jueves, 20 de marzo de 2014

Cuatro relatos breves de Dolores Álvarez Cordeiro

La Erinia
 
La desesperación era continua. No podía huir de eso. Me perseguía una Erinia. Cuando me alcanzara su peso caería sobre mí como una tumba. Su aspecto era horrible, dantesco. Tenía unas garras afiladas y en vez de cabellos tenía serpientes.
¿Pero que había hecho yo para merecer tal hostigamiento? Por mucho que lo pensara, no hallaba la respuesta. Sólo hice lo que me ordenaron. Y ahora era acosado, por la peor de todas las pesadillas.
La Erinia con sus fieros ojos me escudriñaba y seguía atormentándome, con un ímpetu inquebrantable e irreducible.

La Esfinge

No era una criatura al uso. Era la criatura perfecta. Se situaba en una encrucijada de caminosy esperaba a que pasara algún incauto para plantearle su acertijo. Si lo adivinabas te concedía lo que quisieras pero ¡¡¡Ay de aquél que no lo acertase!!! Sería devorado por la enigmática esfinge y a la vista de los restos óseos que había a su alrededor, eran más los que no encontraban respuesta que los que sí.

Esfinge preciosa y enigmática. En apariencia parecía dócil. El torso de doncella y el tronco de león, llevaba dos alas enormes que la transportaban a las encrucijadas que quisiera. Hasta que llegó a una en la que casualidades del destino se topó con otra de su especie. Ninguna se atreve a preguntar.

Atis

Atis era un pastor monísimo que traía de calle a todas las doncellas de Frigia, pero, su corazón pertenecía a la diosa Cibeles que, en secreto, también lo amaba y para poner a prueba el amor de Atis, le propuso permanecer casto y puro.

Atis, ni se lo pensó y aceptó la prueba, pero, no pudo mantenerla por mucho tiempo Ya que una ninfa descocada lo sedujo y se casó con ella. Cibeles, que era una diosa vengativa, volvió loco a Atis, que, preso de la locura, se infligió tales heridas, que acabó sólo y abandonado del único amor que tenía en su corazón: la diosa que lo quiso, desde un principio pero, que al verse despechada, lo enajenó.

Cerbero

¿Por qué nadie lo veía como yo? Cerbero era la criatura mas tierna que había existido jamás, solo quería jugar. Y desde su más tierna infancia, le habían puesto a guardar las puertas del infierno.

Se le veía a la legua que sólo quería jugar, así que le lancé un palo, a ver que hacía. ¿Qué creéis que pasó? Si, que me lo trajo meneando la cola. Desde ese preciso instante, nos hicimos amigos.

Y ahora me veréis a mí y a mi perro, de dos cabezas, dar largos paseos por el Averno.

Dolores ÁLvarez Cordeiro

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