorrido
todo el núcleo urbano. ¿Cómo puede ocurrir un crimen en un lugar como
ese?
R.-Los núcleos escasamente poblados facilitan la aparición de los
sentimientos propios del ser humano. El contacto diario y la sempiterna
convivencia son caldo de cultivo para que afloren tanto la amistad como
la enemistad, la ayuda y comprensión como el afán de revancha, la vida
humilde junto a la vana ostentación… Y cuando varios mozos se
encaprichan de la chica más linda del contorno, con facilidad entran en
juego los celos, las disputas por conseguir el sí quiero de la muchacha
hasta que va tomando cuerpo la mala idea de aniquilar al que puede
arrebatar presa tan apetecible. El amor es hielo y fuego.
P.- Hemos hablado de un crimen, pero me atrevo a desvelar
que, durante la lectura de la novela, encontré dos crímenes. Entiéndase,
un crimen en el sentido que le hubiesen dado los vecinos a lo acaecido a
Florita (“es un crimen lo que te han hecho”) y un asesinato, la
aparición de un cadáver que agita hasta los cimientos la convivencia en
La Torre de Montijo.
R.-Estás en lo cierto. El crimen que afecta a Florita es el primer
eslabón de una cadena de desgracias que termina con su vida tranquila,
que la lleva por caminos de desorientación hasta que la muchacha cambia
por completo su escala de valores y acaba enganchada a una vida muy
distinta de la que soñaba llevar unos años antes. Hay veces que las
circunstancias que nos avienen transmutan nuestro recto proceder. El
asesinato de Antonio “El bigotes” es la consecuencia ineludible de su
falaz amor conyugal y de no saber llevar las riendas de un capricho
fugaz. Siempre hay alguien más poderoso y con menos conciencia que uno
mismo.
P.- Las nuevas generaciones están acostumbrados a que los
crímenes ocurran en Las Vegas, en Miami, en Nueva York… pero nosotros
somos de una generación donde los crímenes ocurrían en núcleos
poblacionales pequeños. En ese sentido cuando leí la novela me trajo
recuerdos de Cabot Cove (donde vivía la señora Fletcher, de Se ha
escrito un crimen), o St. Mary Mead (donde vivía la señorita Marple).
R.- La psicología humana no es distinta ni anda atada a la
toponimia. Los valores y contravalores de las personas no están
condicionados por el lugar donde nos desenvolvemos, sino por la actitud
que adoptamos en nuestro andar por el mundo, por la recta o desviada
inclinación con que afrontamos la realidad de vivir.
P.- Y esa cercanía te ha permitido también, además de
recrearte en el misterio del crimen, en desarrollar tu gusto por contar
aventuras del hacer cotidiano de la gente que te rodea, tanto de Molina
de Segura como de la huerta entre aquella y El Llano de Molina.
R.-Amén de la imaginación, condición inherente a cualquier escritor,
la realidad te va suministrando elementos característicos con los que
elaborar un relato. El novelista costumbrista se ciñe a lo que ve, a lo
que oye, a lo que le acompaña a lo largo de su peregrinar. Mucho de lo
que escribe puede ser atestiguado por sus lectores. El éxito es más
notorio cuando les deja que su sagacidad distinga lo genuino de lo
efímero, lo real de lo inventado. Este binomio realidad-imaginación
atrapa al lector.
P.- La novela se ha presentado en varios lugares de la Región
de Murcia, pero queda pendiente el gran evento, su presentación en
sociedad en Madrid. ¿Para cuándo podremos ver Crimen en La Torre de
Montijo en la planta de arriba del Café Comercial?
R.-Espero hacerlo pronto. Han surgido una serie de problemas de salud
que me han retenido en casa. Ya se sabe lo lenta que es la sanidad. Aún
tengo pendiente una intervención quirúrgica renal. Tan pronto como me
halle en condiciones hablaré con mi editor y nos trasladaremos a Madrid.
Lo estoy deseando.
P.: Eso sí es importante, te deseamos una pronta
recuperación. Permíteme pasar a preguntas más particulares, que servirán
para que los amantes de las hemerotecas descubran si tus gustos han
cambiado. ¿La buena literatura está hecha por gente desobediente?
R.-Los escritores somos, muy a menudo, vulnerables a las
influencias. Además, a pesar del continuo cambio al que nos someten las
circunstancias, creo que está casi todo inventado y, por tanto, apenas
podemos añadir algo original, pues vemos que, sorprendentemente, cuando
llega a los ojos algún libro desconocido, tiene cierto paralelismo y
analogía con lo que escribimos. Hay un sello personal en cada novela, y
en el lirismo, pero admitimos que las influencias de los grandes
maestros de la literatura son palpables, motivo por el que muchas veces
se nos cataloga en alguna de las diversas líneas estilísticas.
La desobediencia es necesaria, aunque no siempre la logramos. Otra
cosa es el inconformismo. La vida nos exige la rebelión, porque la pluma
influye en la sociedad.
P.- ¿Tú crees, como dice la escritora hindú Anuradha Roy, que escribir es al mismo tiempo un regalo y una opresión?
R.-Escribir es mucho más que un regalo. El que no escribe, por los
motivos que sean, gozará de otros regalos. Escribir tampoco es una gesta
heroica, sino el ejercicio, con mayor o menor acierto, y el
reconocimiento de la vox populi de un arte al que se llega tras muchos
años de preparación adquiriendo conocimientos, leyendo y con
incalculable esfuerzo mental. La lectura y la escritura son para los
hombres libres. Los que se sientan oprimidos tienen el escudo del
pseudónimo o el anonimato.
P.- Y a continuación porque, en efecto y como bien dices, te
he oído defender muchas veces el placer de la escritura, no me resisto a
añadir la reflexión de Francisco Gijón, quien pone en boca de uno de
sus personajes: nadie que es feliz escribe, como tampoco nace el arte de
ningún ser pleno.
R.-El escritor no anda cogido de la mano de la felicidad, que tiene
sus propios caminos. Bien es cierto que se escribe, normalmente, por
gusto, por el placer de expresar y dejar constancia in sempiternum de
lo que se cuece en el cerebro y en el corazón, pero, si se toma como una
obligación, puede resultar hasta molesta. Escribe el que es feliz y,
también, el desgraciado. En la Historia de la Literatura podemos
contemplar ambas vertientes.
P.- Esta es pregunta es clásica, ya debes conocer la
respuesta, pero no sé si nuestros lectores la recuerdan- No sólo de
letras vive José María López Conesa. ¿Dónde podemos encontrarte en la
red? ¿Le dedicas mucho tiempo?
R.-Tras mi jubilación, al disponer de mucho más tiempo libre, me he
convertido en un asiduo de las redes sociales. Esta dedicación me
reporta cierto bienestar, estar en contacto con los amigos, sean o no
escritores, estar al tanto de lo que sucede…
P.- Ahora concretemos. Aconséjanos una película.
R.-Soy poco cinéfilo, lo debo confesar. Me gustó La vida es bella.
P.- Una obra de teatro.
R.-Las comedias de Lina Morgan
P.- Una música.
R.-La de José Luís Perales (Mira tú por dónde)
P.- ¿Un libro?
R.- El buscón. Para no alimentar comentarios, no menciono ni los tuyos ni los míos, aunque me gusten.
P.: Y como esta sección se llama Hablando de Libros con..., no
podemos dejar de pasar la oportunidad para conocer en qué nuevo
proyecto, o proyectos, estás trabajando, porque seguro tu pluma no está
quieta.
R.-En eso estamos. Novelas a medio, alguna poesía y bastantes
relatos. No es bueno permanecer mucho tiempo quieto. Nuestras vidas son
ríos que van a parar…
Muchas gracias
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