Recordando: Allá por los siglos XIII al XV
a. J.C., los aquéos:
héroes de La Iliada y La Odisea,
protagonistas de una legendaria historia entre los cuales se encuentra el
venturoso e ingenioso Ulises.
Noticia de última hora.- (Agencia Eurospañ)
Cartas resucitadas.-
En unas excavaciones que
están llevándose a cabo en la isla de Itháke, han
sido encontradas una máscara y varios sellos que representan escenas de guerras
y diversas escenas de aventura de los
viajes del rey de Itháke y compañeros de vicisitudes, todo realizado en lámina
de oro. Hasta aquí todo es normal, se estará el lector preguntando: cuál es la
noticia literaria. Pues junto a estas expresiones artísticas hechas del
preciado metal, se encontraba la fabulosa noticia literaria; Dentro de una copa
de oro se hallaban diez cartas escritas
en griego antiguo: (clásico) que tras un primer estudio y traducción se
encuentran a buen recaudo en el Museo de Historia del Arte en Atenas, en espera
de que un nutrido grupo de investigación con más medios y mayor profundidad
puedan aclarar un gran número de incógnitas respecto de dicho hallazgo. Por lo
esclarecido hasta el momento se vislumbra, según los expertos, que los libros
que escribió Homero no son tan claramente relatos mitológicos, sino por el
contrario están muy cerca de los hechos reales, y éstos están descritos
minuciosamente.
Al parecer Ulises, tenía previsto hacer llegar estas cartas –de alguna
manera- por mar, quizá en pequeñas vasijas, o en cañas con barro... Tenemos la
suerte de que no lo hizo, gracias a este cambio de acción, hoy podemos
disfrutar y apreciar dichas cartas.
Estas cartas ya traducidas se han denominado:
CARTAS DE ULISES. (DIÁSPORA Y NOSTALGIA).
(Inéditas e ignoradas cartas que llevó consigo al regresar a su patria Ulises, el Odiseo de los helenos).
I) a
¡ Pobre de
mí !,
gracias os
doy reveladores
dioses de
mis sueños.
Saber lo
que sé,
sentir lo
que siento,
saber lo
que fui;
oír, otra
vez, lo que oí,
dentro, muy
dentro de mí.
¡ Pobre de
mí !,
pues ignoro
lo que más deseo:
saber que
será de ti y de mí.
(A la mañana
siguiente decidí escribir una carta).
Amada
Penélope: ¡ Resiste !, no caigas en la desesperanza.
Los dioses
me han revelado en un sueño tu mortificante situación.
Una caterva
de la nobleza
se instaló
en nuestro palacio y desposar a mi Reina pretenden.
Están
dilapidando mi hacienda, se comen
mis
robustos bueyes de astas encorvadas,
degüellan
numerosas cabras y ovejas de preciados vellocinos,
llenan mis
cráteras y beben festejando, ociosos,
todos los
días, mis rojos y mejores vinos.
Cuando
vuelva a Itháke
espero
darles una poderosa razón
a todos,
uno a uno, para que... se acuerden
de mí y se
los lleve con ella la Moira maldita.
¡ Ya sin veros casi seis años !.
¡ Cuánto os
echo de menos !
Te quiere tu esposo: Ulises,
Rey de los ithacenses,
hijo de Laertes.
II) b
Yo Ulises,
Rey de Itháke, hijo de la Laertes.
Ruego y
prometo ofrendas a los dioses, y agradeceré
a cualquier
mortal que haga llegar este mensaje
a mi
patria, entregándolo a mi esposa o hijo único.
Si así
fuere, ordeno que por dicho acto,
sea
recompensado generosamente.
Querida
esposa Penélope y primogénito Telémaco:
Os escribo
esta misiva con la duda, es más,
casi con la
certeza de que no llegará a vuestras manos,
ya que el
emisario portador de la misma debe ser una vasija... ,
además
tendrá que viajar, contando con la protección
de todos
los Dioses – los que quisieron que fuese el único
superviviente
en las guerras troyanas- y el buen azar.
No puede
ser de otra forma, dada la situación
en la que
me encuentro... Estoy en un lugar
desconocido,
perdido, a merced y benevolencia de los Dioses.
III) g
Penélope, a
todos los Dioses del Palacio de Zeus Olímpico
me
encomiendo en este tiempo de tu larga ausencia.
No
encuentro en mi afligido pensamiento
para qué
vivir sin tu presencia.
Pido a mi
venerada y ofrendada
Diosa
Atenea, la de los ojos claros,
que me
ayude en mi intento
de evadirme
de aquí,
que me
enseñe el camino hacia mi isla.
Sacrifico
en esta ofrenda
lo único
que tengo, mi propia sangre, que hasta la arena suelto.
IV) d
El lijado
viento
trae el
aroma
- en este
momento -
de una
higuera,
y me
recuerda
los días
que comimos
sus
carnosos y dulces frutos
retozando
en nuestra amada tierra.
V)
e
Esta mañana
al despertar,
un
sentimiento de añoranza
anegaba mi
corazón oprimido;
como cuando
era un niño
han caído
por mi rostro dos lágrimas.
En el
espejo del agua no me he reconocido,
he
observado el poco parecido que me queda,
entre lo
que fui y el que soy;
en
apariencia, existe ya poca semblanza.
Mas no
temas, las tribulaciones padecidas jamás
llevarán a
Ulises a la desesperanza.
VI) z
De nuevo
los dioses, mediante un sueño revelador,
han puesto
en mi conocimiento el compromiso de desposarte
cuando
acabes tu labor de telar y rueca,
lo
cual realizas por el día y
arriesgadamente
deshaces
por las noches, pues en tu interior
albergas la
esperanza - al igual que yo -
de que
volveré. ¡ Lo juro por el vigilante Zeus !.
Sé que por
las noches lloras por mí, hasta que Atenea,
la de los
ojos claros, extiende sobre tus cansados
párpados un
apacible y gozoso sueño.
VII) h
Aquí estoy,
en este intrincado lugar del vasto mar,
en la gruta
de una isla que sacude el oleaje,
retenido
por la muy noble Diosa, la ninfa Calipso,
y aunque
lo intento me es imposible escapar.
Pero aún
estando ebrio, la ambrosía con narcótico
que me dan:
(única bebida), aunque deliciosa,
culpable de
mi continuo estado onírico,
me deshago
de ella cuando puedo , con argucias.
Toda la
astucia que atesora mi cabeza,
unida a mi
razón, pergeña
para salir
de aquí, una y otra vez se esfuerza
en cumplir
su deseo: abrazar a mi amada Reina,
la dueña de
mi desventurado corazón.
VIII) q
Cada vez
que Fos, la de los dedos rosados,
princesa de
la mañana,
descubre el
día, se abren mis atormentados
párpados,
y, aunque mi cuerpo aquí queda,
zarpa y
surca el inmenso curvo dorso del mar
mi
imaginación viajera, que desea volver a ver
el humo
azul de mi patria, mi esposa y mi morada.
IX) i
Ulises describe, como una
visión onírica que tuvo, en esta penúltima carta lo siguiente:
Entretanto a mi hijo Telémaco bañó la hermosa Policasta,
la hija más joven de Néstor el hijo de Neleo.
Después de bañarlo y ungirlo con finos aceites
y vestirlo con un bello manto y con una túnica,
salió él de la bañera semejante en su piel a los dioses.
Y fue a sentarse justo al lado de Néstor, el pastor de pueblos.
Ellos, cuando las carnes ya estaban asadas, las retiraron
y comieron sentados, en tanto varones ilustres de pie
se afanaban escanciando vino en copas de oro.
la hija más joven de Néstor el hijo de Neleo.
Después de bañarlo y ungirlo con finos aceites
y vestirlo con un bello manto y con una túnica,
salió él de la bañera semejante en su piel a los dioses.
Y fue a sentarse justo al lado de Néstor, el pastor de pueblos.
Ellos, cuando las carnes ya estaban asadas, las retiraron
y comieron sentados, en tanto varones ilustres de pie
se afanaban escanciando vino en copas de oro.
Este
pasaje que Ulises describe como una visión onírica, es exactamente relatado en uno de los libros de la Odisea de Homero.
IX)
k
Tal
como dios que acumulaba las nubes.
Hice
yo, Ulises: Acumulé todas las rapsodias
una
tras otra.
Manuel-Roberto Leonís Ruíz, nació en Orihuela. Poeta, prosista y articulista. De un extensísimo curriculum creativo, ha publicado varios libros, entre otros, el poemario Vientos del sentimiento (De mi huerto a Miguel Hernández). También ha publicado en diferentes revistas literarias, entre ellas Ágora papeles de arte gramático, en el especial dedicado a Miguel Hernández.
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