domingo, 10 de marzo de 2013

La escritura envenena y crea adicción

José María Jiménez
Negro sobre fondo azul
Tres Fronteras, 2009

Llegué a este librito, de la colección La Biblioteca del Tranvía, gracias a Francisco Martínez Gómez, que me lo regaló, mientras preparábamos la intendencia de la primera cita de Poetas a Molina ©.

Una colección de la que he leído bastantes de sus libros, y he reseñado algunos de ellos, y que me dejaba siempre un gusto agridulce respecto a la selección de los mismos. Un placer leer a Rubén Castillo, Manuel Moyano, Gonzalo Gómez Montoro, Jesús Cánovas, Antonio Parra... pero que también incluía otros títulos cuyo único mérito, supongo, era la amistad de los autores y autoras con el responsable de turno, algo muy de la costumbre de la Editora Regional. (Nadie lo contó mejor que José Belmonte Serrano, en un artículo para el número 13 de la desaparecida Ágora papeles de arte gramático).

Conocía al autor residente en Molina de Segura que, además, había publicado un breve y simpático relato en el primer número de nuestra revista, Acantilados de papel, así que le agradecí al mencionado miembro de la AA.VV. de San Roque el regalo y, presto, por que estos libros son como un suspiro en la lectura, me dispuse a leerlo.

Contiene cuatro relatos, y el último de ellos, el que da título al libro, es un auténtica delicia de cuento, así, con todas las letras CUENTO. Un cuento que nos devuelve a la magia, a la inocencia de la niñez, y que puede hacer las delicias de cualquier lector ya entrado en edad.

La primera muerte, el segundo de los relatos, nos narra una triste historia de la casualidad, de estar en el lugar equivocado en el momento preciso.

Lecturas breves, concisas, precisas, para momentos relajados.

Francisco Javier Illán Vivas

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