sábado, 2 de noviembre de 2013

La Guerra 1939-1945, de Louis L. Snyder (Reseña nº 569)

Luis L. Snyder
La guerra 1939-1945
Círculo de Lectores, 1975

Un pueblo que había olvidado que es necesario estar siempre alerta si se quiere mantener la libertad, la igualdad y la fraternidad... estas palabras parecen recientes, dedicadas a explicar lo que está ocurriendo en Europa con la llegada del gobierno único que legisla contra su propio pueblo, una especie de IV Reich, pero no, es una explicación de porqué cayó Francia en tan poco tiempo ante el avance nazi durante la Segunda Guerra Mundial: "Francia, el hogar de la gloria napoleónica, la fuente de la cultura occidental, cayó como un tronco carcomido para ser pisoteada por la bota del conquistador. Este fue el fruto de estrechez de miras de los militares, de la ambición y el egoismo de los políticos desertores y traidores, la amarga cosecha recogida por un pueblo que se había olvidado que es necesario estar siempre alerta si se quiere mantener la libertad, la igualdad y la fraternidad."

Este libro lleva en mi biblioteca personal desde 1975, lo leí por primera vez en 1992 y, parece que que ahora, en la relectura de septiembre de 2013, más de veinte años después, he encontrado claves que entonces puede que no entendiese.

El libro de Snyder no trata sobre sociología, ni sobre economía, ni sobre política, trata sobre la Guerra, la Segunda Guerra Mundial, y nos recuerda que las pérdidas de vidas humanas alcanzaron cifras astronómicas: "En los campos de batalla perecieron un mínimo de 17 millones de hombres, o sea uno de cada 22 rusos, de cada 25 alemanes, de cada 46 japoneses, de cada 150 ingleses, de cada 150 italianos, de cada 200 franceses y de cada 500 norteamericanos. Más de 18 millones de personas civiles perdieron la vida por diversa causas..."

Pero quiero destacar este fragmento: 

"La economía hitleriana funcionaba en dos niveles. El primero estaba representado por la política inmediata de expoliación: expoliaciones y saqueos. Cuando los ejércitos nazis penetraban en un país, se dedicaban a despojarlo sistemáticamente no sólo del material de interés militar sino también de la maquinaria industrial, las materias primas, el material rodante e incluso los artículos de lujo; en una palabra, todo cuando podía enviarse a Alemania. Un río de riqueza afluía al Tercer Reich. Muy pocos alemanes querían preguntarse cómo se las arreglaba el ingenioso Fürher para obtener aquellas inmensas riquezas.
En el segundo nivel, Hitler se proponía crear una nueva y poderosa unidad económica en Europa, con la Alemania nazi como su centro industrial, financiero y administrativo. Los Estados vasallos se transformarían en regiones ganaderas y agrícolas destinadas a proporcionar alimentos y materias primas a los señores nazis. Hitler introdujo sus propias técnicas financieras en los países ocupados apoderándose de sus reservas de oro, estableciendo compensaciones de pagos para abonar las requisas y los gastos de la ocupación, colocando a los elementos pronazis al frente de la industria, el comercio y la banca locales. Berlín sería el nuevo eje de la gigantesca rueda nazi que impulsaría la vida económica europea..."

Hoy, en Europa, y sobre todo en los estados vasallos de Italia, Grecia, Portugal, España... estos dos párrafos son de una actualidad pasmosa.

Francisco Javier Illán Vivas

1 comentario:

  1. Estoy completamente de acuerdo contigo. Ya publiqué una entrada en mi blog, homenaje a J. Luis Sampedro en la que aludía a este paralelismo entre el nazismo y nuestra Europa actual, que no es nuestra, sino de los que manejan los hilos de la marioneta.
    MUY INTERESANTE. GRACIAS

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