sábado, 19 de enero de 2013

Inés de Alarcón y Vergara

Carmen Martínez Falla
Inés de Alarcón y Vergara
Ediciones Amaranto Cultural 2012

Con su último trabajo, Carmen Martínez Falla nos lleva de la mano a través del tiempo situándonos en el siglo XVII; y el lugar escogido, una villa situada en un bello rincón de la provincia Castellano-Manchega.

Con un extraordinario estilo narrativo, la autora nos cuenta la vida de Inés de Alarcón y Vergara, una cortesana que supo aunar su inteligencia y belleza en unos días en los que el enfrentamiento entre la institución eclesiástica y el poder civil eran constantes en el devenir de los acontecimientos de la villa. 

Varios fueron los caballeros, de gran influencia y poder, que sucumbieron ante los encantos de la cortesana, y que le procuraron, además de protección ante la alta clase social del lugar, una considerable fortuna con la que pudo mantener su libertad como mujer y su estatus como ciudadana. Sin embargo, en ambos casos habría de pagar un alto precio, como mujer y como madre. 

A Carmen no le gusta dejar nada al azar, como demuestra habitualmente en todas aquellas actividades culturales a las que dedica su tiempo; y en este, su último trabajo literario, no iba a ser diferente. Previamente a la elaboración y desarrollo de la historia, cuyos personajes y circunstancias son enteramente ficticios, ha indagado en toda aquella documentación imprescindible para el buen conocimiento del modo de vida de la época: acontecimientos sociales y festejos, economía sobre la que se sustentaban los lugares del entorno escogido, tejidos empleados en la indumentaria y otros detalles propios de los ornamentos y joyería. Pero, sobre todo, Carmen Martínez ha sabido elegir con gran maestría el lenguaje utilizado a lo largo de toda la obra, haciéndonos partícipes de un cuidado vocabulario acorde con el utilizado en aquellos días, así como de una magnífica descripción del escenario, de la que me he permitido extraer un pequeño extracto como punto final a esta breve reseña:

En una importante mesa se apoya una jofaina con su jarra de plata labrada. Sillas, braseros, candelabros. Pequeñas mesas recubiertas de terciopelo guardan las bacinillas y las tembladeras*. En las paredes dos tapices se enfrentan con un gran cuadro de la imagen de la Virgen de Gracia y uno más pequeño de Cristo crucificado…

Lola Estal

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