I
algún día te contaré
lo que vi
en el fondo del mar
mientras cerrabas los ojos
sumergiéndote
en la sal
de mis caricias aterciopeladas,
entre las caderas que se movían
prendidas al silencio
de aquel hermoso acantilado.
II
No recuerdo si las olas
que retornaban desde muy lejos,
moraban ante un descanso eterno
en las orillas de nuestros cuerpos.
No lo recuerdo, no;
pero recuerdo el gemido
que corría en la arena
de nuestra piel enarbolada,
la espuma, que siguiendo
aquella vertiginosa trayectoria
lanzada contra tu labio prohibido
moría bajo la brisa de tu falda.
III
Amor,
sabrás de mi sed
algún día;
quizá en las noches de luna,
tal vez cuando el mar se cubra de calma,
o quizá, cuando ésta ola,
puro fuego entregado,
se derrita en tu boca.
Mariángeles Ibernón Valero
Fotografía de la autora, playa de Las Navas de Mazarrón
Fotografía de la autora, playa de Las Navas de Mazarrón
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