Estoy en plena adolescencia
y no pienso bajarme del corcel
aunque tus gafas de ojos verdes me adviertan del peligro.
Punto uno,
dos
y
tres.
Despierta.
En un marasmo de evasivas me jugué hasta el pellejo
del tablero al
escondite, cicatriz a cicatriz,
se les pasó el arroz a
mis torres
y me temo que a ti no te
quedan alfiles.
Es lo malo de los guisos
que hierven su sermón durante años.
Hasta
hoy.
Queda el aroma, a veces, el vapor cabizbajo de las flores.
En esa humedad te espero yo,
no más de una hora,
sin tiempo de envolverte la música callada,
tus vacíos oscuros en tacitas de plata,
no encuentro nada,
ni los quince bombones para ser tu amante
ni celofán de fiesta, ese cacao
que se deshace en la boca
ya te lo serví en rodajas anoche,
¿lo
soñé?
Tu voz me sabía a sake, brillaba mi pelo en la luna...
oí
mi nombre, ¡Tsukiko!
Ven al jardín de los cerezos.
Teresa Iturriaga Osa (Las Canteras,
noviembre 2012).
Poema incluído en nuestra revista nº 1.
Podéis acceder a ella pinchando AQUÍ.
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