La
densidad de la ausencia
Ediciones
Vitruvio, 2013
Daniel
Romero Campoy (Madrid, 1985) ha cursado estudios de derecho y se
estrena de forma prometedora con La
densidad de la ausencia
(Vitruvio, 2013): un estudio sobre la memoria y la nostalgia como
fundamentos del yo
lírico.
Nunca
una sombra dio tanta luz como tu recuerdo.
En
la poesía de Daniel encontraremos multitud de referencias (en
especial, fílmicas y literarias, dos de sus pasiones) que originan,
no obstante, una obra alejada de las clásicas vacilaciones
primerizas.
Entre
las páginas vamos a conversar
con una voz propia que busca respuestas concretas a pilares de la
existencia, cuestionando el tejido mismo de los pactos sociales y su
convencionalismo. Supone, sin duda, un imposible: definir una
realidad que suele acomodarse en el redil de unas mentiras
aparentemente necesarias para la estabilidad tanto personal como
social.
De
tal juego existencial, por supuesto, no queda exento el propio poeta
(se trata, en definitiva, de un alma humana falible) que, para mayor
complicación, trabaja con el signo y el idioma: vehículo para
compartir tanto información como la experiencia del sentimiento; la
piedra angular de la comunicación y, por tanto, también de la
propia convención. El lenguaje se erige pues en material de
construcción para la memoria, un elemento redentor y creador de
“ficciones estables” para sustentar nuestras vidas, que no dejan
de ser una imagen distorsionada de los hechos, el reflejo de una
Verdad que se antoja lejana, la sombra platónica de aquello que
elegimos olvidar.
En
realidad nadie quiere indagar más allá de su piel.
Formalmente,
el poemario se articula en dos secciones delimitadas: Masa
y Volumen.
Estas definiciones científicas de medida tratan de aplicarse a la
emoción en un intento “quizá
estéril” (en palabras
del autor). Pero siempre subyace la aspiración de que el poema
suponga hogar y bálsamo de autenticidad para un ave migratoria
(imagen reincidente en varios de los versos) en estela de la belleza.
Un pájaro que, en ocasiones, no puede evitar precipitarse al suelo,
agotado y amenazado por la tentación fáustica de rendirse a la
oscuridad interior.
El
libro se cierra ofreciendo un resultado (título del último
apartado, compuesto por un solo canto) a la investigación lírica
acontecida. Como ocurre en toda buena poesía, la última palabra
recae en la interpretación del ojo lector, que debe escoger si
quedarse con una esperanza de redención o una entrega cruel a la
costumbre.
Me
hallo a medio camino entre el dolor y la búsqueda.
La
densidad de la ausencia
supone la aparición de una voz que hunde sus raíces en el
sentimiento intenso y su vibración. Pero no estamos ante emoción
inmediata en desgarro, sino recobrada tras la meditación depurada
por el reposado tamiz de la memoria y del tiempo, que le otorgan
entidad y cohesión al conjunto. Las imágenes y su léxico son
producto de un intenso (y acertado) ejercicio poético que fusiona
ciertos ecos y aspiraciones puristas (de reminiscencia cercana a Juan
Ramón Jiménez, aunque, en mi opinión, no es influencia consciente
para el autor) con la firme intención de capturar la eternidad en un
instante.
La
edición, sin erratas y papel ahuesado, sigue la clásica y sobria
factura de la colección Baños
del Carmen de Ediciones
Vitruvio que continúa apostando por voces emergentes bajo la premisa
de la calidad del verso y el sentimiento que transmite.
En
resumen, un excelente y maduro primer libro que nos sumerge en una
búsqueda filosófica, emotiva y bella: la persecución de la única
Verdad alcanzable, aquella reelaborada por la memoria personal a
partir de las experiencias de instantes vitales y cotidianos.
Fernando
López Guisado
¡Hola!
ResponderEliminarHace poco que tengo el libro del Sr. Daniel Romero Campoy y he de decir varias cosas; la primera que es un excelente poeta, hacía mucho tiempo que no leía cosas tan transparentes; la segunda es que doy gracias a Romero Campoy por haber sido tan fuerte y luchador para conseguir que le publiquen, cosa que hoy en día es MUY DIFICIL; y lo tercero es que doy gracias a la editorial que ha sido la que nos ha dado a conocer a un poeta tan grande como este.
Un abrazo!
¡Muchas gracias, "Música y Vida"! Gracias por esas bonitas y alentadoras palabras.
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