No te supe perder
Editorial Guadalturia,
2010
El escritor italiano
Giovanni Papini (Ildiavolo) dijo: «Hay quien tiene el deseo de amor, pero no la
capacidad de amar».
La imposibilidad de algunas
personas para superar las carencias afectivas de su pasado, repitiendo los
esquemas emocionales que caracterizaron sus primeras relaciones, tanto
familiares como de pareja, y que acaban derivando enun círculo vicioso de
autocompasión, remordimiento, soledad y, sobre todo, violencia es el principal
eje temático de «No te supe perder».
Salvador Navarro deleita
al lector con un sólido retrato sobre la violencia de género, aunque prescindiendo
de aquellas escenas con las que suele asociarse el maltrato. Por el contrario,
el autor prefiere centrarnuestra atención en las consecuencias derivadas de esa
incapacidad que sufren sus personajes para amar.
De esta forma, «No te supe perder»narra la complejidad
de las relaciones entre un grupo de personas que, en realidad, se encuentran
solos ante las adversidades de sus respectivas vidas. A pesar de los lazos
familiares o de amistad que los mantiene en apariencia unidos, la exhibición
pública de esos sentimientos es, en realidad, una mera representación necesaria
para convivir en sociedad. Una subsistencia basada en constantes mentiras y
autoengaños, un guion perfeccionado con los años que termina por representarse en
cualquier escenario y ante todo clase de públicos, siempre que muestren
predisposición a creer nuestra versión de la historia como si fuese la única verdad.
En este sentido, el autor
utiliza una inteligente metáfora con la obra «Cranoterapias», una representación teatral alternativa que protagonizan
algunos de sus personajes y refleja la evolución de sus conflictos a través de la
puesta en escena. Sin embargo, el problema radica en que el espectáculo continúa
incluso tras la caída del telón.
A fin de reforzar esta
percepción, Salvador Navarro divide la novela en una serie de actos en los que
se concede mayor protagonismo a un personaje concreto. Esta forma de
estructurarla permite ir conociéndolos de forma progresiva, sin excederse en
detallesa fin de conservar lasincógnitas que envuelven a cada uno.
Por esta razón, la mayoría
de las escenas se suceden en espacios públicos, principalmente restaurantes y
bares existentes en la capital andaluza que convierten la novela es una
magnífica guía gastronómica de la ciudad, que condicionan la intimidad de esos
encuentros. Es más, cuando se desarrollan en la privacidad del hogar
comprobamos que las relaciones entre ellos se deben más a la circunstancia de
compartir un espacio común, en lugar de la afectividad que fingen sentir hacia
los demás. Por ejemplo, el distanciamiento entre Lucía y su hijo o la decisión
de El pirata de independizarse después de trasgredir los límites de su relación
con Gloria. No obstante, el mejor referente es la amistad entre Yann y Marga
que acaban desarrollando una dependencia mutua de la otra persona,
especialmente el primero y que acaba derivando en el trágico final que siempre
caracteriza a este tipo de historias, ocupando los titulares en la sección de
sucesos de los periódicos y telediarios. Es decir, sus relaciones derivan de
una necesidad que ellos mismos se niegan a reconocer, porque demostraría su vulnerabilidad
y acabarían por convertirse nuevamente en víctimas.
Sin embargo, el escritor
sevillano no los cataloga directamente, sino que nuestra percepción se ve
alterada conforme profundizamos en su pasado y se nos descubren la clave de su
comportamiento actual. Salvador Navarro concibe un conjunto de personajes realmente
atractivos por su realismo. La crisis de madurez de Lucía que deriva en su
adicción por el alcohol y una profunda infelicidad; la falta de seguridad
personal de Gloria que prefiere vivir a través de los demás; el amor no
correspondido de Rocco; el miedo de El pirata a establecer lazos afectivos que
pudieran limitar su libertad; etc.
La parcialidad de la
información que nos proporciona el autor
acaba condicionando el ritmo narrativo, en ocasiones demasiado pausado
sobre todo cuando comprobamos que los personajes apenas han experimentado
cambios en el amplio período que abarca la novela. Por otro lado, existen
contantes reiteraciones en algunos fragmentosque no contribuyen a que la
historia avance, sino todo lo contrario. De ahí que las últimas ochenta o cien
hojasresulten precipitadas cuando todavía quedan demasiados conflictos anteriores
sin resolver, e incluso llegándose a plantear algunos nuevos.
Finalmente, aunque la prosa de Salvador Navarro es magnífica resta naturalidad a la historia, sobre todo en los diálogos. La mayoría de las escenas tendrían que haberse descrito en un tono más coloquial, pues la excesiva formalidad en la que son narradas acaba resultando contradictoria. Si bien, puede interpretarse como un recurso del autor para resaltar la artificialidad de las relaciones entre sus personajes.
El conjunto de estos rasgos hace que «No te supe perder» nos ofrezca una visión diferente sobre la violencia de género a través de una novela coral donde la violencia no se ejerce por medio de insultos, gritos o palizas. Al contrario, el dolor es infringido a través de la indiferencia hacia los sentimientos ajenos, procurando que siempre prevalezcan los propios al mostrarnos como víctimas en una situación en la que realmente ejercemos de verdugos. Al fin y al cabo, Lucía Extebarria consiguió resumirlo en las siguientes palabras: «Alguien que ama no insulta ni maltrata».
Mari Carmen Horcas
Una sorpresa agradabilísima que me empuja a seguir escribiendo. Gracias, de corazón, a Mari Carmen Horcas
ResponderEliminar