viernes, 26 de abril de 2013

Ningún lugar, de Vicente Velasco

Vicente Velasco Montoya
Ningún lugar
XVI Certamen de poesía "Pepa Cantarero"
Ed. “Diputación Provincial de Jaén –Cultura y Deportes– Ayuntamiento de Baños de la Encina, 2012”

Hay que tachar versos/llenar las papeleras para una hoguera…

Por ser fin de semana y tener los deberes ya hechos, el estante donde reposan los versos reclama mi presencia y mimo. Ahí, tímidamente, casi rozando el soporte lateral, como evadiéndose del lugar correspondiente junto al resto de versos con sello murciano, Ningún lugar me chista y me hace una seña para que fije en ella mi atención en esta jornada de sábado. Y yo, obedezco dócilmente porque, ya de entrada, la referencia a la propia sangre me augura momentos de cercanía, de arropamiento…

Se trata de una pequeña y a la vez gran obra. Dividida en tres capítulos, Vicente Velasco comienza el poema en el Lugar donde no cabe el naufragio, y nos acerca a la mirada el camino del desierto dibujado en blanco; nos seduce desde la huida misma del poema, partiendo quizás, leyéndose la mano/analfabeta de estrellas, hacia La luz que no cesa.

Ningún lugar llegó un día a mi buzón por una de esas «causalidades» que van tejiendo el día a día en mi vida. Decidí que me tomaría mi tiempo para leerlo porque sabía que se trataba de un poemario que merecía la hora justa y el lugar oportuno para saborear cada verso con más deleite. Escogí para su lectura varias tardes de la primavera pasada, cuando el aroma de las huertas y jardines vecinos se instala por mi terraza. Mi decisión fue de lo más acertada y además me sentí encantada de contar con la dedicatoria personal del autor en el interior de la obra. Hoy, de nuevo en primavera, y con los azahares emitiendo su perfume por todo el perímetro de mi hogar, me deleito de nuevo con la lectura de Ningún Lugar y me detengo en el preciso momento donde el poeta retrata sus manos:

Aquí, estático ante todos los dioses,
he reescrito mi imagen
sin espejos, sin destellos
sin pedazos de nada.

Me he encontrado con mis manos,
de cerca, sus dedos,
sus innumerables senderos
e inagotables registros de vida.
He alcanzado a leer mi rostro
y todas sus voces y los verbos
donde pudiera habitar
la definición donde perezco hombre,
solo y único con sus propias manos,
la firma de mi existencia
la prolongación necesaria
ante esta huida que me pertenece.

Aquí me he despertado
decidido a abrazarme.

Lola Estal

1 comentario:

  1. Mil gracias. No se merecen estos halagos. Otros mil abrazos y besos.

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