jueves, 9 de enero de 2014

Cartas resucitadas de Ulises



Recordando:                 Allá por los siglos XIII al XV a. J.C., los aquéos:
héroes de La Iliada y La Odisea, protagonistas de una legendaria historia entre los cuales se encuentra el venturoso e ingenioso Ulises.

Noticia de última hora.- (Agencia Eurospañ)

Cartas resucitadas.-

En unas excavaciones que están llevándose a cabo en la isla de Itháke, han sido encontradas una máscara y varios sellos que representan escenas de guerras y diversas  escenas de aventura de los viajes del rey de Itháke y compañeros de vicisitudes, todo realizado en lámina de oro. Hasta aquí todo es normal, se estará el lector preguntando: cuál es la noticia literaria. Pues junto a estas expresiones artísticas hechas del preciado metal, se encontraba la fabulosa noticia literaria; Dentro de una copa de oro se hallaban  diez cartas escritas en griego antiguo: (clásico) que tras un primer estudio y traducción se encuentran a buen recaudo en el Museo de Historia del Arte en Atenas, en espera de que un nutrido grupo de investigación con más medios y mayor profundidad puedan aclarar un gran número de incógnitas respecto de dicho hallazgo. Por lo esclarecido hasta el momento se vislumbra, según los expertos, que los libros que escribió Homero no son tan claramente relatos mitológicos, sino por el contrario están muy cerca de los hechos reales, y éstos están descritos minuciosamente.
Al parecer Ulises, tenía previsto hacer llegar estas cartas –de alguna manera- por mar, quizá en pequeñas vasijas, o en cañas con barro... Tenemos la suerte de que no lo hizo, gracias a este cambio de acción, hoy podemos disfrutar y apreciar dichas cartas.

Estas cartas ya traducidas se han denominado:

CARTAS DE ULISES. (DIÁSPORA Y NOSTALGIA).

(Inéditas e ignoradas cartas que llevó consigo al regresar a su patria  Ulises, el Odiseo de los helenos).   

                                        

I)                   a

¡ Pobre de mí !,
gracias os doy reveladores
dioses de mis sueños.
Saber lo que sé,
sentir lo que siento,
saber lo que fui;
oír, otra vez, lo que oí,
dentro, muy dentro de mí.
¡ Pobre de mí !,
pues ignoro lo que más deseo:
saber que será de ti y de mí.
                       (A la mañana siguiente decidí escribir una carta).
Amada Penélope: ¡ Resiste !, no caigas en la desesperanza.
Los dioses me han revelado en un sueño tu mortificante situación.
Una caterva de la nobleza
se instaló en nuestro palacio y desposar a mi Reina pretenden.
Están dilapidando mi hacienda, se comen
mis robustos bueyes de astas encorvadas,
degüellan numerosas cabras y ovejas de preciados vellocinos,
llenan mis cráteras y beben festejando, ociosos,
todos los días, mis rojos y mejores  vinos.
Cuando vuelva a Itháke
espero darles una poderosa razón
a todos, uno a uno, para que... se acuerden
de mí y se los lleve con ella la Moira maldita.
 ¡ Ya sin veros casi seis años !.
¡ Cuánto os echo de menos !
 Te quiere tu esposo: Ulises,
 Rey de los ithacenses,
 hijo de Laertes.

II)                b

Yo Ulises, Rey de Itháke, hijo de la Laertes.
Ruego y prometo ofrendas a los dioses, y agradeceré
a cualquier mortal que haga llegar este mensaje
a mi patria, entregándolo a mi esposa o hijo único.
Si así fuere, ordeno que por dicho acto,

sea recompensado generosamente.
Querida esposa Penélope y primogénito Telémaco:
Os escribo esta misiva con la duda, es más,
casi con la certeza de que no llegará a vuestras manos,
ya que el emisario portador de la misma debe ser una vasija... ,
además tendrá que viajar, contando con la protección
de todos los Dioses – los que quisieron que fuese el único
superviviente en las guerras troyanas-  y el buen azar.
No puede ser de otra forma, dada la situación
en la que me encuentro... Estoy en un lugar
desconocido, perdido, a merced y benevolencia de los Dioses.

III)             g

Penélope, a todos los Dioses del Palacio de Zeus Olímpico
me encomiendo en este tiempo de tu larga ausencia.
No encuentro en mi afligido pensamiento
para qué vivir sin tu presencia.
Pido a mi venerada y ofrendada
Diosa Atenea, la de los ojos claros,
que me ayude en mi intento
de evadirme de aquí,
que me enseñe el camino hacia mi isla.
Sacrifico en esta ofrenda
lo único que tengo, mi propia sangre, que hasta la arena suelto.

IV)             d

El lijado viento
trae el aroma
- en este momento -
de una higuera,
y me recuerda
los días que comimos

sus carnosos y dulces frutos
retozando en nuestra amada tierra.
V) e
Esta mañana al despertar,
un sentimiento de añoranza
anegaba mi corazón oprimido;
como cuando era un niño
han caído por mi rostro dos lágrimas.
En el espejo del agua no me he reconocido,
he observado el poco parecido que me queda,
entre lo que fui y el que soy;
en apariencia, existe ya poca semblanza.
Mas no temas, las tribulaciones padecidas jamás
llevarán a Ulises a la desesperanza.

VI)             z

De nuevo los dioses, mediante un sueño revelador,
han puesto en mi conocimiento el compromiso de desposarte
cuando acabes tu labor de telar y rueca,
lo cual  realizas por el día y arriesgadamente
deshaces por las noches, pues en tu interior
albergas la esperanza - al igual que yo -
de que volveré. ¡ Lo juro por el vigilante Zeus !.
Sé que por las noches lloras por mí, hasta que Atenea,
la de los ojos claros, extiende sobre tus cansados
párpados un apacible y gozoso sueño.

VII)          h 

Aquí estoy, en este intrincado lugar del vasto mar,
en la gruta de una isla que sacude el oleaje,
retenido por la muy noble Diosa, la ninfa Calipso,
y aunque lo  intento me es imposible escapar.

Pero aún estando ebrio, la ambrosía con narcótico
que me dan: (única bebida), aunque deliciosa,
culpable de mi continuo estado onírico,
me deshago de ella cuando puedo , con argucias.
Toda la astucia que atesora mi cabeza,  
unida a mi razón, pergeña
para salir de aquí, una y otra vez se esfuerza
en cumplir su deseo: abrazar a mi amada Reina,
la dueña de mi desventurado corazón.

VIII)       q

Cada vez que Fos, la de los dedos rosados,
princesa de la mañana,
descubre el día, se abren mis atormentados
párpados, y, aunque mi cuerpo aquí queda,
zarpa y surca el inmenso curvo dorso del mar
mi imaginación viajera, que desea volver a ver
el humo azul de mi patria, mi esposa y mi morada.
IX)  i
Ulises describe, como una  visión onírica que tuvo, en esta penúltima carta lo siguiente:
Entretanto a mi hijo Telémaco bañó la hermosa Policasta,
la hija más joven de Néstor el hijo de Neleo.
Después de bañarlo y ungirlo con finos aceites
y vestirlo con un bello manto y con una túnica,
salió él de la bañera semejante en su piel a los dioses.
Y fue a sentarse justo al lado de Néstor, el pastor de pueblos.
Ellos, cuando las carnes ya estaban asadas, las retiraron
y comieron sentados, en tanto varones ilustres de pie
se afanaban escanciando vino en copas de oro.
Este pasaje que Ulises describe como una visión onírica,  es exactamente relatado  en uno de los libros de la Odisea de Homero.

IX)             k
Tal  como dios que acumulaba las nubes.
Hice yo,  Ulises: Acumulé todas las rapsodias
una tras otra.



Manuel-Roberto Leonís Ruíz, nació en Orihuela. Poeta, prosista y articulista. De un extensísimo curriculum creativo, ha publicado varios libros, entre otros, el poemario Vientos del sentimiento (De mi huerto a Miguel Hernández). También ha publicado en diferentes revistas literarias, entre ellas Ágora papeles de arte gramático, en el especial dedicado a Miguel Hernández.

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