Respuesta de la esposa del soldado
En nuestra tierra ahogada de
sangre y odio,
en los surcos recónditos de
nuestras vidas dolidas,
busco la caricia de tus labios,
la sonrisa de tu mirada,
persigo la suavidad de tu
cuerpo amante y amado.
En nuestra tierra que llenaste
de simiente
me tumbo y lloro por no oír los
estallidos de la contienda,
por no ver los desgarros
sangrientos de la triste noche,
por no oler los efluvios
pestíferos de la muerte.
En nuestra tierra que vio como
concebimos a nuestro hijo
dejo caer las lágrimas
punzantes de la desesperanza,
rasco con mis uñas rotas la
tierra que encubre las semillas,
ensucio mis manos con el lodo
inmundo de la guerra.
En nuestra tierra envenenada
por el odio,
yo, la esposa del soldado, espero
tu retorno
espero que veas nacer el fruto
de mis entrañas
espero que regales la paz a
nuestro hijo.
La extranjera
Viste
de forma diferente. Habla de forma diferente. Piensa de forma diferente. Todo
es diferente en ella.
No
va a misa y reza todos los días a un dios que no conocemos. Cierra los ojos y
piensa... Piensa en su lejano país, sus lejanos amigos, su lejana familia.
Se
adapta difícilmente a estas nuevas tierras, a estas nuevas costumbres. Pero
trabaja como una condenada para salir de la desdicha. Sus manos estropeadas
rascan la tierra, la moldean, la riegan, hasta que germine el fruto de su
labor.
Está
orgullosa de lo que ha logrado. Las semillas se han enraizado en la tierra
húmeda y fértil. Gracias a su trabajo está rescatando parte de su identidad.
Los
días inciertos y afligidos se alejan igual que las mareas agresivas y
amenazadoras. El cielo traga los últimos nublos y derrocha en su lecho una
cascada de azures.
Su
dios le escuchó. Puede reemprender una vida digna, tener un techo, ganar su
pan, educar a sus hijos y quizás mañana ser dueña de su tierra y trabajar para
sí mismo.
Es
una mujer confiada. Cree que los aldeanos la miran con buen ojo, cree que la
consideran como una de los suyos. Olvidó que es una extranjera que viste de
forma diferente, habla de forma diferente, piensa de forma diferente. Todo es
diferente en ella.
A
los aldeanos no les gusta la diferencia.
Rapera
Espejos rotos, lunas quebrantadas,
estrellas rajadas en un cielo fracturado,
en una espera quebrada de ilusiones,
se ahorcan en el suspiro embotellado
de una edad moribunda.
Chapapotes de nieve, polen y humo viciado
que remontan hasta el cerebro aletargado
de una quinceañera, rubia de bote,
ofensiva rapera de noche
que se desvanece en el gemido de una piedra rota.
Luminaria viuda de la sombra muda y sorda
que se derrama como una roca diluida
en un frasco de alcohol alcanforado
y se pierde incorpórea y asqueada
en el vómito angustiado de una muchacha
descalabrada.
Suspiros agriados de la noche mortificada
que se licuan en el espejismo adulterado
de una libertad y de un sueño enviciados.
suspiros de la vida y de la muerte
que se diluyen en unas notas de música enajenada.
A través del cristal roto
A través del cristal roto
te veía, hombre de pueblo,
ajetrearte con faenas penosas
para alimentar a tu estirpe.
De sol a sol como tus hermanos
de estas tierras ya lejanas,
aprendiste a esparcir la simiente
en el abolengo de huéspedes solidarios
que conocían tu hondo desarraigo,
recóndito penar de las banderas
a media asta, ultrajadas y moribundas
que no ondearían en el añil de tu cielo.
De sol a sol, rascabas la tierra prestada
creyendo encontrar en ella
el germen de una nueva liberación
el nacimiento de una nueva era
el brote de la lozana esencia.
Ahondaste hasta arrancarte las uñas
hasta amamantar la tierra con tu sangre
de hombre iluso , fiel y perseverante.
Las zanjas ávidas y ciegas calaron
tu paz, tu sangre y tu vida
sin devolverte
tus señas de identidad,
tus sueños de libertad.
A través del cristal roto,
veía que te hundías en los cauces
del silencio y del olvido.
Harmonie Botella
Hermosos himnos de dolor y desasosiego que nos permite aferrarnos a este esquina de vida que nos han asignado.
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