domingo, 15 de junio de 2014

Demasiado viejo para el rock and roll, de VV.AA. (Reseña nº 659)

Autores: Miguel Ángel de Rus, Julio Fernández Peláez, Carlos García Miranda, César Strawberry, Violeta Sáez, Carlos Ortíz de Zárate, Carolina Sánchez Molero, José G. Gordenié, Eva María Cabellos, Joseba Iturrate, Paloma Hidalgo Díez, Leopoldo F. Espínola, Cristina Ruberte-París, Joaquín Lera, Tomás Pérez Sánchez, Andrés Fornells, Julián Hernández.

Título: Demasiado viejo para el rock and roll (demasiado joven para morir)
Editorial: Ediciones Irreverentes, septiembre 2011


"Lo que alarga la vida es eso precisamente, la vida", dice uno de los decadentes personajes de esta serie de relatos, en la página 46, que he tenido el placer de leer escuchando música.

Los amigos y amigas sabéis que soy de esa generación de la que se habla en este libro que Ediciones Irreverentes nos presenta en su impactante e irrespetuosa colección de Cercanías, pero no me he encontrado en ninguno de los 17 relatos (uno de ellos parece una novela corta), con Robert Fripp ni con los King Crimson, que en aquella lejana juventud extremeña y oliventina conocí gracias a mi cuñado Telesforo Silva.

Pero sí está Elvis, y Elvis es alguien especial en mi vida de aquellos años; y Mozart, y Beethoven, en la de ahora. Led Zeppelin, Lou Red, Rolling Stones, Bill Haley, Bob Dylan, ... y también muchos de los de aquí, si es que aquellos son de allí: Pekenikes, Los Bravos, Los Brincos, Héroes del Silencio, Siniestro Total,... os confieso que mi música estuvo más en el rock en inglés que en castellano.

"El músico graba sobre el pentagrama el sentimiento que habita en su corazón en el preciso momento en que escribe esas notas y esas claves... lo que embargaba al autor en el pasaje de su vida que la compuso", podemos leer en la página 61, según parece ser, dicho por Beethoven.

Hay que leer este libro de relatos, recordar, con los decadentes personajes, todo aquello que tuvimos y que perdimos, pues, a diferencia del personaje que todo lo pierde (cuento El destino de dos paraguas, pag 81), nosotros sólo perdimos la efímera juventud.

Francisco Javier Illán Vivas

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