Un
mordisco, solo un mordisco. Aquel gesto de desobediencia condenó a
toda la humanidad, siendo desterrada del paraíso en el que siempre
habían vivido desde su creación hasta que Eva, dejándose engañar
por la serpiente que colgaba del Árbol de la ciencia, probó el
fruto prohibido del conocimiento. Desde entonces, la mujer se
convirtió en un demonio, en una incitadora del pecado. Sin embargo,
también permitió que nuestra especie dejase de estar sometida a los
deseos y caprichos de su creador, pues el saber adquirido a través
de aquel bocado nos proporcionó un pensamiento y comportamiento
independientes. Por subsiguiente, nos encontramos ante una paradoja,
porque la mujer posee tanto de demonio como ángel, de instigadora
del mal como procuradora de bien, de responsable de dar vida como de
arrebatarla. En «Donna angelica vs Donna diavola» ella es la
fuente de inspiración y la protagonista por excelencia de esta
antología a través de los siete relatos y la novela breve que la
componen, todos firmados con el característico estilo de su autora,
Elena Montagud.
A
pesar de que Eva representa el origen, debemos avanzar hasta el final
con «La chica de los ojos grises» para encontrar una
referencia directa a aquella primera mujer, que induce a Adán (o
mejor dicho, Germán) a desobedecer, aun sabiendo el castigo por su
pecado. La autora nos describe una turbulenta relación en la que la
obsesión y el sexo son sinónimos de un sentimiento parecido al
amor. Conforme avanza el tiempo, la situación entre ambos se vuelve
insostenible debido, principalmente, al peligroso secreto que se
esconde tras esos hipnóticos ojos grises por los que nuestro
protagonista está dispuesto a vender su alma.
Al
igual que la mayoría de sus relatos, Elena Montagud capta la
atención del lector desde las primeras líneas a través de un
estilo prosaico, empleando gran cantidad de referencias literarias y
musicales que dotan a la narración de un ritmo propio. De igual
modo, la tensión psicológica in cresendo impide que podamos
abandonar la lectura antes de sorprendernos con el impredecible giro
final de la historia.
La
autora demuestra una gran versatilidad, una mente polifacética en
constante movimiento que nos permite disfrutar de una amplia
selección tanto de géneros como de recursos narrativos,
prevaleciendo «El ángel mudo». Un magnífico relato de
inspiración fosca sobre la incomprensible fascinación hacia la
violencia y el dolor, así como nuestra capacidad para infringirlo.
La belleza representada por lo grotesco, la inocencia corrompida por
la ambición, la ética decadente del ser humano…Si bien describe
la caída de un ángel, Elena Montagud remonta el vuelo de esta
antología a cambio de vender un alma que no le pertenece, pero es el
privilegio de ser escritora: jugar a ser Dios con tus personajes.
Y es que antes de este relato, «Donna angelica vs Donna diavola» carecía de una historia verdaderamente significativa. Es cierto que «Cartas a un padre Valencia» posee un humor singular que deja en evidencia a «Pretty Woman» (Garry Marshall, 1900), prescindiendo del edulcorado final y optando por una historia más políticamente incorrecta, aunque mucho, mucho más divertida. Tampoco debemos menosprecia, «Número», que nos presenta una space opera claustrofóbica, en la que el mayor peligro no se encuentra en los rincones inexplorados del espacio, sino que embarco desde el inicio de la misión junto al resto de la tripulación para ofrecernos una distopía robótica con influencias de obras tan significativas como «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas» (Philip K. Dick) o «Yo, robot» (Isaac Asimov).
No obstante, los relatos mencionados no poseen la técnica (soberbia la elección de la segunda persona) ni la calidad de «El ángel mudo». Es más, otros como «Otredad», «La inocente parricida» o «El reverso de las palabras» destacan más por la forma que por el fondo, incluso podríamos decir que resultaban predecibles en algunos aspectos.
A pesar de este desequilibrio, Elena Montagud ha sabido reflejar la naturaleza ambigua de la mujer, desplegando un amplio espectro de relatos que ponen en entredicho su clasificación como el sexo débil. Y es que, como dijo Jessica Rabbit, «yo no soy mala, es que me han dibujado así». O en este caso, me han escrito y con un notable acierto por parte de su autora. Únicamente queda por quién te decantas. ¿Donna angelica o donna diavola?
Mª Carmen Horcas
No hay comentarios:
Publicar un comentario