lunes, 15 de abril de 2013

Laberinto

Confusión, desamparo, el alma en carne viva
y en la mente la duda martilleando inquieta:
si existió alguna vez o fue sólo quimera.
Pesadillas en sueños; en vigilia, tristeza.
Perdido el amor propio de tanto amar al otro,
desnuda, vulnerable, como un recién nacido,
tu objetivo es lograr concebir esperanza
que anestesie y mitigue el dolor insondable.
Quieres pensar que sí, ¡que tú puedes hacerlo!
basta encontrar el hálito, el soplo de energía
que desbarate todo e instaure un nuevo orden
que te traiga de abajo, y te vuelva a la vida,
que te arrope y te mime, y te bese y te acune,
y que la tierra, hoy yerma, vuelva a engendrar semilla.

Rosario Guarino Ortega

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